En un escenario en el que la neutralidad climática se ha posicionado como un asunto sumamente prioritario a nivel global como una de las palancas clave para cumplir con el desafío del crecimiento sostenible e inclusivo, McKinsey & Company ha elaborado el informe pionero en nuestro país, “España cero neto: el polo de descarbonización de Europa”, en el que presenta un escenario alternativo a través del que España podría reducir a cero las emisiones de los gases de efecto invernadero en las tres próximas décadas y convertirse así en uno de los líderes globales de la economía descarbonizada.
Uno de los principales hallazgos del informe revela que España podría alcanzar el hito de las cero emisiones netas en 2045 y llegar a las emisiones negativas en 2050 a través de una inversión de 85.000 millones de euros al año en tecnologías verdes. La inversión de capital en tecnologías verdes acumulada sería de alrededor de 2,5 billones de euros, que equivaldría al 6,2% del PIB medio anual hasta 2050. Esto sería un punto porcentual por encima de la inversión estimada para un escenario más conservador basado en las políticas actuales.
Mientras que la Unión Europea en su conjunto ha reducido sus emisiones un 28% entre 1990 y 2019, las emisiones de España crecieron aproximadamente 9% en ese mismo período, debido en gran parte al crecimiento de la economía. Esto pone a España en un punto de partida más desafiante que el resto de los países europeos.
El estudio pone en valor la riqueza de los recursos naturales y tecnológicos con los que cuenta nuestro país para hacer frente a estos desafíos. Los recursos solares y la penetración de la energía eólica, que conjuntamente presentan un inmenso potencial para el desarrollo del hidrógeno verde, así como la robusta infraestructura de transporte de gas natural que podría ser utilizado para transportar hidrógeno, y el potencial con el que cuenta España para aumentar las absorciones de CO2 a través de técnicas como la reforestación, son todos factores que presentan una oportunidad para España de convertirse en el líder europeo de sostenibilidad y energías limpias.
Además, España cuenta con un claro compromiso desde el sector público y es de hecho el segundo país con mayores asignaciones de fondos de ayuda de la Unión Europea (más de 70.000 millones de euros). En este sentido, el informe plantea un escenario alternativo a las políticas y los planes de transición ecológica actuales, instando acelerar la respuesta al cambio climático y sugiere que la reducción de emisiones a nivel nacional para 2030 podría ser de hasta un 46% (vs. 2019) si se aceleran los esfuerzos.
Sectores clave
El informe de McKinsey & Company indica también que el transporte y la industria representan más del 65% de las emisiones netas en España, posicionándose como sectores clave para alcanzar la neutralidad climática en 2045. Así, la electrificación, el hidrógeno verde y los biocombustibles serán las tres principales áreas de las que dependerá la transición energética en este horizonte.
“La urgencia climática ha acelerado la transición energética de manera drástica en los últimos años, incluso meses. En los próximos años veremos un incremento de inversión sin precedentes, por tanto, España tiene la responsabilidad de actuar como agente clave en la descarbonización y poner el foco principal en los sectores con mayor impacto en el planeta, como la industria y el transporte, donde la electrificación será una de las claves para alcanzar el objetivo”, recalca Bruno Esgalhado, líder de McKinsey Platform for Climate Tecnologies en Iberia.
El contexto de políticas actuales planteadas para lograr la neutralidad climática a la luz del plan REPower EU y el actual escenario geopolítico, plantea una revisión para evitar los riesgos significativos a nivel físico, social y económico a los que España podría enfrentarse. De hecho, según datos del informe, en un escenario de temperaturas 2ºC superiores a los niveles preindustriales, algunas zonas del sur de España podrían experimentar 45 días al año con máximas por encima de 37ºC, impactando no sólo la salud de la población sino también ciertas actividades económicas.
El aumento generalizado de temperatura a causa del impacto climático podría someter a la agricultura a una disminución de producción de cuatro de los cultivos más relevantes, como la uva, la aceituna, el tomate y el trigo. Por su parte, el turismo podría enfrentarse a numerosos retos para mantener su actual atractivo en escenarios de elevadas temperaturas, especialmente en la temporada más alta. En el caso del transporte, que produce casi un tercio de las emisiones en España, podría llegar a reducir sus emisiones un 50% para 2030 y un 100% para 2050 gracias a la adopción de los vehículos eléctricos y los biocombustibles. Según el informe, este sector debería recibir casi dos tercios de la inversión total planteada en este horizonte.
“El impulso de la transición tiene como ambición ayudar en la creación de una economía más sólida y fuerte, y socialmente aceptable” matiza Joseba Eceiza, líder de la Práctica de Sostenibilidad en España y Portugal de McKinsey. “En el camino hacia ese crecimiento sostenible e inclusivo, los sectores de la economía cuya actividad genera un mayor impacto medioambiental se encuentran ante la responsabilidad de actuar como agentes clave en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta”, añade.
Una atención especial la requiere la industria, que acapara otro tercio de las emisiones y podría lograr una reducción del 85% en 2050, a pesar de las altas temperaturas requeridas en los procesos de producción. En este sentido, existen oportunidades estratégicas de impacto directo sobre la competitividad y sostenibilidad de la industria en segmentos como el acero, cemento, química o petroquímica, en los que el hidrógeno, los biocombustibles e incluso la captura de carbono podrían jugar un papel clave en el camino de la transformación y reindustrialización del país.
