Los responsables políticos de todo el mundo están recurriendo a las subvenciones y al proteccionismo en un intento de ampliar las capacidades de fabricación de sus países.
En la actualidad, las cadenas de suministro de tecnologías limpias están dominadas por China, pero eso puede cambiar si las inversiones en fábricas despegan en otros lugares. Los responsables políticos de todo el mundo están recurriendo a las subvenciones y al proteccionismo abierto en un intento de ampliar las capacidades de fabricación de sus países.
Los intentos de recuperar el terreno perdido podrían fomentar cadenas de suministro más resistentes y el apoyo político a la descarbonización. Sin embargo, el impulso a la localización marca una ruptura con el libre comercio sin restricciones de los últimos años. Si tiene éxito, el desplazamiento a regiones con una producción más costosa inflará el coste total de la transición energética.
Según BloombergNEF, la fabricación de tecnologías limpias está muy concentrada en China, desde la energía solar hasta las baterías de iones de litio. Esto no cambiará de la noche a la mañana, ya que China sigue albergando la inmensa mayoría de las nuevas fábricas. Pero la Ley de Reducción de la Inflación ha catapultado a EEUU a la vanguardia de la carrera por la localización de tecnologías limpias, sobre todo mediante la concesión de generosas subvenciones a los productores de tecnología.
Estados Unidos no es el único país que quiere deslocalizar la fabricación. Hay planes para crear fábricas locales de tecnologías limpias en lugares tan distintos como la Unión Europea, India, México e Indonesia. Está surgiendo una competencia política ya que, por ejemplo, los fabricantes europeos de baterías piden a la UE que iguale los incentivos a la producción que ofrece ahora la administración Biden.
Los flujos comerciales evolucionarán a medida que se recalibren las cadenas de suministro de productos muy comercializados, como los paneles solares y las baterías. Pero esta reorganización no será barata. Europa necesitaría invertir unos 149.000 millones de dólares en plantas de fabricación para satisfacer localmente el 100% de su demanda de energía limpia en 2030, según BloombergNEF. El porcentaje real será significativamente inferior, pero da una idea del volumen de inversión necesario para marcar la diferencia.
Los costes de construcción y funcionamiento de las fábricas varían considerablemente de una región a otra, al igual que la disponibilidad de equipos de fabricación, insumos, mano de obra cualificada y financiación pública. Pero no se trata sólo de construir fábricas. Replicar los vastos ecosistemas manufactureros integrados verticalmente que existen en China exigirá determinación y tiempo.
La producción deslocalizada diversificaría las cadenas de valor, reforzaría la implicación política y crearía más valor local. Pero también implica reproducir las eficientes cadenas de suministro globales actuales. Localizar en regiones donde los costes de producción son elevados -la intención de políticas como la Ley de Reducción de la Inflación- encarece los equipos y proyectos de energías limpias, elevando la factura total de la transición energética.
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