La transición hacia los coches eléctricos ha ganado consenso entre la sociedad, la industria y las administraciones públicas. Sin embargo, este cambio no se limita simplemente a la fabricación de vehículos eléctricos; implica un cambio de paradigma que abarca la concienciación medioambiental en los usuarios, la gestión eficiente de las energías verdes y la expansión de las infraestructuras adecuadas.
Desde el primer concepto de coche eléctrico a finales del XIX hasta hoy, la tecnología y la disponibilidad han experimentado avances significativos. A pesar de que muchos pueden acceder hoy día a estos vehículos para uso particular, persisten barreras para su adopción masiva. Los usuarios aún se cuestionan la eficacia de los coches eléctricos, su autonomía para el uso diario y si la transición implica renunciar a la comodidad en aras de la sostenibilidad. La recarga, en particular, ha sido un punto crucial en este proceso de cambio, y ha sido desde el principio la gran demanda (o punto débil) de la movilidad eléctrica. Tanto la capacidad de las baterías como la infraestructura de recarga han evolucionado tecnológicamente en los últimos cinco años y es esencial comprender su funcionamiento.
Cómo funciona
La misión de un cargador de coche eléctrico consiste en transformar la energía de la red eléctrica para llenar la batería del vehículo. Dentro de estos dispositivos se encuentran power units, rectificadores y controladores de recarga que permiten el proceso. Los sistemas específicos, como el CCS o CHAdeMO, facilitan la coordinación de diferentes parámetros para garantizar que la velocidad, la cantidad de energía o la temperatura (especialmente importante) se ajusten de manera dinámica durante todo el tiempo de recarga según sean las necesidades del vehículo y la potencia disponible.
Y esta última es, a día de hoy, el quid de la cuestión. Porque el tipo de punto de recarga se clasifica según su velocidad: lenta, semi-rápida, rápida, superrápida o ultrarrápida. La recarga _lenta _utiliza el enchufe estándar que todos tenemos en casa (230V). Es la que suele haber en las plazas de estacionamiento particular o garajes comunitarios, y generalmente necesita alrededor de 8 horas para la recarga completa del vehículo.
Por su parte, las estaciones de recarga semi-rápidas (un eufemismo para las ‘menos lentas’) tienen una potencia de entre 7kW y hasta 22kW aproximadamente. Suelen estar en lugares públicos y la duración de una recarga completa suele ser de aproximadamente la mitad que en los puntos de recarga de tipo lento. Y, por fin, los puntos de recarga rápida, superrápida o _ultrarrápida _-no confundir entre ellos-, tienen una potencia que oscila entre los 50 kW (los rápidos) hasta los 400kW (los ultrarrápidos). Estos últimos permiten recargas en cuestión de minutos, equiparando la velocidad de llenado de combustibles tradicionales en los vehículos con mayor capacidad.
Puntos de carga
En el contexto actual, donde el objetivo para 2030 es superar los cinco millones de vehículos eléctricos en circulación -actualmente se calcula menos de medio millón-, es imperativo centrarse en la implementación de puntos de recarga ultrarrápidos. Sin embargo, la infraestructura actual debe mejorar y acelerar para cumplir con esta meta. Por ejemplo, las canalizaciones actuales en las ciudades no siempre permiten el acceso a estas grandes potencias y también son importantes la comunicación 4G y 5G, así como el acceso a fibra óptica, para asegurar una mayor fiabilidad y disponibilidad.
Aunque en España ya hay en funcionamiento un buen número de puntos de recarga lenta, la planificación y ejecución de proyectos se ven obstaculizadas por la complejidad de numerosos actores, desde ayuntamientos hasta distribuidoras eléctricas. La falta de fechas claras y plazos acordados complica la planificación y ejecución de nuestros proyectos, añadiendo un desafío adicional a los esfuerzos de despliegue rápido en comparación con otros países europeos.
Desde España podemos y debemos demostrar a Europa nuestro compromiso y preparación para proyectos innovadores que destaquen la eficiencia de la movilidad eléctrica. Esta transición no solo implica adoptar vehículos eléctricos, sino construir una sociedad comprometida con la movilidad sostenible, un objetivo que no debemos perder de vista y que, si se logra de manera ultrarrápida, será aún más beneficioso.
José Antonio Alba es director de Operaciones de Electra.
galan
04/03/2024