En el proceso actual de transición energética y lucha contra el cambio climático se están barajando múltiples soluciones y fórmulas para conseguir la reducción de emisiones. Una de las áreas prioritarias en ese proceso es el sector de la movilidad y el transporte, por su peso en la emisión de gases de efecto invernadero. En este sector, la Comisión Europea se ha marcado el objetivo de reducir en un 90% las emisiones de CO~2~ para el año 2040 en todos los vehículos pesados nuevos con emisiones certificadas en comparación con los niveles de 2019.
¿Cómo conseguirlo? Una de las soluciones es el uso progresivo de biocombustibles. Se trata de combustibles líquidos bajos e incluso neutros en carbono, que provienen de materias primas alternativas al petróleo, como aceites vegetales usados, grasas animales, biomasa y residuos agrícolas o urbanos, CO~2~ extraído de la atmósfera, etc. Por tanto, estos combustibles contribuyen al desarrollo de la economía circular.
En un escenario de transición energética, las ventajas de los biocombustibles son evidentes. Suponen una fuente de energía alternativa válida para el sector del transporte, son compatibles con las infraestructuras, redes y vehículos actuales sin necesidad de grandes cambios y ofrecen prestaciones y una logística similar a las de los combustibles convencionales. Además, la creación de un sector dedicado a los biocombustibles puede significar también un impulso a la industria y economía española.
Producción
Uno de los biocombustibles más populares es el biodiésel que dependiendo del origen se llama FAME ("Fatty Acids Methyl Ester") o UCOME (“Used Cooking Oil Methyl Ester”). El primero se elabora a partir de una variedad de aceites vegetales nuevos (extraídos de plantas oleaginosas) y de algunas grasas animales, dando como resultado una mezcla de Esteres Metílicos de Ácidos Grasos y el segundo proviene del aceite vegetal de cocina usado que después de ser usado en la fritura de alimentos se convierte en un residuo. Sus características son similares a las del combustible diésel tradicional, con el que se puede mezclar en diferentes proporciones y facilitan su almacenamiento y transporte sin riesgos. Debido a su origen, supone una fuente de energía renovable y biodegradable.
Una vez producido el biodiésel en las plantas industriales, se transporta hasta los tanques de las plantas de almacenamiento de productos petrolíferos. Si se utilizan los tanques estándar de hidrocarburos, el almacenamiento de biodiésel requiere algunas medidas y precauciones, que tienen que ver con el tipo de material del contenedor, la temperatura y la humedad del almacenamiento o la exposición a la luz por lo que requiere periódicos controles de calidad.
En relación a los materiales del tanque, pueden ser muy variados: aluminio, acero, plástico, polietileno, etc. En ocasiones se utiliza fibra de vidrio, pero este material requiere extremar las precauciones, ya que algunas resinas no son compatibles con el biodiésel.
Almacenamiento
Cuando el almacenamiento del biodiésel se realiza por largos períodos de tiempo, es recomendable hacerlo con los tanques llenos y añadir estabilizadores para evitar la formación de sedimentos y barnices. Los tanques en los que se vierte este combustible renovable deben estar secos y no tener ningún resto de agua, ya que esta favorece el crecimiento de bacterias. Finalmente, los tanques y tuberías que se han utilizado previamente para almacenar y distribuir biodiésel, deben limpiarse profundamente para evitar contaminación de combustibles convencionales antes de su almacenamiento y distribución.
En el proceso de descarbonización del sector del transporte los biocombustibles son una de las alternativas viables a corto y medio plazo, presentando notables ventajas. Las empresas proveedoras de productos petrolíferos estamos ya trabajando con ellos e incorporándolos a nuestras plantas de almacenamiento de forma creciente. Este paso requiere una serie de controles específicos que los proveedores deben asegurar para conseguir una perfecta calidad del biodiésel. Además, son necesarias infraestructuras, entre las que se encuentran las plantas de almacenamiento, que garanticen una logística adecuada desde las unidades de producción y las plantas de almacenamiento hasta el consumidor final.
Javier del Amo es director técnico de Grupo Hafesa
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