La República Checa importó de Rusia el 65% del petróleo que consumió durante el primer semestre del año, una dependencia energética claramente superior a la del 56% registrada en 2022 y la más alta de los últimos once años.
Así lo informó este lunes la empresa estatal Mero, propietaria de los tramos checos de los dos oleoductos que llegan al país centroeuropeo.
Según la Oficina de Estadísticas checa, entre el 1 de enero y el 30 de junio pasados las importaciones de petróleo ruso que llegan a través del oleoducto "Druzhba" tras pasar por Bielorrusia, Ucrania y Eslovaquia, totalizaron 2,3 millones de toneladas.
Ese volumen supera en 600.000 toneladas el registrado en los primeros seis meses del año pasado.
Detrás del marcado incremento está, según Mero, la decisión de las refinerías de asegurarse el abastecimiento de su materia prima por temor a cortes en el suministro a través de Ucrania debido a la guerra, explicó una portavoz de la empresa a la agencia CTK.
Los analistas del mercado lo achacan además al competitivo precio de la oferta rusa, con un barril cerca de 20 dólares más barato que el del crudo Brent, de referencia en Europa.
El petróleo de República Checa
En 2022, la República Checa importó un total de 7.424.800 toneladas de crudo, con un aumento del 8,5% respecto a 2021, y el 56% de ese volumen procedió de Rusia.
Los datos actuales suponen el mayor porcentaje de crudo ruso desde 2012, cuando la tendencia de compra de este combustible fósil procedente de la Federación Rusa había sido a la baja.
La Unión Europea (UE) renovó en julio pasado el veto a la importación o transferencia de petróleo y determinados productos petrolíferos de Rusia por vía marítima, en el marco de las sanciones impuestas a Moscú por su agresión contra Ucrania, una medida que no afecta al combustible transportado por oleoductos.
Al atravesar Ucrania, el crudo que pasa por el ramal sur del oleoducto Druzhba es una fuente importante de ingresos para Kiev, que cobra tasas por el tránsito del "oro negro" a través de su territorio.
Pese a ello, las autoridades ucranianas han advertido de que podrían interrumpir en 2024 el paso del crudo ruso, al considerar que su compra por países europeos está ayudando a financiar los ataques militares en su contra.
Un corte de esos suministros afectaría también a otros países de la región, como Austria o Eslovaquia, que mantienen una alta dependencia del crudo ruso para satisfacer sus necesidades energéticas.
En mayo pasado, Praga anunció que, de cara al futuro, espera poder reducir, e incluso eliminar, esa dependencia gracias al aumento de la capacidad del oleoducto TAL desde el puerto italiano de Trieste, al que llegan barcos petroleros de todo el mundo, y su ramal IKL, que pasa por Alemania.
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