La petición para extender más allá de 2027 la vida útil de la central de Almaraz ha reabierto en España el debate sobre la energía nuclear. Mientras los grupos ecologistas subrayan la necesidad de apostar por un modelo energético limpio, los colectivos afectados por su cierre apuntan al impacto económico y laboral de su clausura.
Almaraz se encuentra en la región de Extremadura, en el oeste de España. El cese de su unidad I está previsto para el 1 de noviembre de 2027 y el de la II para el 31 de octubre de 2028.
Si el calendario no se modifica, las siguientes centrales en dejar de funcionar serán las de Ascó I y Cofrentes (2030); Ascó II (2032) y Vandellós II (2035), pero este jueves las empresas propietarias de Almaraz -Iberdrola, Endesa y Naturgy- envían al Ejecutivo su solicitud formal de una 'miniprórroga' hasta 2030.
La consultora Metyis estima que la pérdida total de empleos asociada al cierre de Almaraz, entre directos, indirectos e inducidos, superaría los 2.000 en la comarca de Navalmoral de la Mata, 3.800 en Extremadura y 15.300 a nivel nacional.
Esa central genera 16.927 gigavatios-hora (GWh) de electricidad al año, lo que permite abastecer a cuatro millones de hogares y cubrir el 7% de la demanda eléctrica nacional.
Una de las primeras consecuencias de su eventual cierre entre 2027 y 2028 sería, según sus cálculos, la necesidad de recurrir a fuentes más contaminantes, reduciendo la autonomía estratégica y afectando negativamente a la balanza comercial del país.
Greenpeace no comparte ese argumento. Su coordinador de la campaña contra los combustibles fósiles, Francisco del Pozo, señala a EFE que están "consternados" por la posibilidad de que no se respete el calendario de cierre y apunta que está en cuestión la "credibilidad del Gobierno".
"Cambiar el plan energético que está avanzado hacia la descarbonización, y viendo que el tándem entre nuclear y renovables no funciona, creemos que va a ser un tiro en esa tendencia de desarrollo renovable, que va a parar la transición en gran medida", apunta sobre la eventual extensión de su vida útil.
La energía nuclear, añade en una entrevista telefónica, "ha sido un error histórico que encima lo van a pagar las siguientes generaciones. La renovable es la vía con menos impacto tanto ambiental -si se hace bien- como de riesgos para la salud humana".
La plataforma Sí a Almaraz subraya, en cambio, que esa central evita la emisión a la atmósfera de seis millones de toneladas de CO2, al sustituir generación fósil, "en un contexto de decidida lucha contra el cambio climático".









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