Francia es el cuarto país europeo que más invierte en energía al año, por detrás de Alemania, Noruega y el Reino Unido. Rystad Energy prevé que las inversiones europeas en energía ascenderán a 173.000 millones de dólares este año, impulsadas por el gasto en energía solar fotovoltaica (25%), energía eólica terrestre (23%) y extracción de petróleo y gas (19%). Las inversiones seguirán aumentando el año que viene, un 13%, hasta 196.000 millones de dólares, a medida que se acelere la actividad en industrias con bajas emisiones de carbono, como la eólica, el hidrógeno y la captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS). Esto ofrece amplias oportunidades en los distintos sectores energéticos de Francia, ya que el país ocupa una posición central en la industria energética europea y en las cadenas de valor relacionadas.
El debate energético francés se ha centrado históricamente en la energía nuclear frente a las energías renovables. Sin embargo, el Gobierno pretende ahora impulsar la generación de electricidad con bajas emisiones de carbono utilizando todas las opciones disponibles para satisfacer el aumento previsto de la demanda eléctrica. Los modelos de Rystad Energy muestran un aumento de la demanda del 14% de 2022 a 2030, lo que plantea cuestiones en torno a la seguridad energética nacional, una preocupación persistente desde el inicio de la guerra en Ucrania y la crisis energética resultante.
Las recientes deficiencias en la generación de energía nuclear en Francia han puesto de relieve la importancia de contar con un sistema energético fiable y con bajas emisiones de carbono. Para hacer frente a este problema, Francia está trabajando para mantener y ampliar su parque nuclear y, al mismo tiempo, liberar su potencial de energías renovables. La Ley de Aceleración de las Energías Renovables y los crecientes sectores solar y eólico marino son pasos importantes hacia la consecución de este objetivo. Equilibrar con éxito un suministro eléctrico descarbonizado pero fiable no sólo fortalecerá el marco energético de Francia, sino que también reforzará la red eléctrica de Europa.
El país también se ha comprometido a descarbonizar sus sectores industrial y de transportes, con las industrias de baterías e hidrógeno en marcha para reducir las emisiones. Esta transición está catalizando la inversión y la generación de ingresos, posicionando a Francia como un actor clave en el fortalecimiento de la cadena de suministro de tecnologías limpias de Europa.
“Europa se enfrenta a un reto significativo en el desarrollo de la red, donde el papel estratégico de Francia es cada vez más importante. La principal preocupación ante una capacidad de interconexión inadecuada e insuficiente es la restricción de las energías renovables durante una situación de exceso de oferta, lo que amenazaría la rentabilidad de los productores. Sin embargo, este riesgo es bajo en Francia debido a su sólida capacidad de exportación y a la diversidad de su combinación energética. Por tanto, las mejoras de la infraestructura de red de Francia beneficiarán más a los costes del sistema europeo que a los suyos propios, ya que responderán a una necesidad regional más amplia que a un problema nacional acuciante”, dice Victor Signes, analista sénior de energías renovables y energía de Rystad Energy.
Francia produjo el año pasado el 62% de su energía con reactores nucleares, lo que supuso 293 teravatios-hora (TWh). Esta fue la cuota nuclear más baja del país en varias décadas, cayendo desde el 68% de 2021 debido a los altos índices de mantenimiento de los reactores de Électricité de France (EDF). El programa de mantenimiento de EDF ha mejorado este año y se espera que la generación de energía nuclear repunte hasta los 321 TWh. Sin embargo, los niveles de generación eléctrica francesa pueden seguir siendo inferiores a los anteriores a la parada y se prevé que la producción se mantenga estable entre 320 TWh y 350 TWh.
La proporción de electricidad generada a partir de combustibles fósiles en el mix energético francés es una de las más bajas de Europa. La producción de electricidad a partir del carbón se eliminará por completo en 2027, mientras que el gas seguirá formando parte del mix energético por razones de flexibilidad. Las energías renovables representaron el 26% de la producción eléctrica francesa el año pasado -incluida la hidroeléctrica- y se espera que alcancen el 39% en 2030. En 2030, el 93% de la energía del país procederá de fuentes no fósiles, muy por encima de la media europea del 80%.
Mercado de baterías
La integración de las baterías se convierte en un imperativo a medida que Francia se compromete a ser neutra en carbono. El sector del transporte es uno de los principales responsables de la huella de carbono nacional, con casi el 42% de las emisiones francesas. La electrificación de este sector sería un paso importante hacia una sociedad de bajas emisiones y será el principal catalizador de la demanda de baterías en Francia. Además de las baterías para vehículos eléctricos, autobuses y vehículos comerciales, existe una creciente necesidad de aplicaciones de almacenamiento de energía.
La gran proporción de energía nuclear hace que la red eléctrica francesa tenga bajas emisiones. Sin embargo, hay una necesidad acuciante de sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS). Estos sistemas son esenciales para hacer frente a la intermitencia de las fuentes de energía solar y eólica, mejorar la seguridad energética en las redes distribuidas y reforzar la estabilidad de la red, especialmente en el contexto de la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos (VE).
La cadena de suministro de baterías en Francia no ha dejado de crecer, marcada por el descubrimiento el año pasado de una mina de litio y el establecimiento de instalaciones estables de fabricación de baterías. Se prevé que la capacidad de producción de baterías de Francia alcance los 3 gigavatios-hora (GWh) a finales de este año y las instalaciones y plantas anunciadas indican una trayectoria pronunciada hasta superar los 100 GWh a finales de 2030.
Rystad Energy calcula que la capacidad de producción de baterías de Francia rondará los 60 GWh anuales a finales de la década. Sin embargo, esto no será suficiente para cubrir sus necesidades de baterías y el país tendrá que importar más del 60% de sus necesidades.
Mercado del hidrógeno
Francia identificó pronto el hidrógeno como un factor en el impulso de la transición energética, estableciendo objetivos iniciales para aplicaciones industriales y de transporte en 2018. A esto le siguió una estrategia oficial del hidrógeno publicada en 2020, en la que se destinaron 8.200 millones de dólares para conseguir instalar 6,5 GW de electrólisis en el país para 2030.
El país es actualmente el segundo consumidor de hidrógeno y derivados del hidrógeno en Europa, después de Alemania, y utiliza alrededor de 1 millón de toneladas repartidas entre el uso en refinerías y el sector de los fertilizantes (a través del amoníaco). Francia produce unas 800 kilotoneladas de hidrógeno a nivel nacional e importa el resto en forma de productos derivados del amoníaco (anhidro, urea y nitrato de amonio).
Francia exige que el 42% de su hidrógeno gris utilizado en la industria se sustituya por combustible renovable de origen no biológico, en consonancia con la Directiva de Energías Renovables Fit-for-55 de la UE. Para 2040, se prevé que la demanda de hidrógeno de Francia aumente a 3,4 millones de toneladas para alcanzar sus objetivos climáticos. El país ha propuesto 670.000 toneladas de proyectos de hidrógeno limpio, sobre todo en forma de electrólisis, pero más del 80% se encuentra aún en fase de concepto.
Para impulsar el desarrollo de estos proyectos, Francia va a destinar 4.000 millones de euros a licitaciones de subvenciones para la producción nacional de hidrógeno, ofreciendo apoyo tanto a la electrólisis renovable como a la nuclear. La subvención se basará en el mecanismo de contrato por diferencias y las subastas serán de 150 MW en 2024, 250 MW en 2025 y 600 MW en 2026.
Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Todos los campos son obligatorios