La energética danesa DONG Energy ha anunciado que va a abandonar “totalmente el uso del carbón” en 2023. El líder mundial en energía eólica marina ha anunciado su decisión “tras visualizar que la compañía quiere liderar el camino en la transformación hacia un sistema energético sostenible y la creación de una marca líder en energía verde”.
La decisión no le va a costar mucho esfuerzo, ya que su consumo de carbón lo había reducido en un 73% desde 2006, y sus centrales térmicas de carbón seguirán funcionando pero sustituirán esta materia prima por biomasa sostenible. Una experiencia que ya han puesto en marcha en 2016, con dos centrales eléctricas que se reconvirtieron para funcionar con pellets de madera y paja.
“El cambio climático es algo que está cambiando la vida de millones de personas en todo el planeta ya hoy en día”, añadió. El objetivo es muy ambicioso. La compañía no solo cerrará el grifo al carbón, sino que pretende cumplir una misión, la de ser un líder en la transición a sistemas energéticos más sostenibles, “y ésa es la razón por la que hemos anunciado que vamos a ser una compañía libre de carbón en 2023”, añadió Poulsen.
La decisión de la energética danesa podría servir de ejemplo para otras empresas del sector, quienes “deberían echar un vistazo a las oportunidades de cambiar su apuesta, de forma más agresiva, y virar hacia las energías renovables, sobre todo ahora que sus costes han descendido significativamente en poco más de dos años”, concluyó el portavoz.
Y no solo a nivel empresarial. Lo dice la Agencia Internacional de la Energía. La demanda de carbón térmico descenderá a los 60 dólares por la caída de la demanda en el mayor consumidor del mundo, China, una demanda que “tocó techo en 2013 y desde entonces registra un continuo descenso”. Solo India podría cambiar esa tendencia si consigue su objetivo, y es que 40 millones de indios tengan acceso a la electricidad.
En Europa, el carbón empieza a ser “simbólico”, según la AIE. Polonia es y será la gran excepción, porque el carbón autóctono supone más del 50% de su energía primaria y el 80% de la generación de electricidad, y le seguirá de cerca Alemania, que tiene difícil desprenderse del combustible más contaminante del planeta porque necesita una tecnología que sustituya a la nuclerar, ya que tiene previsto para 2022 cerrar todas sus centrales nucleares.