El valor del petróleo y el gas canadienses está cada vez más amenazado a medida que avanza la transición energética, lo que pone en riesgo las ganancias de los inversores y los ingresos de los gobiernos provinciales, según dos nuevos informes del grupo de expertos financieros Carbon Tracker.
Los informes –Fading Fortunes y Petro-Provinces at Risk– concluyen que tanto las valoraciones de las compañías de petróleo y gas canadienses como los presupuestos provinciales están expuestos a los mismos riesgos estructurales de debilitamiento de la demanda de petróleo y gas a largo plazo.
Los informes se publican en el contexto del presupuesto federal de Canadá para 2025, lo que subraya la tensión que se cierne sobre la estrategia energética del país. Si bien el presupuesto sigue ofreciendo incentivos para proyectos de combustibles fósiles como el gas natural licuado (GNL) y la captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS), también amplía el apoyo a las energías limpias y a los minerales críticos. Y si bien el presupuesto no incluye un impulso explícito para la nueva producción de petróleo y gas upstream, se especula constantemente sobre la construcción de nuevos oleoductos.
El alto costo del petróleo y el gas amenaza el valor a largo plazo
El informe " Fading Fortunes" de Carbon Tracker analiza si la inversión en nuevos proyectos podría erosionar el valor del petróleo y el gas canadiense y concluye que la inversión en nuevos proyectos expone al sector canadiense de petróleo y gas al riesgo de una importante erosión de su valor. En un escenario de transición acelerada, alineado con el Acuerdo de París, donde los precios caen a 30 $/bbl, alrededor del 30 % del valor total del sector está en riesgo si este mantiene su comportamiento de inversión habitual. En comparación, el potencial alcista en una transición lenta es mucho menor, lo que significa que los riesgos a la baja superan con creces a los alcistas.
Los nuevos proyectos en fase de exploración resultan notablemente poco atractivos en los escenarios considerados, con un potencial de crecimiento insignificante incluso en un escenario de transición a un ritmo lento, con precios de 70 $/bbl. Los nuevos proyectos de gas —considerados desde hace tiempo un pilar estratégico del sector energético canadiense— erosionan su valor en una transición a un ritmo moderado, con precios equivalentes de gas de 50 $/bbl.
Las empresas canadienses de petróleo y gas están más expuestas a la erosión del valor que la mayoría de sus pares internacionales. Un enfoque de inversión "gestionada" más cauteloso —reduciendo las sanciones a nuevos proyectos— mejoraría significativamente el posicionamiento del sector frente a las compañías petroleras integradas (COI) y las compañías petroleras nacionales (COP), aunque los riesgos a la baja seguirían superando el potencial alcista.
Olivia Bisel, analista de Carbon Tracker y autora principal de Fading Fortunes, afirmó: “La expansión del petróleo y el gas en Canadá es cada vez más una estrategia de alto riesgo y baja rentabilidad. Nuestro análisis muestra que los nuevos proyectos amenazan con erosionar el valor incluso en entornos de precios relativamente moderados, mientras que ofrecen un potencial de crecimiento limitado en escenarios de transición más lentos. Los inversores y los responsables políticos deben ser cautelosos: el perfil de riesgo a largo plazo de las carteras canadienses se está deteriorando. Las decisiones de asignación de capital y las políticas públicas deben reflejar esta realidad».
Los presupuestos provinciales bajo presión
El informe Petro-Provinces at Risk de Carbon Tracker concluye que la transición energética podría reducir los ingresos esperados de los gobiernos provinciales canadienses provenientes de la explotación de petróleo y gas en más del 80% en la década de 2030, lo que ejercería una presión considerable sobre los presupuestos.
“Los gobiernos provinciales deben prepararse para un futuro de menor demanda de petróleo y gas”, afirmó Rich Collett-White, analista de Carbon Tracker y autor principal. “El creciente despliegue global de energías limpias y la electrificación del transporte amenazan con eliminar la recaudación fiscal futura, y es probable que la producción canadiense, de alto costo, tenga dificultades para competir a nivel mundial. La diversificación hacia sectores resilientes a la transición es la vía más segura para mantener la estabilidad fiscal”.
Según el informe, es probable que estos riesgos se manifiesten durante la década de 2030, a medida que la demanda mundial de petróleo alcance su punto máximo y la producción canadiense se vea superada por productores con menores costos. Si bien la tecnología preferida por la industria puede ayudar a reducir las emisiones operativas, su alto costo y su lenta implementación hacen improbable que proteja al sector de la disminución de la demanda o de los precios más bajos de los combustibles fósiles. Tanto los gobiernos como las empresas también se enfrentan a crecientes responsabilidades por el desmantelamiento, lo que genera una presión fiscal adicional.
El informe alienta a las provincias a adoptar estrategias de diversificación, incluida la inversión en energía limpia y minerales críticos, para construir una base fiscal más amplia y resiliente y compensar posibles déficits en los ingresos fiscales ascendentes.
Implicaciones para los inversores y las políticas
Carbon Tracker insta a las instituciones financieras, los reguladores, los gobiernos provinciales y los responsables de las políticas a reevaluar la exposición al riesgo:
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Las instituciones financieras deberían fortalecer los modelos de valoración, evaluar la exposición al riesgo de transición e involucrar a las empresas en la viabilidad de nuevas inversiones upstream, especialmente en exploración.
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Los reguladores deberían someter a pruebas de estrés al sistema financiero para reducir los escenarios de precios de las materias primas a largo plazo y exigir una divulgación más clara del riesgo del flujo de caja del petróleo y el gas.
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Los responsables de las políticas deberían, de una parte, eliminar gradualmente la financiación pública y el apoyo fiscal a nuevos proyectos de combustibles fósiles, priorizando la diversificación y la inversión en industrias limpias. Y de otra, acumular reservas fiscales mientras los ingresos del petróleo y el gas se mantienen saludables y desarrollar planes de desmantelamiento sólidos para garantizar que los contribuyentes no tengan que asumir los costos futuros de limpieza.
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