Política energética

La política energética tras el Brexit amenaza la unidad de mercado entre los países del Reino Unido

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A lo largo de los dos próximos años el Reino Unido recorrerá un camino para salir definitivamente de la Unión Europea, pero ¿cuáles serán las consecuencias para el sector energético no solo para ellos sino para el conjunto de la Unión Europea? ¿y cuáles serán las negociaciones? ¿quién saldrá beneficiado y quién perjudicado? Son muchas las incógnitas pero según el anexo del informe del The Oxford Institute for Energy Studies, “Gestión de la descarbonización de la electricidad: Aprender de la experiencia”, todo dependerá de las arduas negociaciones entre las partes para conocer el resultado de esta separación.

Por ejemplo en el sector del petróleo al ser un mercado internacional, es poco probable que el Brexit vaya a representar muchos cambios. Sin embargo, con el gas y la electricidad, la Unión Europea ha avanzado hacia mercados únicos con estructuras y reglamentos propios y Reino Unido se va a quedar fuera. Al igual que en la nuclear, porque dejar el tratado de Euratom podría provocar el cierre forzado de sus centrales, si no llegan a un acuerdo en los próximos dos años.

Unión de la Energía

El proceso de la Unión Energética está muy avanzado pero aún no está completo. Por ejemplo, en relación con el mercado único eléctrico aunque existe un "acoplamiento de mercado" generalizado para vincular los mercados nacionales, esto se aplica principalmente al mercado de futuros. Según el informe, Reino Unido es, sin duda, totalmente incompatible con ese modelo de la UE ya que no tiene suficientemente desarrollado el mercado eléctrico para proporcionar un precio de referencia como requiere el modelo.

Además, es poco probable que tenga mucho entusiasmo en hacerlo una vez completado el proceso post-Brexit y probablemente no estará preparado para comprometerse con las nuevas propuestas de diseño de mercado que propuso la Comisión Europea a finales de 2016.

El resultado probable es que Reino Unido no se integre en el mercado único europeo de electricidad. Se prevé que intente mantener una relación muy parecida a la que existe entre la UE y Suiza -que comercializa electricidad ampliamente con la Unión Europea pero sin ningún acuerdo formal para aplicar las normas europeas-

A un nivel más técnico, es probable que la cooperación continúe de alguna manera entre los reguladores a través de la Agencia para la Cooperación de los Reguladores Europeos (aunque el Reino Unido podría tener que contentarse con la condición de observador) y los operadores de sistemas a través de la Red Europea de Operadores de Sistemas.

Interconexiones

Quizás el principal problema surge con las interconexiones. En la actualidad, es uno de los países, junto con España, que menos conectado está con el resto de mercados eléctricos, aunque ya se había diseñado una serie de propuestas entre Reino Unido, la UE y Noruega. Por el momento, el país cuenta con cuatro interconectores: con Francia, los Países Bajos, Irlanda del Norte y la República de Irlanda, pero otros tres están en curso (con Francia, Bélgica y Noruega) y otros cinco se espera que estén en funcionamiento a partir de 2020.

Y es ahí donde surge el problema. Los inversores necesitan marcos regulatorios y jurídicos estables, que se han puesto en duda tras la aprobación del Brexit, al salirse el Reino Unido de cualquier jurisdicción y control por parte de Europa. En definitiva, esto puede suponer que se retrase la construcción de nuevas interconexiones, lo que traería problemas adicionales para que el Reino Unido cumpla sus objetivos de descarbonización y para que deje de ser una isla energética.

Por si no fuera poco, el informe señala un problema adicional: Irlanda del Norte y Escocia. Ambos territorios ven con otros ojos el Brexit y no solo en el terreno energético.

En el caso de Irlanda del Norte, su intención es mantenerse dentro de la regulación europea, ya que es muy reacio a ver cualquier tipo de frontera con Irlanda. Ya está fuera de los principales mercados británicos de electricidad y gas, y es probable que continúe: por muy anómalo que sea, Irlanda del Norte podría permanecer dentro del mercado de 'All Island' y, por lo tanto, dentro de la UE en lo que respecta a la electricidad.

