Ningún comentario Los avances en eficiencia energética a nivel global han sufrido una seria ralentización este año, después del ritmo de progresión alcanzada por la escalada de precios de 2022, que en todo caso era la mitad del que sería necesario para cumplir con los objetivos climáticos internacionales.
Este es el diagnóstico de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que en su informe anual sobre eficiencia publicado, en vísperas de la COP28 de Dubai, hace un llamamiento para duplicar los esfuerzos de aquí a 2030 y explica los beneficios que se podrían obtener, tanto económicos como medioambientales.
En 2022, durante la crisis energética que tuvo como elemento clave la invasión rusa de Ucrania, las mejoras en intensidad energética llegaron al 2% en gran medida para intentar compensar unos precios que se habían disparado.
El ritmo de la eficiencia energética
Eso significa que por cada punto adicional de producto interior bruto (PIB) el consumo de energía fue un 2% menor.
Sin embargo, una vez que se ha reducido en parte la presión de los precios, ese ritmo ha pasado en 2023 al 1,3% a escala global, debido sobre todo a un incremento del 1,7% en la demanda de energía.
El problema es que para cumplir con la meta de limitar el calentamiento mundial a 1,5 grados, fijada en el Acuerdo de París de 2015, la AIE calcula se tendría que subir a una cadencia del 4% anual de aquí a 2030.
El director ejecutivo de la AIE**, Fatih Birol**, advierte de que "las conclusiones de este informe son una dura advertencia para los líderes que se reunirán en breve en la COP28 en Dubai de que todos deben comprometerse a adoptar medidas más enérgicas en materia de eficiencia y a cumplirlas".
La ralentización que se constata este año a escala mundial oculta una serie de diferencias de comportamientos por países que merece la pena observar.
En la Unión Europea (UE), una de las regiones del mundo más afectadas por la crisis energética de 2022, ese año la mejora fue del 8 % y en 2023 ha seguido siendo de un más que honorable 5%. Estados Unidos también va camino este año de conseguir un nada desdeñable 4%.
Frente a eso, China que este año está viviendo una fuerte recuperación económica tras las restricciones de la covid, con un crecimiento en torno al 5%, va a tener un alza de la demanda de energía del mismo orden, lo que se traduce en un avance nulo en términos de eficiencia.
Para un mismo nivel de producción, en China hace falta un 40% más de energía que en Estados Unidos y el doble que en la UE, lo que dice mucho de su modelo económico (más dependiente de la industria en el gigante asiático) pero también de su uso menos racionalizado de esa energía.
Desde 2020, la inversión en eficiencia energética ha aumentado un 45 % y ha representado en total casi 700.000 millones de dólares en eficiencia energética, de los cuales el 70% en sólo cinco países occidentales (Estados Unidos, Italia, Alemania, Noruega y Francia).
El enorme programa de subvenciones presentado en 2022 por el Gobierno de Joe Biden en Estados Unidos (ley de Reducción de la Inflación o IRA, por sus siglas en inglés) incluye 86.000 millones de dólares para ese tipo de acciones.
Pico de petróleo en el transporte por carretera en 2025
La AIE percibe también otras señales esperanzadoras, como el hecho de que uno de cada cinco coches nuevos que se venden en el mundo ya son eléctricos, lo que va a llevar al pico de consumo de petróleo para el transporte por carretera en 2025, con unos 45 millones de barriles diarios.
Los autores del estudio destacan que, si se aumentara el ritmo de mejoras en eficiencia al 4% anual, se crearían 4,5 millones de empleos más para la fabricación de coches más limpios o para la instalación de bombas de calor, más eficientes que las calefacciones de gas o de gasóleo.
Las facturas de energía en los hogares en los países con economías avanzadas disminuirían en un tercio y, además, se reducirían las emisiones de dióxido de carbono en más de 7.000 millones de toneladas, el equivalente de todo el sector del transporte mundial en la actualidad.
De cara a la COP28 de Dubai, la AIE recuerda que hay que duplicar los esfuerzos en eficiencia para 2030, pero también que se debe triplicar la capacidad mundial de energía renovable en ese horizonte y planificar la reducción ordenada de los combustibles fósiles, suspendiendo desde ya toda aprobación de nuevas centrales eléctricas de gas.
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