De obsesiones y caminantes blancos

El Gobierno sigue erre que erre con intervenir el mercado eléctrico. Y ni más ni menos lo quiere hacer a base de decretazo. El Ministerio de Energía está preparando un Real Decreto con el que obligar a mantener abiertas las centrales térmicas de carbón que quieran cerrar antes de 2020.

Esa es la única solución que se le ocurre al ministro Nadal y a su secretario de Estado, Daniel Navia, para el carbón nacional. Obligar a las centrales que lo queman a mantenerse abiertas.

Lo que todavía no ha explicado el Gobierno son los motivos para realizar un atropello de tal calibre al mercado liberalizado de la generación eléctrica.

Una medida, que desde Bruselas no estaría bien vista teniendo en cuenta los planes de la Comisión de descarbonizar Europa. ¿Se acordará el ministro de que España ha firmado el Acuerdo de París? Y para ello, es fundamental el cierre paulatino de las centrales térmicas de carbón. No solo las nacionales sino todas.

Álvaro Nadal no quiere que las centrales térmicas de carbón de Endesa cierren antes de lo previsto. Pero es que para mantener su producción, que es deficitaria con el carbón autóctono, tendría que realizar una serie de inversiones que no cuadran a la empresa italiana Enel.

Hacer esas inversiones para contaminar menos desde las centrales conllevaría un retorno de la inversión que sería necesario mantener abierta la central más allá de 2025, y los planes europeos no pasan por ahí.

El Gobierno quiere mantener el mismo mix para 2030, o muy parecido. Que sigan todas las tecnologías posibles. Sobre todo se refiere a carbón y nuclear, dos tecnologías que hacen que el precio de la luz no se dispare.

Viendo que el PP ha conseguido el apoyo al techo de gasto de 2018 y que se aprobarán los Presupuestos en otoño (si no se descarrila la cosa), el Gobierno cree que como pronto no habrá moción de censura antes de 2019 o no tendría que adelantar las elecciones hasta ese año.

El objetivo de Nadal es conseguir que el precio de la luz baje de alguna forma para esas fechas. Si no lo hace, pierde un arma electoral muy buena de cara a los españoles. Y para eso necesita mantener a todas las centrales.

Si España pierde potencia nuclear y térmica en los próximos cinco años, verá como el precio de la luz se encarecerá con la entrada de más gas en el mercado, pero todo dependerá de la volatilidad del precio del gas. Sin carbón ni nuclear, los ciclos despertarían de su letargo 10 años después de su puesta en marcha. Pero Nadal no quiere eso. Ni en pintura.

Además, como enemigo de las renovables, tampoco quiere que estas se hagan dueñas del cotarro eléctrico tan pronto. Prefiere esperar. Lo que él llama esperar a que bajen aún más sus costes. A que sea competitiva. Ahora con las subastas se ha dado cuenta de que las renovables son competitivas y que a lo mejor sería bueno dar una mayor entrada. Pero siempre a coste cero para el consumidor.

Otra cosa. En 2019 el Gobierno meterá un nuevo recorte a las renovables ya existentes. Con esa medida piensa rebajar la factura de la luz. Pero tanto Nadal como Navia saben que el invierno podría llegar a la Castellana (ahí está la sede del Ministerio) antes de lo que se pensaban.

Los caminantes blancos del déficit de tarifa podrían irrumpir de nuevo. Los ingresos obtenidos por el canon hidráulico y el 7% a la producción eléctrica podrían tener los días contados allá por 2019, cuando el Gobierno quiere justo que baje la luz. Como a la Justicia europea le dé por obligar a España a devolver todo ese dinero (2.000 millones anuales), el déficit de tarifa se vuelve a instalar.

Toda una reforma al traste. Ahh, y que no se olvide. El Gobierno dice que en el peor de los casos tendría que pagar 3.000 millones por las demandas internacionales. Más costes al sistema. Hagan sus cuentas.

¿Conseguirá el Gobierno bajar el recibo de la luz teniendo descuadrado el sistema eléctrico? En los últimos años está la prueba. Busquen en sus facturas de hace 10 años, si las tienen. The winter is coming.

Ramón Roca es director de El Periódico de la Energía