Electrificación de la economía
La electrificación de la economía es una de las palancas clave para la transición, en la medida que la generación eléctrica se realice por fuentes renovables. El escenario de McKinsey a 2050 estima una duplicación de la generación eléctrica, que hoy es responsable del 14% de las emisiones brutas. Este sector debería recibir entre un 15% y un 20% de la inversión para lograr una reducción del 100% de los gases de efecto invernadero para 2050. Por último, el 15% restante de la inversión debería destinarse al sector de Edificios Residenciales y Comerciales, ya que se prevé que, con ello, podría alcanzar también la reducción del 100% de sus emisiones en este horizonte.
Según McKinsey, el escenario alternativo a través del que España podría lograr la descarbonización en 2045 tendría, además, un impacto directo y sustancial en la economía, sosteniendo más de 1,1 millones de puestos de trabajo en promedio hasta 2050, lo que supone 200.000 puestos más que en el escenario basado en las políticas de descarbonización actuales. Es en este contexto que Joseba Eceiza afirma que "la economía global afronta la mayor reasignación del capital de la historia y España se encuentra ante una oportunidad única para liderar esta transición ecológica y económica. El papel de la banca será clave en la movilización de la financiación destinada al desarrollo sostenible.”.
A pesar de los múltiples desafíos propios de la transición ecológica, España ha logrado una reducción del 32% de las emisiones entre 2007 y 2019, en comparación con el 20% en el resto de Europa, principalmente motivada por la inversión en capacidad de generación eléctrica renovable. El proceso de descarbonización iniciado en 2007 culminó con una reducción de las emisiones netas a un nivel de 277 millones de toneladas de CO2 en 2019. “España ha logrado reducir las emisiones netas en un tercio en los últimos quince años, en gran parte debido a la descarbonización de su sector eléctrico. El camino a la neutralidad climática en 2050 requerirá de un esfuerzo incluso superior, en la medida que la electrificación, el hidrógeno y los biocombustibles transforman la economía”, finaliza David González, Socio Senior de McKinsey y líder de la práctica de Energía y Materiales en España y Portugal.
Acción conjunta para convertir a España en el polo sostenible de Europa
El estudio señala que la transición ecológica requerirá la acción conjunta de todos los sectores de la economía en España. Para acercarse al éxito y aprovechar el potencial de España de convertirse en el líder sostenible y de energías limpias de Europa, se deberá asegurar simultáneamente que los recursos, tecnologías y cadenas de suministro están disponibles a escala, que los ajustes en las variables económicas se realizan de manera sostenible e inclusiva y, por último, que tanto el sector público como el privado sostengan sus compromisos y avancen hacia sus objetivos de manera constante.
Según concluye el análisis, España ya cuenta con condiciones claves para ser un polo verde en Europa. Tiene el segundo nivel más alto de penetración de capacidad de energía eólica (con 28GW, detrás de Alemania). Dado el alto número de días soleados al año, la energía solar fotovoltaica es muy competitiva, y en 2021 tuvo el segundo valor más bajo en el mundo de licitaciones de energía solar. Tiene una infraestructura de transporte de gas muy desarrollada que podría ser utilizada para transportar hidrógeno. Todos estos factores convertirían a España en uno de los países más competitivos en el mercado del hidrógeno verde, incluso permitiéndole exportar (por ej., el coste estimado de hidrógeno verde vendido en Alemania sería de aproximadamente 1,9 €/kg si fuera proveniente de España, comparado con aproximadamente 2,1 €/kg si fuera proveniente de otros países competitivos como Noruega o Argelia).
El estudio resalta la urgencia de la acción: estima que más de €700 mil millones de inversión en tecnologías verdes serán necesarios hasta 2030 poder acelerar la descarbonización. En este sentido, el análisis señala el rol clave del sector bancario como dinamizador del acceso al crédito y de la transición. El supervisor bancario ya está redoblando los esfuerzos para asegurar que el factor climático está considerado en la gestión del riesgo de crédito y adicionalmente muchas entidades premian a sus clientes por decisiones que promueven la sostenibilidad a través de créditos para vehículos eléctricos o mejora de condiciones en las hipotecas con un consumo energético eficiente. Igualmente, en términos de aceleración de la transición se están financiando planes individuales de transición para empresas, el desarrollo de nuevas tecnologías como el hidrógeno verde o mejoras en las viviendas para mejorar el consumo energético. Se espera que en los próximos años la financiación de proyectos que favorezcan la transición, así como la financiación de las actividades verdes sean el foco principal de los esfuerzos bancarios, incentivado por el avance de la legislación europea para complementar la ratio de capital con ratio de activos verdes.
“Si se logra, España podría pasar de ser uno de los líderes globales en la nueva economía descarbonizada, estableciendo un hub sostenible de alcance global y facilitando la transición ecológica de otros países de la región”, apostilla David González. “La posición estratégica y excelente infraestructura para el gas natural se podrían apalancar hacia el transporte de hidrógeno para suplir al resto de Europa, sea este producido localmente o importado del norte de África. Finalmente, España tiene un gran potencial de absorción de carbono, siendo el octavo país con mayor cobertura de bosques en la UE (37% de su área total vs. 34% en UE)”.
Diego Alvarez de los Corrales Melgar
18/11/2022