Ver para creer. Estas son sus señas de identidad: 500 metros de alto, 200 metros por aspa y una capacidad de 50 megavatios. El proyecto SUMR (Segmented Ultralight Morphing Rotor) de la Universidad de Virginia aún está en desarrollo, pero da las claves de hacia dónde va la energía eólica: hacia la construcción de turbinas eólicas cada vez más grandes.
Y tiene bastante sentido, ya que los rotores segmentados ultraligeros permiten turbinas eólicas de 50 megavatios que pueden reducir los costos energéticos off-shore en un 50%. Porque el gran reto de las energías renovables es mejorar su precio, su capacidad de producción y su eficiencia. En el caso de la energía eólica eso pasa por crear turbinas más grandes. Y así se ha venido haciendo desde hace más de 20 años.
Y es que, si se quiere aprovechar al máximo los vientos marinos más constantes y potentes, se necesitan turbinas más altas y con mayor "área de barrido" (el área circular cubierta por las aspas). De hecho, como comentan en el número de julio de Wind Energy, la relación no es lineal: si la longitud del aspa se dobla, la capacidad puede crecer hasta cuatro veces.
“Las turbinas aprovechan las economías de escala”, dijo Todd Griffith, diseñador jefe de la pala del proyecto y director técnico del Programa de Energía Eólica Marina de Sandia. Sandia ha estado trabajando en los diseños de aerogeneradores desde hace un tiempo – incluyendo sistemas de 13 MW que utilizan cuchillas de 100 metros, que son la base del nuevo diseño de la turbina (SUMR por sus siglas en inglés) de 50 MW de potencia.
La hoja de 100 metros de Sandia es la base para la SUMR, una turbina eólica marina de 50 MW de bajo coste, en la que los investigadores de la Universidad de Virginia están trabajando con estructuras que doblan a las mayores turbinas actuales y que superan en altura a edificios como el Empire State Building.
Esta turbina tiene, además, algunos cambios notables. En lugar de tres cuchillas tiene dos situadas en la parte de atrás de la turbina. Habitualmente, menos cuchillas harían a la turbina menos eficiente, pero los cálculos del equipo muestran que el nuevo diseño permite equilibrar eficiencia, peso estructural y costes.
No obstante, aún quedan muchos problemas que resolver antes de poner en marcha la primera turbina. La mayor parte de ellos se deben a su construcción real (levantar una mole de 500 metros de altura a 80 km de la costa no tiene nada de sencillo). En los próximos dos años, el equipo de SUMR va a ir construyendo prototipos cada vez más grandes para poner en prueba una tecnología eólica que, si triunfa, revolucionará el mundo de la energía renovable.
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