España se despide del carbón 140 años después: un adiós histórico hacia la descarbonización
A finales de 2024, según los datos más recientes de REE, solo cuatro de estas centrales seguían operativas: Aboño y Soto de Ribera, ambas en Asturias y gestionadas por EDP; Los Barrios, en Cádiz, también bajo el control de EDP; y Alcudia, en Mallorca, operada por Endesa
España está viviendo un momento trascendental en su historia energética. El país se encuentra en las etapas finales de un proceso que comenzó hace casi 140 años: el abandono definitivo del carbón, que marcó el desarrollo industrial del país desde el siglo XIX, como fuente de generación eléctrica.
Red Eléctrica de España (REE), en su calidad de operador del sistema eléctrico nacional, ya ha remitido al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) los informes que evalúan la compatibilidad del cierre de las últimas centrales térmicas de carbón con la seguridad del suministro. Este análisis técnico asegura que el apagón del carbón no comprometa la estabilidad de la red, marcando el camino hacia una transición energética ordenada, sostenible y con un fuerte componente social.
Hace apenas siete años, en 2018, España contaba con quince centrales térmicas de carbón en pleno funcionamiento, sumando una potencia instalada de 10 gigavatios (GW) y aportando el 14,4% de la electricidad consumida en el país. Estas instalaciones, distribuidas por regiones como Asturias, Aragón, León o Andalucía, eran vestigios de una economía industrial que dependía del combustible fósil para sostener su crecimiento. Sin embargo, el panorama ha cambiado drásticamente. A finales de 2024, según los datos más recientes de REE, solo cuatro de estas centrales seguían operativas: Aboño y Soto de Ribera, ambas en Asturias y gestionadas por EDP; Los Barrios, en Cádiz, también bajo el control de EDP; y Alcudia, en Mallorca, operada por Endesa. Pero incluso estas últimas supervivientes están condenadas a desaparecer, sometidas a planes de cierre irreversibles por parte de sus propietarias.
Mientras tanto, las once centrales restantes han pasado a una fase de desmantelamiento que, en muchos casos, está prácticamente concluida. Un ejemplo significativo es la pequeña central de La Pereda, en Asturias, gestionada por HUNOSA. Con una potencia de 50 MW, esta instalación cerró su caldera de carbón y ahora se encuentra en plena transformación hacia la biomasa, un proyecto respaldado por su adjudicación en la subasta del Régimen Económico de Energías Renovables (REER) del MITECO. Este caso ilustra una tendencia clara: el carbón no solo se apaga, sino que se reemplaza por alternativas renovables que prometen un futuro más verde.
Menos carbón, menos emisiones
La desaparición del carbón del sistema eléctrico español ha traído consigo una revolución en términos de generación y emisiones. En 2018, los 10 GW de potencia instalada representaban una parte sustancial de la capacidad energética del país. Para finales de 2024, esa cifra se había reducido a tan solo 2,06 GW, apenas el 1,6% del total de la potencia instalada en España. Más revelador aún es el impacto en el mix eléctrico: la contribución del carbón se desplomó un 92% en seis años, pasando de un robusto 14,4% en 2018 a un marginal 1,2% en 2024. Este declive refleja no solo el cierre de plantas, sino también el auge de las energías renovables, que han llenado el vacío dejado por el combustible fósil.
El beneficio ambiental es igualmente impresionante. La intensidad de emisiones del sistema eléctrico —medida en toneladas de CO2 equivalente por megavatio-hora (tCO2eq/MWh)— se redujo en un 59% entre 2018 y 2024, lo que significa que producir cada unidad de electricidad en España emite ahora menos de la mitad de gases de efecto invernadero que hace seis años. En términos absolutos, las emisiones totales del sector eléctrico cayeron un 58% en el mismo periodo, pasando de 64,94 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2018 a 27,02 millones en 2024. Este logro, alcanzado ya en 2023, marcó un hito histórico: en solo cinco años, España redujo a la mitad las emisiones de su sistema eléctrico, coincidiendo con el cierre de la minería del carbón y la autorización para clausurar la primera central térmica.
