El almacenamiento en baterías atraviesa en España un momento decisivo. La rápida expansión de las energías renovables, la necesidad de garantizar la seguridad de suministro y la inminente puesta en marcha del mercado de capacidad —conocido como “sistema antiapagones”— han colocado a esta tecnología en el centro de la transición energética.
El apagón que sorprendió a buena parte del país en abril aceleró los planes del Gobierno para implementar este mecanismo, que permitirá retribuir la firmeza y disponibilidad de instalaciones capaces de estabilizar la red en momentos críticos. El coste de este mecanismo rondará los 800 millones de euros anuales, que se repercutirán en la factura eléctrica con una subida estimada de entre un 5% y un 8%.
Solicitudes superan la potencia
Según los últimos datos de Orka Energía, recopilados hasta mediados de septiembre de 2025, confirman que España ha dejado de ser un mercado incipiente para contar con un parque de almacenamiento notable: 5.378,86 megavatios de potencia instalada en tramitación. Aproximadamente la mitad corresponde a proyectos stand-alone, conectados directamente a la red, y la otra mitad a proyectos híbridos que combinan generación renovable y almacenamiento.
Enel lidera el ranking con más de 500 MW, seguida de Grenergy, Matrix Renewables, Iberdrola y Forestalia, todas ellas en torno a los 300 MW. La entrada simultánea de utilities y nuevos promotores demuestra que el almacenamiento ya es un negocio consolidado y atractivo para fondos de inversión.
Además, según la plataforma de inteligencia artificial, “en los últimos 15 días han salido a información pública siete nuevos proyectos y otros seis han continuado su tramitación. Y esto va a continuar, porque tenemos muchos clientes con proyectos cercanos a salir a información pública”.
El horizonte a medio plazo está marcado por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), cuya actualización eleva a 22 gigavatios el objetivo de almacenamiento energético para 2030. La cifra incluye el bombeo hidráulico, pero se espera que las baterías aporten una parte sustancial de esa capacidad. De hecho, las solicitudes de acceso y conexión ya superan con creces la potencia instalada, lo que sugiere que la meta es alcanzable e incluso podría superarse si la tramitación administrativa avanza al ritmo necesario.
“El almacenamiento es un sí o sí y va a explotar con o sin mecanismo de capacidad. Lo que aportará este sistema es más solidez y seguridad a los inversores”, afirma Luis Marquina, presidente de la Asociación Empresarial de Pilas, Baterías y Almacenamiento (Aepibal).
Participación en el mercado
El mercado de capacidad busca garantizar firmeza en un sistema cada vez más dependiente del sol y el viento. Podrán participar centrales de gas de bajas emisiones, instalaciones renovables con baterías, proyectos de almacenamiento puros y programas de gestión de la demanda. El único requisito: emisiones inferiores a 550 gramos de CO2/kWh y no contar con otras retribuciones reguladas.
Red Eléctrica determinará las horas de máxima tensión del sistema, en las que las instalaciones adjudicatarias deberán estar disponibles.
A pesar del dinamismo, el sector afronta desafíos importantes: tramitaciones largas y complejas, necesidad de garantizar la seguridad y disponibilidad en horas críticas y el impacto económico en consumidores e industria por la subida en la factura. Además, la industria insiste en la urgencia de asegurar cadenas de suministro competitivas para materias primas como litio, níquel o cobalto.
Sin embargo, con más de 5 GW ya en operación, un número creciente de proyectos en tramitación y un mecanismo regulatorio a punto de arrancar, el país cuenta con condiciones privilegiadas para liderar la carrera del almacenamiento en Europa.
galan
17/09/2025