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Las energías renovables no se limitan a suministrar energía con bajas emisiones, sino que vienen acompañadas de una serie de beneficios en términos más amplios. Son capaces de impulsar un crecimiento económico más verde y son un pilar clave para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En el caso de España, por ejemplo, los beneficios en términos de ahorro de agua pueden ser especialmente relevantes, pues la eólica no necesita la refrigeración requerida por centrales térmicas (satisfecha desde ríos y otras masas de agua). Así, la eólica ahorraría unos 140 millones de m3 en 2030.

Este es uno de los principales mensajes que se desprenden del reciente informe El impacto socioeconómico de la energía eólica en el contexto de la transición energética, elaborado por KPMG a petición de Siemens Gamesa.

Según el Borrador de Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) de España, las renovables serían el 74% del mix eléctrico en 2030, siendo la eólica el 34%, y acercando a España a los ambiciosos objetivos de renovables y emisiones fijados en dicho Plan. Un mix eléctrico tan renovable se sustentaría gracias a la complementariedad existente entre la eólica y la solar, que no han de verse como competidoras sino como aliadas. Junto con la hidroeléctrica, estas tecnologías traerán mayor seguridad de suministro, menor volatilidad de precios y mayor diversificación de actores y tecnologías en el sector; todo ello gracias a la excelente labor de integración y operación del sistema que se hace en nuestro país.

Este aumento de renovables en España vendrá de la mano de unas mayores inversiones en el sector, que serían destino del 43% del total de fondos dirigidos a transición energética en España hasta 2030 y que provendrían, en su mayoría, del sector privado, según estima el propio PNIEC. Si la estabilidad regulatoria acompaña, esto se podría lograr ya que gracias a las importantes reducciones de costes, a las favorables perspectivas de mercado y al entorno de bajos tipos, los inversores privados nacionales e internacionales (empresas energéticas, actores industriales pero también financieros como fondos de pensiones, de infraestructuras) ven a las renovables españolas como un sector de gran atractivo, como vemos cada día en nuestras oficinas.

La actividad económica asociada a esta inversión en renovables podría aumentar el PIB de España en alrededor de 6.000 millones de euros anuales hasta 2030, es decir, 130 euros per cápita al año. Además, el empleo neto anual en el sector renovable aumentaría en 150.000 personas. De los nuevos empleos, 30.000 estarían en el sector eólico, que más que duplicaría los 22.000 empleados actuales (datos de APPA de hace pocas semanas).

Gracias a su coste variable casi nulo, las renovables podrían además reducir el precio mayorista de la electricidad, el cual representó en 2018 el 43% del precio final que pagan, en media, los consumidores. Este efecto, que ya se aprecia en la actualidad, aumentará con la penetración de estas tecnologías. Como estas nuevas renovables ya no necesitan sistemas de apoyo económico, es de prever que a medio plazo contribuyan a efectivamente reducir las facturas eléctricas en España, con efectos especialmente positivos para hogares de baja renta e industrias electro-intensivas.

Y a todo lo anterior hay que añadir la reducción de emisiones (unas 10.75 Mt CO2 en 2030 gracias a la eólica, equivalente a las emisiones anuales de una ciudad española de 1 millón de habitantes), la mejora de la dependencia energética española y bajada de la factura energética (con efectos positivos en vuestra balanza comercial), o la reducción en costes relacionados con la salud de aproximadamente el 0,2% del PIB español.

En definitiva, la cada vez mayor evidencia nacional e internacional recopilada en este informe deja claro que las renovables en general y la eólica en particular son una de las piezas clave en la transición energética y el desarrollo sostenible. ¿Qué hace falta para lograrlo? Estabilidad política y regulatoria a largo plazo para atraer las inversiones necesarias.

Carlos Solé es socio de Energía en la consultora KPMG y miembro del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía.

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