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'Deep tech' española que transforma infraestructuras grises en oasis azules

Ocean Ecostructures, la ‘deep tech’ catalana que convierte muelles, plataformas y cableado eléctrico submarino en oasis de biodiversidad, acaba de cerrar 3,5 M€ de financiación y avanza en su transición de startup a scaleup. Hablamos con su CEO, Ignasi Ferrer, sobre innovación tecnológica, negocio e impacto

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La startup, reconocida por sus microarrecifes biomiméticos y su monitoreo con drones submarinos e IA, anunció en junio una ronda de 3 M€ liderada por Seven Seas Capital, con el respaldo de Ship2B Ventures e Inclimo Tech Fund. En julio, la compañía amplió hasta 3,5 M€ con la entrada de Faber, fondo especializado en economía azul. El objetivo compartido es escalar una solución tecnológica de regeneración marina que ya está instalada en petroleras, islas energéticas y cableados submarinos para compañías como Repsol, Princess Elisabeth Island (Elia), la primera isla energética del mundo, o Red Eléctrica, filial de Redeia. También se ha instalado ya en más de 30 Autoridades Portuarias como Tarragona, Bilbao, Algeciras, Lekeitio o Las Palmas; y en marinas deportivas como Puerto Portals, Port Fòrum, Pendennis Vilanova, Marina Palamós, L’Estartit, Puerto Banús o Port Adriano, entre otros.

Pretenden multiplicar por diez el despliegue para encaminarse a las 3.000 unidades instaladas en 2027. Las alianzas con las que cuenta la compañía le han permitido registrar una facturación de 1M€ en 2024 (10 veces mayor que en el ejercicio anterior), que esperan duplicar este año.

El impulso que permite la ronda de inversión

“La ronda es el recurso que necesitamos para pasar de startup a scaleup. Confirma el proyecto y nos permite ejecutar nuestro Roadmap to Leadership”, destaca Ferrer en una entrevista con El Periódico de la Energía. “Vamos a dedicar estos recursos, primero, a I+D pues somos una compañía tecnológica basada en ciencia pero también a expandir mercados, con prioridad en Portugal y Oriente Medio”. Se trata de un cambio de paradigma: infraestructuras como aliadas del océano. No se trata de ‘compensar lejos’, sino de regenerar allí donde se genera el impacto.

Seven Seas Capital ha liderado la ronda de inversión, apostando de lleno por la regeneración marina y la innovación climática. Para Ferrer, este respaldo tiene un valor que va mucho más allá del financiero. “Somos una startup de impacto; nuestra razón de ser es regenerar la vida marina e innovamos para hacerlo replicable y escalable”, explica. “Tener a un fondo alineado con la misión y especializado en economía azul es crucial: aporta conocimiento sectorial, networking y acompañamiento también en los momentos difíciles”.

El ecosistema inversor que rodea a Ocean Ecostructures se completa con actores de referencia en el ámbito del impacto. “Ship2B e Inclimo fueron nuestros primeros inversores institucionales de impacto; conocen muy bien el formato startup”, señala Ferrer. “Faber, por su parte, es un fondo de impacto con foco en economía azul. Más allá del capital, nos interesa su alineamiento filosófico, sus sistemas de apoyo y su tracción para abrir puertas en nuevos mercados y proyectos”.

Deep tech (robótica, inteligencia artificial, IoT y soluciones regenerativas)

La pieza central del proyecto es el Bio Boosting System®, una unidad patentada que concentra lo que hace exitoso a un arrecife natural. “Siempre digo que son un poco feos, pero extremadamente eficientes en regenerar vida marina”, bromea Ferrer. Cada microarrecife biomimético está fabricado en carbonato cálcico (la superficie óptima para la colonización marina) y diseñado como guardería: refugio para que la microfauna llegue, se fije y crezca a salvo de depredadores.

La clave práctica está en su anclaje “quita y pon”: se instala en paredes de muelles, pilotes, tuberías o sobre cableado submarino, y si el puerto tiene obras o una eléctrica debe revisar el cable, se retira y se recoloca sin interferir en operaciones. Cada unidad, las Life Boosting Units, está geolocalizada y se monitorizan las especies presentes, se estima biomasa generada, CO₂ fijado, oxígeno disuelto, acidez, turbidez, clorofila y calidad de agua. “Lo singular no es solo el artefacto; es el binomio regeneración + datos. Convertimos resultados ecológicos en información útil para la ciencia y para el negocio”.

