En temas de electrificación, muchos fabricantes han empezado la casa por el tejado. Algunos son conscientes de ellos, como es el caso de KIA que en varias ocasiones ha comentado a este medio que su nueva gama de modelos cero emisiones “está en los estratos altos de precio” aunque también ha asegurado que lo que está por llegar “ser afrontable para todos”. En este punto, el precio medio de un coche eléctrico con una autonomía razonable (superior a los 400 km) se sitúa en torno a los 40.000 euros, si bien varias marcas han establecido suculentas rebajas en sus modelos. Esto unido al fin de algunos subsidios gubernamentales en ciertas regiones de Europa o en nuestro caso, a la poca efectividad del Plan MOVES III en materia de retribución inmediata, han provocado que la venta de coches eléctricos se estanque casi a nivel global.

Una situación que se agrava por un lado según los datos recogidos por el buscador online norteamericano Edmunds, en el que el 47% de los usuarios que tendría intención de comprar un coche eléctrico, busca que su precio sea inferior a los 40.000 dólares (37.000 euros al cambio actual) y el 22% aspira a uno por debajo de los 30.000 dólares (27.650 euros). No obstante, la clave la ha vuelto a dar Carlos Tavares, CEO de Stellantis.

Un 25% del planeta no está preparado

Porque según el máximo responsable del conglomerado de coches “los vehículos eléctricos actuales pueden ser una solución para algunas de nuestras sociedades, pero creo que deberíamos alejarnos de ese pensamiento dogmático según el cual algo sirve para todos”. Una declaración hecha en el marco del Freedom of Mobility Forum llevado a cabo por la propia Stellantis.

Mismo escenario al que se sumó Roberto Schaeffer, profesor de economía energética en la Universidad Federal de Río de Janeiro en Brasil, quien aseguró que actualmente “hay 800 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a la electricidad, mientras que otros no tiene una red eléctrica estable de la que depender”. Schaeffer hacía clara referencia a los países emergentes (también denominados BRICS), aunque tampoco deja de lado a primeras potencias como Estados Unidos, donde casi el 40% de los encuestados por YouGov aseguraron que no están dispuestas si quiera a cambiar sus hábitos de transporte, poniendo especial foco en las áreas rurales y las personas mayores. “De ahí que la movilidad eléctrica no sea una solución, al menos para los próximos 20 o 30 años cuando se han establecido los objetivos de Net Zero”, confirmó el profesor de economía ante la atenta mirada de Tavares.

Biocombustibles sí, hidrógeno no, de momento

En esta línea y teniendo en cuenta la “pobreza energética mundial” que existe actualmente, en dicho foro se sacó la conclusión de que no se debería tener una solución única en lo que respecta a la movilidad, siendo aquí donde los biocombustibles podrían funcionar mejor que los coches eléctricos en regiones como Europa o Estados Unidos. Por su parte, Tavares expresó su apoyo al hidrógeno aunque siendo consciente de su “escasa viabilidad actual por el elevadísimo coste que supone”, incluso aunque la forma de conseguirla fuera limpia. Por ello lo ve como una posible solución “en un futuro cercano” para flotas de grandes empresas per no “para el ciudadano de a pie”.

Baterías más pequeñas, la clave

Por último, el propio Tavares aseguró que su grupo está trabajando exhaustivamente en reducir el peso de sus baterías ya que para el CEO de Stellantis “no tiene sentido” que una un coche eléctrico con un rango de 400 kilómetros pese del orden de 500 kilos más que uno de combustión por la cantidad de materias que se acumulan en sus paquetes de celdas. Si bien no expresó cómo están trabajando para conseguirlo, sí se mostró esperanzado en que “durante la próxima década seremos capaces de reducir a la mitad dicho peso lo que igualmente implicará que utilizaremos la mitad de materias primas, resolviendo así la escasez mundial de litio”, finalizó.