Ningún comentario El anhelo de ganar independencia energética a raíz de la invasión rusa de Ucrania ha trastocado los planes de una buena parte de los países europeos, que están dando marcha atrás al desmantelamiento de sus centrales de carbón para asegurar el suministro y paliar la escalada de precios.
Según la oficina de estadística comunitaria Eurostat, Rusia fue el principal proveedor de derivados del petróleo y gas natural de la Unión Europea en 2021, una realidad que ha empujado a Estados como Alemania, con una fuerte dependencia de estos productos, a explorar alternativas no verdes en pleno proceso de transición ecológica.
Alemania, Francia e Italia optan por el carbón
El Gobierno alemán ha aprobado esta semana una regulación para reactivar las centrales de carbón en la reserva y prolongar el funcionamiento de las que debían desconectarse este año.
La medida es temporal, hasta la próxima primavera, por lo que, según el Gobierno, no pondrá en peligro el objetivo de abandonar el carbón en 2030.
Sin embargo, las compañías que operan estas centrales han advertido de que, en muchos casos, no están en condiciones de comenzar a operar a corto plazo por falta de personal y reservas de carbón.
También Italia incrementará sus compras de carbón y usará sus centrales para aumentar la producción a partir de agosto de cara al invierno y paliar así el aumento de los precios, especialmente, de la electricidad, que este mes ha llegado a superar, por momentos, los 500 euros el megavatio hora (MWh) en el mercado mayorista.
El Ministerio italiano de Transición Ecológica informó en junio que esta medida de prevención tendría un carácter provisional de dos años. Eso sí, sólo se utilizarán las centrales abiertas: Brindisi, Civitavecchia, Fusina y Monfalcone.
Antes del conflicto, Italia importaba el 90 % de sus suministros de gas anuales y el 40 % procedía de Rusia, que ha ido reduciendo sus envíos, según la compañía italiana de hidrocarburos Eni, que asegura que el recorte ha sido de un tercio.
En Francia, los planes de cierre total de las dos centrales de carbón en funcionamiento hasta el pasado invierno han quedado trastocados.
A finales de junio, el Gobierno decidió que la central de Saint Avold volverá a activarse en invierno para respaldar a un parque de reactores nucleares muy afectado por parones de mantenimiento y problemas en varios de ellos.
Asimismo, la central de Cordemais, de EDF, ha recibido autorización para funcionar hasta 2024, pero limitada a "unos cientos de horas al año".
Ambas suponen menos del 1 % de la generación eléctrica del país, que procede mayoritariamente de 56 reactores nucleares (en torno al 70 % antes de esta crisis).
Este panorama está llevando a la electricidad entre los valores más elevados de toda Europa, y en los mercados de futuro ya está por encima de los 800 euros para el cuarto trimestre de 2022.
Carbón en Centroeuropa
Aunque depende menos del gas ruso que Alemania, Países Bajos ha planeado acelerar hasta 2024 el funcionamiento de las centrales de carbón para garantizar el suministro después del verano, lo que requiere aún de cambios legales.
En una tesitura más compleja se encuentra Polonia, donde el Ejecutivo ha abogado por aumentar la extracción doméstica de carbón.
Este país emplea unos 6 millones de toneladas de carbón anuales para producir el 70 % de su electricidad, lo que lo convierte en el Estado más dependiente de esta materia en Europa.
Austria -donde el 15 % de la generación eléctrica depende del gas- preparara la reactivación de su última planta térmica, Mellach, un proceso que tardará meses.
Contundente ha sido la respuesta en Hungría, que retomará la producción de una de sus plantas de carbón, la de Mátrai, y volverá a la extracción del lignito, aunque no ha especificado qué minas serán reactivadas.
El lignito también juega un papel importante en la República Checa, que genera el 43 % de su energía con la quema de carbón. De las 25 centrales térmicas que usan este combustible fósil, sólo seis queman carbón de antracita, en su mayor parte importado.
La más importante - Dětmarovice- iba a ser clausurada en la próxima primavera, pero su cierre se ha pospuesto.
España
El ejemplo de sus vecinos está marcando la agenda en España, donde el debate parece producirse a un ritmo más lento, entre otros motivos, porque no presenta la misma dependencia de los combustibles rusos que sus socios, ya que está por debajo del 10 %.
Esta semana, el Gobierno español ha asegurado que sólo se prolongará la vida de la central térmica de As Pontes (A Coruña), en pleno proceso de cierre, si Red Eléctrica lo considera útil para garantizar el 100 % del suministro.
En este mismo limbo se encuentra el Reino Unido, que ya no forma parte de la Unión Europea pero continúa siendo una economía clave en la región.
El Ejecutivo británico está considerando pedir a las plantas de carbón cuya clausura está programada que se mantengan abiertas para garantizar el suministro este invierno, si bien Rusia aporta sólo el 4 % de sus necesidades de gas.
Portugal y Bélgica
En cambio, el Gobierno portugués ha defendido varias veces que no tiene intención de volver al carbón, ya que Portugal no tiene una dependencia notable de Rusia, que en 2021 representó el 10 % de las importaciones de gas natural.
El país, que abandonó la producción de electricidad a carbón el pasado noviembre, se abastece, principalmente, de Nigeria (49,7 %) y EEUU (25 %).
Tampoco Bélgica pretende reabrir o construir nuevas centrales, pero ha sido de los primeros Estados europeos en anunciar que prolongará una década la vida de dos de sus siete reactores nucleares, que tenía previsto cerrar en 2025.
Respecto a los países nórdicos, son el reflejo de la variedad de posturas. Así, Dinamarca, con tres plantas de carbón en activo, sigue con su meta de lograr la descarbonización en 2028, mientras que Suecia cerró la última instalación en 2020, y Noruega e Islandia no utilizan esta materia.
Finlandia, por su parte, apuesta por la nuclear para reducir el uso de carbón, que en su mayoría procede de Rusia y que representa aproximadamente el 8 % del "mix" para la generación de corriente, por lo que prevé construir un sexto reactor para generar por esta vía el 60 % de la electricidad que consume.
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