El portavoz de Ecologistas en Acción para temas nucleares, Francisco Castejón, ha planteado la conveniencia de cambiar los criterios de reparto de los fondos que Enresa destina al entorno de la central nuclear de Santa María de Garoña para primar proyectos de desarrollo económico y empleo en la zona.
En declaraciones a Efe, Castejón ha explicado que los fondos se pagan como compensación por la proximidad de residuos nucleares, por lo que seguirán llegando aún cuando se desmantele la central atómica.
Se trata de unos dos millones de euros anuales que se reparten entre 31 municipios de Burgos y cuatro de Álava, por criterios de proximidad al depósito de residuos, volumen de población y superficie de cada municipio.
En su lugar, Castejón propone que se asignen mediante un concurso de proyectos, de manera que ayuden a reactivar la zona tras el cierre de la central nuclear.
Tras asegurar que los grupos ecologistas mantienen la vigilancia para que el desmantelamiento de Garoña se realice de forma correcta, Castejón ha insistido en que también les preocupa la reactivación de la zona y ha lamentado que las administraciones no estén actuando y hayan olvidado la preocupación por los puestos de trabajo en la que insistían antes del cierre de Garoña.
El portavoz de Ecologistas en Acción alerta también del riesgo de seguridad y falta de control que supondría que las propias eléctricas se encargaran del desmantelamiento de Garoña, como ha insinuado el ministro de Industria y Energía, Álvaro Nadal.
Supondría desaprovechar toda la experiencia de Enresa, que ya ha trabajado en los desmantelamientos de Vandellós I y Zorita.
En el caso de Vandellós I, la planta cerró tras un accidente en 1989 y su reactor está envuelto en un búnker de hormigón, por lo que el final del desmantelamiento tardará "bastantes años".
En Zorita, el proceso "en el que Enresa está trabajando muy bien", según Castejón, terminará en dos o tres años, con lo que todo el desmantelamiento se ha prolongado durante 15 años.
Las dos centrales son diferentes entre sí y también de Garoña, que es una central de agua en ebullición, por lo que tiene una gran cantidad de tuberías contaminadas.
Castejón estima que los trabajos previos al comienzo del desmantelamiento, básicamente la retirada de residuos de baja, media y alta actividad, se prolongará unos dos años y la fase posterior podría durar entre 15 y 20 años.
Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Todos los campos son obligatorios