La plataforma Gas Verde, Sí, nacida en junio de este mismo año para reivindicar el papel del biometano en la transición energética, ha alcanzado en apenas tres meses un hito significativo: más de 200 adhesiones entre asociaciones, empresas y ciudadanos. Esta cifra confirma el creciente respaldo que está obteniendo el gas verde como alternativa real para avanzar hacia un modelo energético más sostenible, competitivo e independiente.
Desde su lanzamiento, la iniciativa ha recibido el apoyo de numerosas asociaciones profesionales. Entre ellas destacan la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (ASAJA), la Asociación de Fabricantes de Generadores y Emisores de Calor (FEGECA) o la Confederación Nacional de Asociaciones de Instaladores y Fluidos (CONAIF).
Todas ellas pertenecen a sectores que, en conjunto, aportan alrededor del 10% del PIB nacional. Estas asociaciones representan a más de 200.000 agricultores y ganaderos en España, así como 74 asociaciones provinciales, 21.200 empresas adheridas y 1.500 profesionales del sector de la fontanería y calefacción.
A este respaldo se suma la incorporación, además, de 170 empresas procedentes de ámbitos tan diversos como el industrial, el primario, la instalación, la distribución, la comercialización, la producción y el tecnológico. Asimismo, decenas de particulares han querido sumarse a la plataforma a título individual, mostrando su compromiso con esta fuente de energía limpia.
Gas Verde, Sí
Nuestro país dispone del tercer mayor potencial de producción de biometano de Europa y de una red gasista moderna ya preparada para su integración. Sin embargo, mientras países como Francia o Dinamarca han consolidado el biometano como una parte esencial de su mix energético, España continúa rezagada por la falta de un marco regulatorio claro y ambicioso.
España cuenta con los recursos, la infraestructura y la tecnología para liderar el desarrollo del gas verde. La producción nacional de biometano podría cubrir el 100% de la demanda energética de los hogares sin necesidad de modificar la red de distribución ni sustituir las calderas ya instaladas. Esta posibilidad abre la puerta a una transición limpia, realista y sin costes adicionales para los consumidores.









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