El consumo de carbón está aumentando en China, a pesar de los planes del gobierno de aumentar la capacidad instalada de renovables. Por eso, para reducir las emisiones, el país debería desarrollar tecnología de captura de carbono en una escala masiva, según publica el diario South China Morning Post.
El consumo doméstico de energía de China, considerado uno de los indicadores más fiables del crecimiento económico del país, aumentó un 9,4% en la primera mitad de 2018. En medio de una ola de calor, China también importó más de 29 millones de toneladas de carbón en julio, la mayor cantidad en cualquier mes desde enero de 2014.
Los analistas del sector energético ya saben que hay un resurgimiento del carbón en el gigante asiático. En los primeros cinco meses de 2018, se quemaron 870 millones de toneladas de carbón térmico para electricidad, un 12% más que en 2017. Las importaciones de carbón aumentaron un 8,2%, a 121 millones de toneladas, durante el mismo período, al igual que la producción nacional (3,9%) en la primera mitad del año.
China, el mayor consumidor y productor de energía del mundo, una vez más se enfrenta al mismo dilema: ¿cómo equilibrar la suficiencia energética y la energía limpia? El carbón, como siempre, es el meollo del asunto.
Por un lado, los crecientes costes del petróleo importado y los aranceles sobre el gas natural licuado solo sirven para que el gobierno no se vea capaz de cambiar el mix energético del país y reducir la dependencia aún predominante del carbón. La terapia de choque en estos años de atrás consiguió que la mayoría de los hogares y las plantas industriales pasaran del carbón al gas, lo que provocó una crisis de calefacción el invierno pasado, cuando el suministro de gas natural fue escaso. Los intentos de romper por la fuerza el hábito del carbón sin proporcionar un suministro seguro han causado escasez de energía.
Por otro lado, el mes pasado el gobierno anunció su muy anticipado plan de acción ambiental de tres años, ampliando el alcance de su "guerra contra la contaminación". En este plan se pretende aumentar el número de regiones donde se controle la contaminación, y que alcance hasta 82 ciudades, también prescribe objetivos nacionales de reducción de emisiones y establece objetivos específicos de consumo de carbón para diferentes regiones.
Incluso mientras aumenta el uso del carbón, el gobierno no se ha vuelto menos ambicioso en el establecimiento de objetivos. Para 2020, se espera que las ciudades altamente contaminadas produzcan reducciones del 18% en las concentraciones de PM2,5 (partículas en suspensión) y del 15% en las emisiones de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno; las ciudades medianas y más grandes deberían disfrutar de días de "buen aire" el 80% del tiempo.
Pekín ha reconocido que su visión de un mix energético más limpio no se traduce como libre de carbón. Ochocientos millones de toneladas de carbón se dejarán de quemar hasta 2020, y serán reemplazados por parques y centrales más limpios y eficientes. Aún así, y de acuerdo con las predicciones de la Agencia Internacional de Energía, la capacidad instalada de carbón en China se mantendrá por encima de los 1.050 GW hasta el 2040.
Con el crecimiento económico interno y el boom de las materias primas, ahora más que nunca se necesitan innovaciones tecnológicas para reducir la huella de carbono de los combustibles fósiles. Si las emisiones se tienen que contener, estas innovaciones deben incluir el desarrollo y la aplicación de captura y almacenamiento de carbono en una escala masiva.
Durante más de una década, la investigación y el desarrollo de esta tecnología parece haber estado en el centro de los compromisos climáticos de Pekín, junto con los planes de energía eólica, solar, hidroeléctrica y nuclear. Una alternativa intermedia a las fuentes renovables, la captura de carbono, en teoría, implica extraer y almacenar hasta el 90% de las emisiones de dióxido de carbono de la generación de electricidad y los procesos industriales.
En 2013, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma emitió directrices para los gobiernos locales sobre la promoción del desarrollo de proyectos integrados de captura y almacenamiento de carbono y la reducción de las emisiones de carbono. Para 2014, había al menos una docena de proyectos piloto. Estos proyectos presentaron tasas de captura que varían de 3.500 a 120.000 toneladas de dióxido de carbono por año y aplicaciones que incluyen la recuperación y reutilización de petróleo en la industria de bebidas.
En 2017, el gobierno chino anunció la construcción de una planta de captura de carbono a gran escala cerca de Xian y la modernización de un proyecto Yanchang de una tasa de captura de 50.000 a 400.000 toneladas por año. En teoría, estos movimientos han convertido a China en un nuevo líder mundial en los esfuerzos tecnológicos para las plantas de captura y almacenamiento de carbono.
En realidad, la tecnología no ha tenido un lugar de honor en los cálculos de energía limpia de Pekín y está lejos de despegar. Hay dos razones principales para esto. En primer lugar, el final del último boom de los productos básicos y el congelamiento regulatorio en la producción de carbón eliminaron los incentivos económicos. Una de las aplicaciones principales para el desarrollo de la captura de carbono es el rejuvenecimiento de campos petrolíferos envejecidos, lo cual no tiene sentido financiero a menos que los precios del crudo superen los 50 dólares por barril, que por otro lado en estos últimos meses lo han superado.
En segundo lugar, la captura de carbono se ha enfrentado a problemas de viabilidad científica. Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía sobre tecnología energética, las plantas de captura de carbono operacionales solo pueden capturar aproximadamente el 7,5% de las emisiones que deben eliminarse cada año para 2025 y para mantenerse por debajo de los 2ºC de calentamiento global según lo comprometido en el Acuerdo de París.
También se han planteado inquietudes técnicas sobre el escape de dióxido de carbono después de que se inyecta en acuíferos salinos profundos, campos de petróleo y gas y vetas profundas de carbón. Sin embargo, en un desarrollo reciente y esperanzador, un equipo dirigido por un científico de la Universidad de Pekín descubrió que el dióxido de carbono puede enterrarse con éxito en los sedimentos de aguas profundas.
Y aún así, el secuestro de carbono también puede realizarse en la superficie. Un proyecto de investigación ha demostrado que los recursos ambientales como bosques, cultivos y arbustos en China secuestraron alrededor de 201,1 millones de toneladas de carbono al año, o el 14,1% de las emisiones de carbono anuales del país.
¿Está listo el escenario para que China mejore sus esfuerzos de captura de carbono? El aumento de los precios del crudo ha llegado al punto de equilibrio para el uso de la captura de carbono en la recuperación del petróleo. Después de años de reformas estructurales, el sector del carbón de China también está en mejor forma para adoptar la disciplina del mercado y los requisitos ambientales. La gobernanza económica vertical del gobierno de Xi Jinping podría ser un fuerte impulsor de la expansión de la captura de carbono, y un impulso coordinado mantendría los costes bajos.
El gobierno central tendrá que proporcionar incentivos, y los gobiernos locales tendrán que continuar supervisando las plantas de carbón, por supuesto. Pero esta podría ser una oportunidad de oro para que la captura de carbono se extendiera a escala masiva, y tuviera una repercusión más significativa en la lucha contra el cambio climático.
Manuel Garcia
26/08/2018