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Hace unos días, desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE) difundíamos unos tristes datos: 2014 ha sido el peor año de la eólica en España. Hay que remontarse veinte años, a 1994, para encontrar un crecimiento tan exiguo, de menos de 30 MW.

¿Qué ha pasado? Nada más y nada menos que el tsunami de la Reforma Energética. Una regulación que, entre otras muchas cosas, permite al Gobierno modificar las condiciones económicas cada seis años supone todo menos un incentivo a la inversión. AEE venía advirtiendo sobre ello desde que la Reforma dio sus primeros coletazos, allá por 2013, y nuestros peores temores se han confirmado.

Lo curioso es que el Ejecutivo no oculta que necesita más potencia eólica en España. Su Planificación Energética a 2020, con la que ha de cumplir con los vinculantes objetivos europeos de consumo eléctrico a través de fuentes renovables, muestra esta necesidad: sólo se cumplirán si se instalan entre 4.500 y 6.500 MW eólicos, lo que supondría una inversión de entre 6.000 y 8.700 millones de euros. Es más, 2.500 MW deberían instalarse entre 2015 y 2016, lo que supondría volver a cotas de crecimiento similares a las de los mejores años del sector, con una regulación que realmente incentivaba a la eólica. ¿Cómo piensa conseguirlo? Ni idea.

Luis Polo.

El Ejecutivo también está muy interesado en que se instalen 450 MW eólicos en Canarias, para lo que ha dictado una normativa ad hoc que les libra de ir a subastas –el nuevo sistema de instalación– y les otorga retribución –ningún otro parque nuevo que se haga en España tiene derecho a ello–. Pero se ha encontrado con la sorpresa de que a su primera convocatoria sólo han acudido 15 MW. ¿Por qué? Porque, al fin y al cabo, Canarias está en España y le afecta la posibilidad de que la retribución se modifique cada seis años. Además, el Gobierno reconoce que la eólica en el archipiélago ahorra dinero a los españoles al sustituir centrales de generación térmica, mucho más caras (hablamos de un sobrecoste de unos 1.800 millones de euros). Entonces, ¿por qué no se reconoce a los parques antiguos esta habilidad de reducción de costes y se les da un incentivo por ahorro a ellos también? ¿No resulta un tanto discriminatorio? ¿Por qué no se toman medidas que ayuden a restablecer la seguridad jurídica para que no haya miedo a invertir?

Con la Reforma Energética, para los promotores se ha abierto una nueva etapa, en que maximizar los ingresos y refinanciar la deuda están en el centro de la agenda. Y en un sector altamente apalancado conseguir que los bancos entiendan y se adapten a la nueva situación es clave. Sobrevolando la situación, los asuntos legales: asociaciones y empresas consideran que hay razones suficientes para discutir la Reforma Energética por la vía judicial, como demuestran los más de 300 recursos presentados contra la norma en el Tribunal Supremo.

Mientras tanto, para la industria eólica, esa industria con empresas punteras en toda la cadena de valor envidiada en todo el mundo, la Reforma Energética cierra el paso a las pocas posibilidades que le quedaban al mercado doméstico. Su disyuntiva es: ¿Merece la pena mantener el empleo, los centros de I+D y el talento en España sin demasiadas perspectivas de futuro?

En esa tesitura empiezan las empresas 2015. Miran con tristeza como países del calibre de Alemania, Reino Unido y Francia lanzan sus apuestas energéticas con la eólica en el centro, mientras el Gobierno español hace todo lo posible por perder un tren en el que iba en el vagón de cabeza.

Y en esas estamos. Trabajando para que la potente industria eólica no se vaya de España. Son necesarias medidas de apoyo a la industria y  estamos convencidos de que llegarán, porque el sector eólico cumple todos los requisitos de los sectores por los que quiere apostar el Gobierno en su Agenda para el fortalecimiento del sector industrial en España.

“Me permito destacar con orgullo que España se ha convertido en el primer país del mundo en el que la energía eólica se ha situado como la primera fuente de generación de electricidad a lo largo de un año completo”. Estas palabras, de SM Felipe VI el pasado septiembre nada menos que ante la Asamblea General de Naciones Unidas, son significativas: algo tiene que haber hecho bien la eólica en nuestro país cuando hasta la más alta autoridad del Estado la cita como motivo de orgullo. Ojalá aún estemos a tiempo de rectificar y no todo esté perdido.

Luis Polo, director general de la Asociación Empresarial Eólica (AEE)

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Un comentario

  • Pedro Saavedra Pacheco

    Pedro Saavedra Pacheco

    28/01/2015

    Tristísima historia, para un inventor solitario como yo que ha logrado crear nuevas palas para potenciar la producción eólica a 90º del viento hasta 4 veces lo que hoy produce, y como hablo español, soñaba -desierto y dormido- que España sería el país mas entusiasta y beneficiado en desarrollarlo para potenciar su producción de vanguardia.
    ¿Miento? Según una empresa de la INDIA, el 22-01-15, la OMPI ya publicó esa fabulosa invención y me ha enviado una copia.
    Véanlo, como fuente de información, porque cambiará la historia

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