Imagen: Ocean Ecostructures

Del impacto ambiental al valor empresarial

La tecnología de Ocean Ecostructures de regeneración de vida marina ofrece a empresas y administraciones una herramienta medible para demostrar y monetizar su compromiso ambiental. Convierte el impacto positivo en un activo corporativo a través de datos y métricas verificables, basadas en metodología TNFD, útiles también para reporting y ratings en base a CSRD, GRI, CDP, SBTi o EcoVadis.

“Nosotros no emitimos créditos de carbono, aunque nuestras estructuras capturan CO₂”, explica Ignasi Ferrer. “Cuantificamos los servicios ecosistémicos que generamos y los traducimos a estándares reconocidos, para que las compañías puedan demostrar su contribución a la biodiversidad con rigor científico”.

Gracias a esta “contabilidad de la naturaleza”, puertos, compañías eléctricas o empresas Oil & Gas pueden generar un impacto positivo in situ, donde operan. Las unidades permiten obtener métricas relevantes a la hora de participar en licitaciones, acceder a financiación verde y mayor credibilidad ESG ante inversores y autoridades.

“Nuestra tecnología ayuda a obtener la social licence to operate”, señala Ferrer. “Las comunidades costeras exigen a las empresas que demuestren su compromiso real con el entorno; nuestra solución convierte infraestructuras en activos regenerativos, visibles y medibles”.

Ignasi Ferrer, CEO de la compañía.Imagen: Ocean Ecostructures

Tecnología azul conquista nuevos mares

Ocean Ecostructures ha sido una de las diez deeptechs globales seleccionadas por el programa ScaleX de la King Abdullah University of Science and Technology (KAUST), con acompañamiento institucional del Ministerio de Inversiones saudí. La agenda pasa por acelerar implantación y tejer alianzas público-privadas.

El interés de Oriente Medio no es casual. La región concentra una enorme densidad de infraestructuras marinas y costeras (desde puertos industriales hasta plataformas energéticas), en un contexto de diversificación económica y transición ecológica liderado por países como Arabia Saudí o Emiratos Árabes. “Allí hay un potencial transformador enorme”, señala Ferrer. “Existe una apuesta real por la innovación climática y por restaurar los ecosistemas marinos, y nuestra tecnología encaja perfectamente en esa visión de sostenibilidad aplicada a grandes infraestructuras”.

Más cerca, el proyecto OASIS con Eurecat está convirtiendo los puertos de Barcelona y Palma en escaparate tecnológico. Con el centro tecnológico catalán han perfeccionado las Life Boosting Units: diseño estructural, simulaciones multifísicas para resistir corrientes y oleaje, durabilidad, peso y sistemas de anclaje pensados para el entorno portuario. La integración tecnológica (con GPA Seabots en la monitorización) permite medir, reportar y demostrar beneficios ambientales tangibles. OASIS, además, cristaliza un modelo colaborativo: el puerto habilita la solución y navieras, terminalistas o cruceristas neutralizan su impacto con datos que encajan en sus obligaciones ESG. “Los puertos suelen estar pegados a la ciudad. Convertirlos en generadores de vida y de pesca tiene impacto ambiental, económico y cultural”, apunta.

La conversación pasa inevitablemente por el Mediterráneo, “en luz roja”, dice Ferrer, por su escaso recambio de agua y episodios recientes que han diezmado especies emblemáticas. El CEO describe cómo cambiaría este Mar si escalase y se expandiese su solución: Cada cien unidades, de media y a grandes rasgos, sumarían unas dos toneladas de vida marina nueva al año. “Sería devolver resiliencia: más biodiversidad para contener invasoras y amortiguar impactos antrópicos”. La compañía ya trabaja con el CSIC en una capa adicional, el “pre-sembrado” de especies de alto valor ambiental (posidonia, gorgonias, corales o esponjas) para acelerar la recuperación y reintroducir lo perdido donde haga falta.

Imagen: Ocean Ecostructures

“Co-ompetencia”

La última idea no es tecnológica, es cultural. Ferrer habla de competir colaborando en el sector de la renaturalización y la conservación marina. “Los problemas del mar son globales y complejos.

Necesitamos sumar a quienes diseñan estructuras, a quienes restauran posidonia, a la academia y al sector privado. Ahí queremos jugar un papel crítico: tender el puente que faltaba entre empresas y medio ambiente. Hacer que la regeneración marina sea rentable. Si dentro de unos años miramos atrás y podemos decir que ayudamos a alinear sostenibilidad y crecimiento, habrá merecido la pena”.

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