La transición hacia un sistema eléctrico 100% renovable implica también repensar los fundamentos técnicos que han sostenido su estabilidad durante décadas. Uno de esos pilares es la inercia del sistema, tradicionalmente proporcionada por los generadores síncronos. En un sistema dominado por renovables, esta inercia desaparece, lo que plantea un desafío para mantener la estabilidad de la red. En este nuevo contexto, tecnologías como las baterías con inversores grid‑forming emergen como solución para aportar inercia virtual y reforzar la resiliencia del sistema eléctrico.
En los últimos años, se ha producido una revolución energética sin precedentes. La penetración masiva de renovables ha cambiado por completo el mapa de la generación eléctrica en Europa. Pero hay algo que apenas se menciona fuera del entorno más técnico, y que será clave para que este nuevo modelo no acabe en un caos inestable: la inercia del sistema eléctrico.
Hasta hace poco, la inercia estaba garantizada de forma natural por los generadores síncronos de las centrales térmicas, nucleares o hidroeléctricas. Sus grandes masas giratorias actuaban como amortiguadores que suavizaban cualquier perturbación. Era un superpoder invisible pero vital: ayudaba a mantener estable la frecuencia del sistema ante cualquier variación repentina.
Sin inercia 'natural'
Pero las renovables no giran. O al menos, no aportan inercia de forma natural. Los parques solares y eólicos están acoplados a la red mediante inversores electrónicos. Eso hace que, en un sistema 100% renovable, perdamos uno de los elementos que más ha contribuido a evitar apagones en los últimos 100 años.
Además, el modelo tradicional de inercia tiene una limitación estructural: requiere que las masas estén previamente en movimiento, lo que implica tiempo de arranque, consumo de combustible y costes de operación, incluso aunque no estén generando energía activamente. Es un sistema pesado y poco eficiente, y además contaminante.
Frente a esto, las baterías equipadas con electrónica de potencia avanzada, como los inversores formadores de red (grid‑forming), ofrecen una solución radicalmente diferente: pueden inyectar potencia de forma instantánea, aportar inercia virtual, estabilizar la red y, todo ello, sin emisiones y con una inversión mucho más eficiente. No necesitan estar girando: su respuesta es digital, limpia, y en tiempo real.








Conrad Meseguer
14/05/2025