Adelanto de tres años
Endesa, una de las protagonistas de esta transición, no solo está apagando sus centrales de carbón, sino que lo hace con una visión de futuro. La compañía, que se ha fijado la descarbonización total para 2040, ha adelantado tres años su meta para cerrar todas sus plantas de carbón, apuntando ahora a 2027. Consciente de su vínculo histórico con estas instalaciones —muchas de las cuales han estado en operación desde los orígenes de la empresa—, Endesa ha desarrollado el Plan Futur-e, una iniciativa de transición justa que busca mitigar el impacto del cierre en las comunidades locales desde tres perspectivas: social, ambiental y económica.
Este plan se basa en cuatro pilares fundamentales. Primero, la búsqueda activa de empleo para los trabajadores directamente afectados por los cierres, asegurando su recolocación o su participación en nuevas actividades económicas. Segundo, el impulso a la economía local mediante proyectos renovables, el propio desmantelamiento de las centrales y concursos internacionales para atraer nuevas industrias. Tercero, la formación y capacitación de la población, con programas diseñados para reciclar profesionalmente a los empleados de las plantas y abrir oportunidades laborales a los habitantes de la zona. Y cuarto, iniciativas de sostenibilidad para los municipios, como medidas de eficiencia energética que compensen la pérdida de ingresos fiscales derivada del cese de operaciones.
Actualmente, cuatro centrales de Endesa están en pleno proceso de desmantelamiento: Andorra, en Teruel; Compostilla, en León; Carboneras, en Almería; y As Pontes, en Galicia. En Baleares, Alcudia opera con dos de sus cuatro grupos de carbón, pero su clausura definitiva está en el horizonte (prevista, en principio, para 2027). Cada una de estas instalaciones cuenta con un Plan Futur-e adaptado a las necesidades de su entorno.
En Andorra, por ejemplo, la central térmica “Teruel” –construida entre 1974 y 1979 para aprovechar los lignitos negros de la cuenca minera local– cerró en 2020 tras producir 224.000 GWh en cuatro décadas, equivalentes al consumo eléctrico peninsular de un año. Desde entonces, su desmantelamiento emplea a unas 200 personas durante 48 meses, muchas de ellas extrabajadores o residentes locales formados en cursos específicos promovidos por Endesa. Este proceso, basado en la demolición selectiva y la economía circular, maximiza la reutilización de residuos como materia prima.
En Compostilla, ubicada entre Cubillos del Sil y Ponferrada, el desmantelamiento está en marcha con 156 trabajadores, de los cuales el 78% son de la comarca del Bierzo, reflejando la prioridad dada a la mano de obra local. Aquí, un concurso internacional del Plan Futur-e ha seleccionado siete proyectos empresariales que invertirán más de 260 millones de euros y crearán 160 empleos. Entre ellos destaca una planta de reciclaje de palas eólicas –capaz de procesar 2.000 unidades al año– en alianza con Prezero y General Electric, y otra de reciclaje de baterías de vehículos eléctricos, la primera de su tipo en la Península Ibérica, liderada con Urbaser. Además, se desarrollarán 625 MW de energía renovable para dinamizar la zona.
Carboneras, en Almería, desconectó sus equipos principales en diciembre de 2024 tras generar 183.628 GWh en casi 40 años, suficientes para cubrir el consumo de Andalucía durante cuatro años y medio. Su desmantelamiento, gestionado por una empresa local, sigue principios de economía circular, con donaciones de material a colegios y entidades. Un concurso internacional evalúa ahora seis propuestas finalistas —de un total de 14— centradas en economía azul, biocombustibles y logística, con el objetivo de revitalizar la región.
As Pontes, en Galicia, cerrada el año pasado, cuenta con un plan que incluye 1.505 MW eólicos, con una inversión de 1.581 millones de euros y 125 empleos estables, además de un futuro concurso internacional para nuevas industrias.
Enfoque en el hidrógeno verde
EDP, por su parte, está transformando sus centrales en centros de innovación energética con un enfoque en el hidrógeno verde y las renovables. En Aboño, Asturias, la compañía planea crear un valle de hidrógeno verde, aprovechando su ubicación estratégica cerca del puerto de El Musel y proyectos como un parque fotovoltaico y un eólico marino flotante. Este hidrógeno sustituirá combustibles fósiles en procesos industriales, como el aprovechamiento de gases siderúrgicos, reforzando la economía circular.
