Josu Jon Imaz entró en el grupo Repsol en 2008 para presidir Petronor. Su buen trabajo al frente de la refinería de Muskiz le hizo ganarse el respeto entre los grandes jefes de la petrolera. Tanto es así, que Antonio Brufau, presidente ejecutivo de la compañía, le llamó años más tarde para decirle que quiere que sea el nuevo consejero delegado de la petrolera.
En 2014, Brufau se echa a un lado y presenta a Imaz el mes de abril. Pocos mees después compra por 10.000 millones la norteamericana Talisman Energy. El precio del petróleo se mantenía por entonces por encima de los 100 dólares pero ya el mercado avisaba de que la fiesta del crudo se iba a acabar. Y tanto, meses después se despeñó hasta los 34 dólares en enero de 2016.
A Imaz le tocaba bailar con la más fea. No se podía estar en un escenario peor. Tanto es así, que la petrolera tuvo que retocar su plan estratégico y valorar el petróleo por debajo de los 50 dólares como fue su primera predicción. Y eso que tiró hacia abajo. A Imaz le tocaba doble trabajo. Apretarse el cinturón mientras tragaba una compañía del tamaño de Talisman.
No era fácil. Y el resultado para la petrolera no ha podido ser mejor. El plan estratégico de la compañía preveía una serie de ventas de activos con escasa o nula rentabilidad y un plan de eficiencia y sinergias sin precedentes.
Según el plan estratégico, Repsol debería obtener 2.100 millones de sinergias a finales de 2018. Pues bien, a cierre de 2017 Repsol ha conseguido nada más y nada menos que 2.400 millones de sinergias y eficiencias. Un año antes de lo previsto ha superado en 300 millones el objetivo del plan estratégico.
Pero esto no es lo único. La petrolera española ha conseguido en 2017 que su negocio de exploración y producción (upstream) alcance cifras nunca vistas. La producción de crudo aumentó la media hasta los 695.000 barriles diarios, y alcanzó los 715.000 en el último trimestre del año.
Pero otra clave de su negocio es el Downstream. Hace años, cuando el petróleo estaba caro era fácil ponerse a pinchar y buscar hidrocarburos por medio planeta. En esa época el downstream estaba prácticamente abandonado. Pero Repsol, de la mano de Brufau, hizo las mayores inversiones industriales de España en sus refinerías para convertirlas en las más eficientes del mercado.
En sus plantas, Repsol puede refinar crudos ligeros y pesados y producir todo tipo de productos petrolíferos. Tanto es así que ha conseguido lograr unos márgenes de refino que ya le gustaría a las grandes petroleras mundiales. En algunos momentos es capaz de sacar más de 7 dólares por barril. La media en 2017 ha sido de 6,8 dólares. Por ejemplo, en 2012 estaban en 5,3 dólares y eso que mejoró mucho el margen ese año.
Más por menos
El caso es que Imaz ha conseguido en 2017 que Repsol gane el mismo dinero (más de 2.000 millones) con un precio del barril de crudo en 54,2 euros que cuando estaba por encima de los 100 dólares. El último año que consiguió más de 2.000 millones de beneficio fue en 2012 con un precio medio del petróleo de 112 dólares por barril.
¿Cómo ha podido conseguir esto? La respuesta está en una palabra que resume lo que ha sido la gestión de Imaz todos estos años. EFICIENCIA. Lo escribo en mayúsculas porque debería ser el pan nuestro de cada día en las empresas.
Fíjense en la cotización de la compañía. Hace dos años, Repsol valía la mitad que ahora. Cotizaba en 7,34 euros por acción. Este miércoles ha cerrado con una subida del 3,45% hasta los 14,70 euros. El mercado premia a quién lo hace bien. Seguramente, en las próximas semanas se verán nuevos informes de casas de bolsa recomendando comprar títulos de Repsol, y si no, al tanto.
Los tiempos del despilfarro ya pasaron. Repsol ha sobrevivido a la crisis petrolera más importante de las últimas décadas. Y lo ha hecho con nota. Ahora prepara un nuevo plan estratégico que se presentará en el próximo junio.
Objetivo 2020. Y aunque la petrolera tiene ahora una caja rebosante tras la salida de Gas Natural Fenosa, Imaz no tiene prisas para comprar nuevos activos que den una rentabilidad ad hoc a los estándares de la compañía. Todo pasa por ser negocios no regulados y que ofrezcan al menos una rentabilidad del 5% o superior.
Ahora le toca dar en la diana. Repasar el mercado en busca de oportunidades. Ya sea en electricidad, incluidas renovables, como en gas, la que dicen será la fuente de energía más importante en el futuro.
Y todo esto, con el compromiso de reducir las emisiones a la atmósfera.
Ahora, toca respirar un poco más tranquilo. Lo peor ha pasado, pero la eficiencia y las sinergias seguirán en el adn de la petrolera. Esa es la pócima mágica de Imaz. Y no le ha ido mal.
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