“La situación en que nos ha colocado el Ministerio de Industria con la reforma de la energía es terrible y supone un impacto negativo de entre 150 y 160 millones de euros que va a mermar nuestra capacidad inversora”, ha dicho el presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel), Eduardo Querol, en la presentación del informe anual del sector.
La industria papelera español a es el mayor productor y consumidor de energía renovable procedente de la biomasa, que representa el 32 por ciento de los combustibles utilizados en sus plantas de cogeneración (el resto es gas). El sector disponía a finales de 2013 de una potencia instalada en cogeneración de 1.135 megavatios que, al mes de abril de 2014, estaba infrautilizada en un 37% a causa de la reforma. “Esto es un lujo que no se puede sostener porque los costes energéticos en nuestra actividad son muy elevados, suponiendo una media de entre el 25% y el 27%, una de las tasas más altas junto a las industrias siderúrgica y cementera”, explica Querol.
El sector invirtió 1.200 millones en sus 82 plantas en el periodo 2005-2008, lo que le ha permitido mantener la competitividad y, por tanto, la producción ( 6,1 millones de toneladas), las exportaciones (España exporta el 66% del papel que produce) y el empleo (el sector da trabajo directo a 17.000 personas y a 85.000 de forma in directa). “Si no seguimos invirtiendo se pone en peligro la competitividad y la supervivencia de las empresas”, aclara Enrique Isidro, vicepresidente de Aspapel. “La clave de este sector es la competitividad, y para ello hay que mantener el ritmo de las inversiones. Como no cambien mucho las cosas, la viabilidad del sector a medio y largo plazo corre un serio peligro”.
Reindustrialización
El presidente de Aspapel ha lamentado que la reforma energética tenga lugar en un momento en que la industria del papel debería volver a una "fase expansiva de inversiones" y en la que el Gobierno debería estar impulsando la reindustrialización. "Sé y me consta que el Gobierno quiere apostar por ello, pero es el momento de pasar de las palabras a los hechos”, ha destacado Querol.
Las demandas del sector se centran en que haya un coste final de la electricidad y del gas competitivo, que se potencie el suministro de las materias primas, que se apoyen las políticas de bosques y de reciclaje y que se impulse a la industria del papel como sector básico de la economía española. Además, Querol apunta otras medidas como la reducción de las restricciones al transporte de mercancías para que se permita, por ejemplo, la circulación de camiones de 44 toneladas o que la reforma laboral ahonde en la flexibilidad en la organización del trabajo.
En el sector todavía no se han encendido las luces de alarma y no hay amenazas de cierre, pero el impacto de la reforma energética es muy negativo y sus empresas demandan algún tipo de compensación que palíe el efecto nocivo de la reforma. “No pedimos subvenciones ni ayudas, pero sí que se tenga en consideración la competitividad de las industrias que consumen grandes cantidades de energía y se nos tenga en cuenta en los desarrollos pendientes de la reforma como el autoconsumo, la reforma fiscal del sector o la interrumpibilidad”, advierte Carlos Reinoso, director general de Aspapel.
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