El informe señala también que es probable que Escocia quiera hacer algo similar, es decir, mantener la membresía virtual en la UE en el ámbito de la energía (y otros ámbitos políticos, señala en informe), pero en su caso los problemas prácticos probablemente harán que esto no sea negociable, al menos en el futuro inmediato.

La energía es, por supuesto, una cuestión clave en Escocia, mucho más importante en términos relativos que para el resto de Gran Bretaña. No sólo es un importante productor de hidrocarburos en el Mar del Norte, sino que también cuenta con un sistema de electricidad muy bajo en carbono, dominado por las renovables (eólica marina) y la nuclear, aunque, al igual que Alemania, está tratando de salir de esta última. En muchos aspectos, la política energética es diferente y más importante que en el resto del Reino Unido.

Descarbonización

En el caso de la estrategia general de descarbonización, el estudio señala que es poco probable que haya impactos directos, al menos en el Reino Unido, porque los británicos han sido los principales impulsores para que Europa adopte y quiera lograr objetivos ambiciosos en esta materia, y además sus compromisos están vinculados a las convenciones internacionales, y es improbable que se retire de estos acuerdos.

Consecuencias para la UE-27

Pero, ¿y qué pasará en la UE-27 tras el Brexit? Si el impacto en el Reino Unido es incierto, las implicaciones de la salida británica para el resto de países miembros son aún más especulativas, más que nada porque no se ha realizado ninguna consideración concreta de Bruselas más allá de las declaraciones de principios generales discutidas anteriormente, según dice el informe.

Lo que puede decirse es que el Reino Unido ha influido en el desarrollo del enfoque de la política energética de la UE, en particular en relación a la liberalización y al cambio climático. Al desaparecer en el ámbito de las decisiones, puede cambiar el énfasis (aunque probablemente no haya retrocesos importantes). En concreto, puede influir en tres áreas:

  • Seguridad energética: Los debates de la Unión de la Energía se iniciaron con una propuesta de compra común de gas, en particular de Rusia. Si bien esa propuesta específica es poco realista, es posible que haya un mayor grado de coordinación entre las posiciones de los países miembros después del Brexit.
  • Objetivos de carbono: La UE se ha enorgullecido de ser un líder mundial en esta área y es poco probable que cambie de dirección. Sin embargo, se enfrentará a algunas decisiones difíciles a raíz de Brexit -el Reino Unido está, de hecho, muy por delante del resto de Europa en términos de reducción de emisiones y tiene como objetivo lograr reducciones de más del 50% para 2030 en comparación con el objetivo de la UE de 40%. Si la UE quiere mantener su objetivo de 2030, será necesario recortes adicionales, a menos que pueda llegar a algún tipo de acuerdo con el Reino Unido para seguir contando las reducciones del Reino Unido.
  • Unión de la Energía: Un estudio anterior de OIES (Buchan y Keay 2016) identificó el problema de la gobernabilidad como uno de los principales obstáculos para lograr una Unión de la Energía significativa. Ahora con el Reino Unido fuera, es posible que se facilite el progreso. En conclusión, el estudio señala que a pesar de las incertidumbres, no es probable que se impongan aranceles al comercio de energía y electricidad. Sin embargo, es probable que se incrementen las diferencias de enfoque entre Reino Unido y la UE-27 en términos de política energética y de diseño de mercado. Además, podría ser que el Reino Unido, como Suiza, se mantenga técnicamente fuera del Mercado Único de Electricidad.

Y por último, es improbable que Brexit detenga el impulso de la descarbonización tanto a un lado como al otro del Canal de La Mancha, pero también en este ámbito puede conducir a una divergencia creciente entre el Reino Unido y la UE-27. Irónicamente, podría facilitar el avance de Europa hacia una Unión de la Energía, al contrario que en Reino Unido, donde quizá sea uno de los principales impactos: puede que conduzca a un aumento de las tensiones entre las naciones que conforman el país por la manera en que cada uno diseña su futuro energético (y en otros temas), lo que complicará las negociaciones a medio plazo y podría amenazar la unidad del Reino Unido.

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