Para que se produzca una perturbación eléctrica de magnitud semejante a la registrada en Argentina han de darse, como en general ocurre en las catástrofes, varios fallos simultáneos o consecutivos más allá de las hipótesis contempladas por nuestra normativa. Lo que debe pasar en un sistema robusto, lo que ocurriría en nuestro país ante un fallo concreto, es que el problema se aislaría en algunas decenas de milisegundos, lo que evitaría que la perturbación se extendiera; luego se recuperaría el estado normal del sistema con cierta rapidez. De ahí la importancia de que las protecciones, los dispositivos que permiten aislar una perturbación eléctrica, funcionen con selectividad, obediencia y rapidez.
Esto se logra en nuestro país porque en nuestro modelo eléctrico el operador del sistema es responsable de la filosofía y de los criterios generales de protección del conjunto del sistema eléctrico nacional, calculando el ajuste concreto y asegurándose de su implementación en todos los dispositivos correspondientes a la red de transporte. Un fallo de los dispositivos, de su ajuste o de la coordinación, suele ser la razón de la extensión de una perturbación eléctrica que afecta de forma generalizada a los consumidores. Si el problema no se aísla inmediatamente, en los tiempos referidos anteriormente, se extiende.
Un apagón como el argentino —seis horas en todo el país y algo más de 14 hasta recuperar completamente el servicio— es algo que no ha sucedido nunca en España desde que tenemos el modelo de operador del sistema y transportista, conocido como TSO (Transmission System Operator), con observancia de todas la medidas que la ley establece para la independencia del primero. Esto supone que es la misma compañía la que se ocupa de mantener el equilibro constante entre generación y demanda y de la construcción y el mantenimiento de las líneas de transporte.
El sistema eléctrico español se caracteriza por la fortaleza del diseño y la robustez de sus procedimientos de operación, entre los cuales la exigencia de poder soportar cualquier fallo único resulta esencial para garantizar el suministro. No tener en cuenta esa norma fundamental fue la causa del apagón con origen en el sistema eléctrico alemán que dejó sin alimentación eléctrica varias horas a 10 millones de personas en Europa en noviembre de 2006, y que podría estar también entre las causas del apagón sufrido en los países del Río de la Plata.
En España, el operador del sistema, coordinando la actuación de las empresas generadoras, distribuidoras y transportista, todas ellas con una capacidad técnica de primer nivel, posibilita la recuperación eficaz y eficiente del suministro eléctrico. Así se demostró por última vez en un caso real, en 2009, cuando el ciclón Klauss —la primera vez que oímos hablar de ciclogénesis explosiva— barrió el norte de la Península Ibérica y el sur de Francia, causando la desconexión súbita, los llamados disparos, de aproximadamente 400 líneas de transporte en apenas 36 horas, más de los que habitualmente se producen en todo un año. Esto supuso, de media, un disparo y la consecuente maniobra de reposición cada menos de 4 minutos, evitando con esa actuación que las perturbaciones eléctricas llegaran a afectar a los consumidores. El operador del sistema ejecutaba directamente o daba instrucciones de maniobra y reposición de las instalaciones de la red de transporte al transportista sin dilación ni discusiones, una consecuencia directa de un modelo diseñado especialmente para esas situaciones de alto riesgo.
Se constató una vez más que una operación eficaz como la descrita fue posible gracias a la existencia de un único TSO en nuestro país, integrado por un operador del sistema con la misión esencial que la ley le asigna para la garantía de suministro, la autoridad precisa para operar el conjunto del sistema y la capacidad de ejecutar maniobras de forma remota a través de un sistema de control informático sobre toda la red de transporte; esto último es posible porque el transportista también forma parte del modelo. Eso no ocurre con otros modelos y países, de hecho, en Italia estaban separados el transportista y el operador del sistema y la pésima experiencia a la hora de reponer un apagón que el 28 de septiembre de 2003 dejó sin luz a todo el país durante casi todo un día, hizo que implantaran el modelo de TSO único.
Si el operador del sistema español en lugar disponer de todas las competencias que se derivan de formar parte de un TSO hubiera tenido que dar instrucciones a un tercero para cada maniobra de reposición tras cada desconexión que provocó el ciclón Klauss, con gran probabilidad hoy se hablaría, junto a los Italia, Alemania y Argentina, del gran apagón de 2009 que España no supo evitar.
Miguel Duvison es director general de Operación de Red Eléctrica de España.
Javier Gallego
07/07/2019