La industria del gas de esquisto de EEUU quiere volver a poner en funcionamiento sus pozos cerrados tras la pandemia, pero ¿cuán sostenibles son estos planes a los precios actuales y con la perspectiva incierta de la demanda global? Para el estadounidense 'think tank' Atlantic Council Global Energy Center, eso es posible si hay una cooperación transatlántica con Europa, y de hecho, considera esencial para su seguridad energética, para el mantenimiento de una economía europea fuerte y para la estabilidad política europea, que el gas natural siga desempeñando un papel fundamental en la transición energética de la UE.
Por eso, propone que Estados Unidos y la UE deben continuar expandiendo la infraestructura de GNL en ambos continentes, y que Europa debe hacer mantener la unidad transatlántica para que su seguridad energética no dependa de terceros países.
Según su último informe 'European Energy Security and the Critical Role of Transatlantic Energy Cooperation: Final Report and Recommendations', Estados Unidos y la UE tienen importantes intereses en la seguridad energética de los demás, que está vinculada a la seguridad económica, política y militar. Además, la nueva infraestructura energética, las redes interconectadas, el Acuerdo Verde Europeo y los desafíos geopolíticos más amplios también representan áreas de oportunidad para la cooperación entre ambas potencias económicas.
"Una economía europea fuerte depende de fuentes de energía seguras y con precios competitivos y una infraestructura robusta, que incluye gasoductos, puertos de gas natural licuado (GNL), redes y proyectos de energía renovable", dice el informe, "además la seguridad energética europea es crucial para mantener la estabilidad política y mantener un sistema basado en un orden democrático basado en normas, las amenazas al sector energético, por lo tanto, ponen en peligro el crecimiento económico, la estabilidad política y las capacidades militares".
Pero este 'think tank' no solo propone desarrollar la actividad de gas en EEUU. También señala que junto con Europa debe continuar desarrollando rutas de gas alternativas, como el Corredor de Gas del Sur y las que operan en el Mediterráneo Oriental y el Mar Negro. "Cuando los proveedores dominantes utilizan los recursos energéticos como influencia política, pueden manipular a los países compradores y presentar riesgos para su seguridad económica y política".
Un aviso a navegantes ya que alude explícitamente al control que tiene China en el mercado de las baterías y de la producción de material para las energías renovables. "China controla gran parte de la producción de metales de tierras raras y monopoliza el mercado crítico de procesamiento de minerales, que presenta riesgos para la adopción a gran escala de tecnologías de energía limpia existentes y nuevas".
De hecho, advierte que Rusia y China están desplegando inversiones en infraestructura estratégica para hacer crecer sus esferas de influencia geopolíticas, y por tanto, las dos potencias atlánticas deben coordinarse para establecer una estrategia que los contrarreste. Y ya de paso, deberían trabajar juntos para abordar otros conflictos, como en el Mediterráneo Oriental, y desarrollar sanciones sincronizadas cuando se trata de países como Rusia, Irán y Venezuela.
Atlantic Council también se muestra muy partidario de que la energía nuclear siga participando de la transición a un horizonte más renovable. "El retiro prematuro de los reactores nucleares representa una amenaza para cumplir con los objetivos climáticos de París", dice, "los reactores modulares pequeños y otras tecnologías nucleares avanzadas probablemente harán que la energía nuclear sea más segura y más impermeable a la proliferación. Sin embargo, el futuro de la energía nuclear y su papel en la transición energética son inciertos sin el apoyo del gobierno y la aceptación social".
La colaboración entre ambos lados del océano también incluye la ampliación de los mecanismos de financiación de la eficiencia energética y de nuevas tecnologías, incluyendo hidrógeno y CCUS. Y es que aseguran que "a través de una alianza transatlántica, Estados Unidos y Europa podrían estar en una posición sólida para satisfacer de manera segura las necesidades energéticas futuras mientras se alcanzan los objetivos climáticos".
Y detrás de todo este planteamiento, recuerda que la integración del mercado energético y la digitalización de la red exponen al sector energético a mayores amenazas de seguridad cibernética.
Por último, también habla de la COVID-19, y señala que la pandemia en sí misma, así como sus implicaciones para la geopolítica, los mercados mundiales y la energía, requerirán una coordinación de alto nivel entre EEUU y la UE; sin embargo, es imposible predecir qué efectos tendrá la crisis actual en el país norteamericano y la capacidad de la UE para implementar las recomendaciones de este informe. Esta situación requerirá un monitoreo consistente y cuidadoso.
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