El día ha llegado. Tras ganar por segunda vez las elecciones de Estados Unidos, Donald Trump fue investido ayer, de nuevo, como presidente. A partir de ahora cuatro años que dictaminarán no solo el devenir del propio país sino probablemente el de todo el planeta. Si centramos el foco en el campo que nos ocupa, está por ver qué medidas tomará el neoyorquino en relación a los vehículos eléctricos aunque como es de esperar, muchas de las leyes vigentes con los demócratas puede que acaben cancelándose.
Esto es precisamente lo que más preocupa a la Alianza para la Innovación Automovilística (Auto Innovations) y que vendría a ser lo más parecido a la ACEA Europea, pues a través de su presidente, John Bozzella, confirmó en una entrevista concedida a The Detroit News que “Estados Unidos está entre 10 y 15 años por detrás de China en la carrera hacia la electrificación”. De hecho en la comparecencia que dio en el pasado Salón del Automóvil de Detroit, aseguró que le había enviado personalmente una carta a Trump enfatizando el papel fundamental que desempeña la industria automotriz en la economía del país.
Necesitados de subvenciones
Para intentar mitigar dicha brecha no solo con el gigante asiático sino incluso con Europa, desde la administración Biden se destinó una importante partida presupuestaria para la entrega de ayudas no solo a los usuarios, sino incluso a las propias empresas para alentarse a fabricar y desarrollar tanto modelos como baterías. Así, bajo la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) se canalizaron más de 100.000 millones de dólares a la cadena de suministro de baterías de Estados Unidos para fomentar la fabricación nacional de baterías para vehículos eléctricos. Estos subsidios se han tornado como fundamentales para impulsar la inversión y permitir que los fabricantes de automóviles conviertan las fábricas del Medio Oeste a la producción de vehículos eléctricos.
“El crédito de producción es fundamental para nuestra industria y su desaparición tendrá un impacto significativo para ella”, llegó a afirmar el director ejecutivo de Ford, Jim Farley; mientras que el presidente de la Asociación Nacional de Concesionarios de Automóviles (NADA), Mike Stanton, se ha mostrado preocupado recientemente ante la posible eliminación de los créditos fiscales. En la misma línea se encuentra el propio Bozzella quien confirmó que “si desaparecen las bonificaciones, perderemos el objetivo marcado a lo que habría que sumar un stock de casi 200.000 coches que no se han comercializado y que de la noche a la mañana pueden volverse 7.500 dólares más caros. Necesitamos más tiempo para ponerlos en circulación y que no sea un problema”. De hecho, muchos fabricantes se han mostrado incluso receptivos a que esta subvención se reduzca de manera gradual, pero nunca que se suprima por completo.
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