En la lucha contra el cambio climático, reducir las emisiones de carbono es una prioridad mundial. Aunque las industrias más visibles, como el transporte y la manufactura, suelen ser las principales señaladas, la Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC) también juega un papel significativo. Actualmente, este sector es responsable de entre el 2% y el 4% de las emisiones globales de carbono, una cifra similar a la de la industria de la aviación, y se espera que esta proporción aumente al 20% para 2030.
Los servicios en la nube, un componente clave de la TIC, genera dos tipos de emisiones: las operativas, que provienen del consumo de energía, y las denominadas "embodied", derivadas de la fabricación de los componentes de hardware, como los semiconductores. Ante este reto, grandes compañías tecnológicas como Microsoft y Google han establecido metas ambiciosas para reducir su huella de carbono, enfocándose especialmente en los centros de datos.
Servidores "verdes"
En respuesta a este desafío, un equipo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon (CMU), liderado por Jaylen Wang, estudiante de doctorado en ingeniería eléctrica e informática, ha diseñado una solución innovadora para reducir las emisiones de los servidores en la nube. Esta propuesta, llamada "GreenSKUs", se enfoca en la creación de diseños de servidores más eficientes en términos de carbono, sin comprometer el rendimiento.
El estudio, que fue presentado en el Simposio Internacional de Arquitectura de Computadoras ACM/IEEE 2024, revela un enfoque sistemático para optimizar el diseño y la implementación de estos servidores verdes. “El uso de recursos computacionales está directamente relacionado con las emisiones de carbono”, explicó Wang, señalando que las aplicaciones que requieren grandes cantidades de procesamiento y almacenamiento generan proporcionalmente más emisiones.
Marco metodológico
Para ayudar a los desarrolladores de la nube a seleccionar servidores más eficientes, el equipo de investigación desarrolló un marco metodológico llamado GSF. Este sistema permite a los proveedores de servicios en la nube tomar decisiones más informadas sobre el diseño y despliegue de servidores que minimicen las emisiones. En una prueba aplicada bajo las condiciones de producción de Microsoft Azure, GSF logró reducir las emisiones de carbono de la plataforma en aproximadamente un 10%, una cifra que podría disminuir entre 0,1% y 0,2% de las emisiones globales de carbono para 2030.
Además de Wang, el equipo incluye a la profesora asistente Akshitha Sriraman, y planean extender la investigación a otros sectores de la computación en la nube. Wang destacó que el creciente uso de inteligencia artificial y modelos de lenguaje como ChatGPT hará necesario desarrollar servidores especializados que maximicen la eficiencia y reduzcan las emisiones. También subrayó la importancia de abordar la obsolescencia programada, reutilizando componentes de hardware desmantelados en nuevos diseños de servidores.
Con este enfoque, los investigadores buscan transformar el futuro de la computación en la nube y los centros de datos, no solo optimizando el rendimiento, sino también mitigando el impacto ambiental del sector tecnológico.
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