Soto de Ribera, también en Asturias, se convertirá en un referente de almacenamiento energético. EDP ha iniciado la tramitación de una minihidráulica en el río Nalón y un parque fotovoltaico, cuya energía se almacenará en baterías de ion-litio y RedOx, incluyendo baterías reutilizadas de vehículos. Además, una hidrogenera descarbonizará el transporte local, mientras se exploran usos del hidrógeno en ciclos combinados.
En Los Barrios, Cádiz, EDP propone un polo de hidrógeno para el Campo de Gibraltar, con potencial para exportar energía verde por mar y un proyecto de baterías de 255 MW. En Puente Nuevo, Córdoba, la reconversión incluye 300 MW solares, 50 MW de fotovoltaica flotante y una central de biomasa, revitalizando la comarca.
Ahora las siguientes las nucleares y después el ciclo combinado, el futuro tiene que ser renovable, y cuanto antes lo consigamos mejor para todos.
Es hora de que se fomente el autoconsumo y las baterías de respaldo en los hogares.
Asimov
04/02/2025
españa 02 04 2025 renovables 70 %
generando con carbon 368 mw capacidad instalada 1820 mw
Verde Claro
04/02/2025
Buen artículo periodístico que nos recuerda las centrales de carbón actualmente operativas y sus planes de reconversión.
Subrayo la importancia del descenso de emisiones atmosféricas con la disminución del uso del carbón.
Reducir las emisiones del Sistema Eléctrico es un objetivo prioritario de la transición renovable que estamos cumpliendo, pero en lo que llevamos de 2.025 estamos incrementando valores.
El orden de abandono de las fuentes de apoyo sigue siendo.
1º Carbón , 2º Gas, 3º Nuclear.
Estamos en “Emergencia Climática” y lo prioritario es reducir emisiones de efecto invernadero.
Cada día vemos más claro en Europa, que usar el gas como única fuente de apoyo es una locura.
Los resultados del primer trimestre Alemán son muy negativos, están quemando más gas ( 6.120 Gwh.) y carbón (5.381 Gwh) que el año pasado, retrocediendo su porcentaje de bajas emisiones hasta el 50,9 %.
La energía eólica es la causa de los retrocesos, necesitamos datos e información para conocer los costos y posibilidades reales de esta tecnología.
España ha aventajado en porcentaje de bajas emisiones a Alemania estamos en el 81,8 %.
Este es el camino que hay que seguir.
Miguel
04/02/2025
Según Pepe, hay que eliminar primero nuclear y después ciclo combinado de gas.
Se ve que pepe no se ha enterado que la prioridad en la UE es reducir emisiones de CO2. La nuclear forma parte de la generación de reducidas emisiones de CO2, por tanto la prioridad de Pepe solo atiende a sus deseos personales, no a una estrategia europea, en el que la prioridad es descarbonizar. Por eso los ciclos combinados de gas pagan derechos de emisión de CO2, para expulsarlos del mix eléctrico.
Cada uno puede instalar en su casa (si la tiene) autoconsumo y baterías cuando quiera. Si no lo ha hecho es que no ha querido o no le ha interesado. El Estado debe dar prioridad a dar soluciones "descarbonizadas" a aquellos que dependen de la red eléctrica y a aquellos que no tienen recursos propios para hacer inversiones. Por eso, las centrales de ciclo combinado de gas no deben ser prioritarias a las centrales nucleares, porque emiten CO2, porque salen más caras en generación que las nucleares y porque cada MWh generado con gas supone un gasto de entre 80 y 100€ en importaciones de combustible, respecto a unos 5€ de importaciones de la nuclear. Para los usuarios de ha red eléctrica, un mix de nuclear + renovables + almacenamiento a gran escala es lo idóneo.
Hay muchos con casas o chalets que quieren que el Gobierno fomente el uso de autoconsumo y de baterías en casa, sobretodo si reciben ayudas del Estado, porque además, con la normativa actual, dejarían de pagar "cargos" e impuestos en la factura de la electricidad con los que el Estado actualmente ingresa dinero para pagar las ayudas a las renovables y paga también la deuda del sistema eléctrico, así como las ayudas a las islas, y obtiene ingresos para pagar educación, sanidad, pensiones, etc. Otra cosa es si al resto de consumidores que no puedan poner autoconsumo ni baterías les parece bien esa idea, porque a ellos después les suben los "cargos" para que los más "pudientes" disfruten de no pagar "cargos" ni impuestos. Hace un tiempo que las clases bajas ya se han percatado que a los "pudientes" con buenas casas y garajes les han dado ayudas para comprar vehículo eléctrico, ayudas para poner instalación fotovoltaica, ayudas para poner baterías, en fin, que después como gastan poco en combustibles, poca electricidad de la a red pues pagan también pocos impuestos.. y les dejan el marrón de pagarlos a las clases bajas.
