Los anuncios de cierre de plantas o de reajustes de plantilla de grandes industrias como Alcoa, el astillero La Naval de Sestao o el grupo cementero mexicano Cemex han hecho saltar todas las alarmas. Han señalado como una de las principales causas el encarecimiento de la factura eléctrica que, según han asegurado, impide que puedan competir en el terreno internacional en igualdad de condiciones.
Los altos precios de la energía estén provocando el pánico en las empresas intensivas en energía. De hecho, ésta ha sido una de las constantes críticas que ha hecho la industria y a la que hace poco se ha unido también la Asociación Nacional de grandes empresas de Distribución. Tanto es así que la patronal de las principales empresas siderúrgicas, metalúrgicas y químicas en España, AEGE (Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía), ha calculado que el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista estará este año un 14,1% por encima del de 2017 y, de confirmarse, sería el segundo más caro desde 1998. Y la electricidad llega a representar el 50% de sus costes de producción.
Por su parte, la patronal cementera ha denunciado que el precio de la electricidad para un consumidor industrial español es uno de los más elevados de Europa y que la subasta de interrumpibilidad eléctrica y el alto precio de los derechos de CO2 ponen en riesgo la producción de cemento en España.
Lo malo es que seguirá la tendencia alcista en el comercio de los derechos de emisiones de CO2. Hay varios factores que hacen esperar que seguirá subiendo el precio del carbono. Por un lado la Unión Europea acaba de publicar un listado preliminar de empresas con riesgo de fuga de carbono para el periodo 2021-2030, y que reduce de los 170 sectores y subsectores empresariales que existían en el periodo anterior a solo 40, lo que supone en la práctica que les retira su cuota de derechos gratuitos y por lo tanto tendrán que pagar los derechos de carbono comprándolos a precio de mercado.
Se denomina riesgo de "fuga de carbono" a aquellas empresas que por motivos de costes derivados de las políticas climáticas, podrían trasladan su producción a otros países con límites de emisión menos estrictos. Para evitarlo, y mantener su competitividad, reciben una cuota más alta de derechos gratuitos que las demás instalaciones industriales.
El segundo factor es que la UE ha anunciado que el próximo año, entre enero y agosto, **retirará del mercado 263 millones de derechos de reserva de estabilidad de mercado, **mecanismo creado para reducir el excedente y así acelerar la disminución de las emisiones.
"A la disminución de la oferta de emisiones, por la menor asignación gratuita y por la reducción de la lista de fuga de carbono, se le suma la llegada del invierno, con un aumento de la generación de centrales que emiten CO2" sin olvidar que es un mercado muy influenciado por las decisiones políticas, explica Vertis Environmental Finance, consultora financiera especializada en comercio de emisiones, "por lo que, por ahora, no podemos decir que haya un límite al alza".
¿Podría ser el desencadenante de una deslocalización masiva de la industria española? "Es evidente que están sufriendo las consecuencias de la subida del mercado mayorista de la electricidad", explica Javier Colón, de la consultora Neuro Energía, "el coste regulado es más pequeño que el que soporta el consumidor doméstico, por lo que la subida del precio del pool podría llegar a representar el doble de la factura, y la causa directa de esta alza hay que buscarla en lo que decidió Europa para luchar contra el cambio climático, el comercio de derechos de emisiones, que también ha traído especulación".
En su opinión, "para que tenga sentido este comercio, debería ser un mecanismo global, porque el cambio climático nos afecta a todos y es un problema mundial, si no, es una penalización asimétrica que perjudica a las industrias europeas frente a las de China, India o EEUU". De hecho, "de por sí ya es más caro producir en Europa que en Asia, por lo que entiendo que algunas empresas vean más rentable estar en país con esas condiciones".
Y si no se puede hacer a nivel mundial, "el comercio de derechos de emisiones, tal y como está diseñado, es perjudicial para Europa, y aunque su objetivo, quien contamina paga, está más que justificado, pero que paguen solo los europeos, no tiene sentido. Debería haberse esperado a que las condiciones económicas y energéticas fueran las adecuadas, porque el cambio que pretende es un proceso de inversión que no se hace de la noche a la mañana", añade el experto, "y si sigue la tendencia alcista, se cargará la industria electrointensiva en Europa".
"Otra opción es revisar el mercado mayorista porque al final quienes marcan el precio marginalista son los que más contaminan y a los que más les afecta los precios del mercado de carbono", concluye.
"No es determinante el precio del carbono en la factura de la electricidad", explican fuentes de la industria electrointensiva, "influye, claro está, pero también hay otros factores que pesan más". Según el Barómetro de AEGE, la causa del aumento de precios está en la imposibilidad de reducir los costes eléctricos.
"Estos costes están considerados en la UE como factores de riesgo de deslocalización", aseguran las fuentes, "no lo decimos nosotros, lo dice Europa. Y para determinada industria, sobre todo la básica, que es prácticamente la que representa AEGE, el coste energético lo es, lo que permite que legislaciones como la francesa o la alemana hayan incluido ciertas medidas para que esas industrias tengan costes más bajos: contratos bilaterales, peajes más bajos o sin peajes... medidas que no están contempladas en el perfil del electrointensivo español".
"La empresa alemana o la francesa está protegida y, por eso, no se oye que hablen de empresas electrointensivas que se quieran ir del país", concluyen las fuentes.
Miguel
23/10/2018