Las aseguradoras no se arriesgan en caso de accidente con un coche eléctrico

Una de las ventajas de los coches eléctrico es que el coste del mantenimiento es sustancialmente más bajo que el de los vehículos de combustión porque el número de piezas móviles también es inferior. De manera paralela todavía es pronto para conocer cómo envejecen las baterías de los modelos cero emisiones y cuál es la pérdida de capacidad real que experimentan con el paso de los años. Y eso que muchos fabricantes como Lexus o Subaru aseguran que las baterías de sus modelos son fiables en este aspecto hasta el punto de dar una garantía de 10 años o un millón de kilómetros en el caso de la primera, mientras que la segunda confirma que pasada la década la batería de su Solterra mantendrá el 90% de la capacidad.

Pero ¿qué ocurre si tenemos un accidente con nuestro coche eléctrico? Tranquilo, por mucho que hayas visto arder algún que otro Tesla, la realidad es que la seguridad de los paquetes de baterías es elevadísimo y en raras ocasiones tendrías que preocuparte de que fueran a estallar como se comentaba en los albores de la electromovilidad. Sin embargo, las compañías de seguros piensan de manera diferente.

A la mínima, siniestro

Porque según un informe al que ha tenido acceso _Reuters, _muchas aseguradoras han comenzado a desechar coches eléctricos que han sufrido daños en sus baterías, y no solo graves. No, porque dichas multinacionales empiezan a descartar modelos que han sufrido daños leves, esto se debe a que “no existe una forma sencilla de verificar el estado de las baterías, lo que significa que deben desecharse por completo para que las empresas no enfrenten responsabilidades en caso de fallas futuras”, según comunica Reuters. Es decir, que al mínimo fallo, siniestro y a pensar en comprarte otro coche porque no se quieren arriesgar a posibles demandas futuras en el caso de que no se haya realizado una reparación correcta. ¿Y dónde terminan estos vehículos eléctricos potencialmente recuperables? En el desguace, que es justamente donde sus más fervientes defensores siempre aseguraron que jamás iban a estar.

Para intentar evitarlo, las aseguradoras han pedido a los fabricantes que faciliten el acceso a los datos y las reparaciones de estos paquetes de baterías. Algunos como GM, Ford y Nissan confirman que están empleando una tecnología modular que permite reparar por partes y así no tener que cambiar todo el paquete, pero otros como Tesla están justamente trabajando en lo opuesto, es decir, una nueva estructural con celdas más grandes que, según los expertos es imposible de reparar.

Cierto es que los daños en las baterías de los coches eléctricos representan sólo un muy pequeño porcentaje de los siniestros de automóviles según los datos de Allianz, pero suponen el 8% del coste de los siniestros en Alemania. Las aseguradoras alemanas ponen en común los datos sobre siniestros de vehículos y ajustan anualmente las tarifas de las primas.

A más kilómetros, menos CO2

Pero aquí surge otra pregunta: ¿qué ocurre con el coste y, sobre todo, con la eficiencia que tanto se ha defendido? Pues que se iría todo al garete. Primero porque para un usuario, cambiar por completo la batería de su coche eléctrico supondría un desembolso cercano a los 10.000 euros (en algunos casos se ha estimado hasta de más de 20.000 euros), mientras que para el medio ambiente supondría un varapalo porque “si tiramos un eléctrico a la basura en una etapa temprana, perderá prácticamente toda la ventaja en términos de emisiones de CO2”, tal y como confirma Christoph Lauterwasser, director gerente del Centro de Tecnología Allianz. Para que los coches eléctricos sean realmente eficientes y consigan neutralizar las emisiones de CO2 en su fabricación tienen que estar en la carretera durante muchos kilómetros pero si a la mínima se van al desguace… ¿cómo quedan retratados?