Verde Claro
04/02/2025
Miguel.
El llamado “Impuesto al Sol” fue un error político de la Administración del P.P. del Sr. Rajoy y el cierre de las nucleares es otro de la Administración del PSOE del Sr. Sánchez, el primero sin costo económico, el segundo esperemos que se cambie para no malgastar nuestros caudales públicos y privados.
Las instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo que están costando entre 3.000 y 5000 Euros están muy repartida entre las viviendas unifamiliares, en su mayoría sin signos de opulencia y si con un compromiso social y medioambiental, más que buscando una rentabilidad económica.
Tu mismo, estás en este segmento.
Contribuyendo a la bajada del consumo de gas y por tanto de importaciones.
En los meses soleados con el despliegue fotovoltaico, nos ahorramos mucho gas, ahora nos toca rentabilizar excedentes que es menos problemático que pagar una cara factura de gas.
En lo demás de acuerdo.
Miguel
04/03/2025
Verde claro,
tanto mi instalación fotovoltaica como la de otros familiares mios, con o sin baterías, fueron hechas sin ningún tipo de ayuda estatal, e incluso varias de ellas cuando aún estaba Rajoy en el gobierno.
Un autoconsumo residencial, con o sin batería, se monta con el objetivo de beneficiar al dueño de la casa donde se instala, no a los demás usuarios de la red. Otra cosa es que como efecto colateral se beneficie a otro ciudadano, pero no es su objetivo. La mayoría de ellas se montan para huir del pago de "cargos" e impuestos al Estado. Por eso, considero que el Gobierno no debe tener como prioritario dar ayudas a estas instalaciones particulares, sino en centrarse en otras cosas que beneficien a todos los usuarios conectados a la red.
He de reconocer que mis familiares se han ahorrado desde entonces un montón en el pago de "cargos" e impuestos en la factura de la electricidad, que es donde está la mayor rentabilidad económica del autoconsumo y las baterías, actualmente en España. También soy consciente, que lo que no han pagado mis familiares de "cargos" e impuestos, lo han tenido que pagar otros usuarios de la red. Eso es así de simple: alguien lo tiene que pagar..
Se puede considerar que no pagar cargos e impuestos por tener una instalación de autoconsumo es una medida de apoyo inicial del Gobierno para animar a que la gente lo instale, pero no se debe perder el norte y creerse que por ello se tiene un derecho de por vida a no pagar ningún cargo o impuesto por tener una instalación fotovoltaica, como generalmente se piensa la mayoría de la gente. Tarde o temprano llegarán las tasas o impuestos. La moratoria de tasas e impuestos al autoconsumo en la UE es hasta finales de 2025, incluso hay dos cláusulas que permiten poner tasas antes. En California, que era el adalid del autoconsumo libre de cargos, bien remunerado con balance neto, y además, referente del sector de autoconsumo español, acabó reventando en 2023 cuando llegó el precio del KWh para usuarios de la red a 30 céntimos y seguía subiendo.., y desde entonces, el organismo regulador de la red decidió que los autoconsumos deben pagar una cuota de 25$ por estar conectado a la red, aunque no inyecten ni un solo kWh. Actualmente California tiene una de las facturas más caras del mundo, y pagan el doble que otros estados de EEUU.
Las instalaciones de autoconsumo residenciales, estadísticamente, en su mayoría están en posesión de clases medias-altas, no de clases bajas. Por un motivo evidente, y es que se necesita estar en posesión de una vivienda con tejado, generalmente unifamiliar, y eso solo lo tienen generalmente un porcentaje de la población entre los que no suelen estar las clases bajas. Por eso digo que el Estado tiene como primera obligación mirar por suministrar electricidad barata y descarbonizada a las clases medias-bajas y empresas conectadas a la red, no a las clases medias-altas que ellos ya se pueden buscar la vida.
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pepe
04/02/2025