Allá por octubre de 2018, el Gobierno anunció la muerte de los coches diésel para 2040. Se montó un revuelo importante en el sector, ya no solo de automoción sino también en el petrolero. A los pocos días, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, y la de Industria, Reyes Maroto, acudieron a inaugurar y clausurar respectivamente unas jornadas de la Asociación de Operadores Petrolíferos de España (AOP). Allí estaban todos los grandes directivos de las petroleras. Ribera dio su discurso pero se fue antes de que finalizara la inauguración y no pudo quedarse a escuchar a las empresas.
Pero Maroto, ya por la tarde, tuvo que enfrentarse a los directivos que le rogaban que esa medida no se podía llevar a cabo. Se vivió un momento tenso. En los planes del Gobierno también estaba subir el impuesto al diésel y equipararlo al de la gasolina. De esa forma, el precio se encarecería y así se desincentiva la compra de este tipo de vehículos. Por aquel entonces ardía Troya. Se quejaba todo el mundo del sector del transporte. Tuvieron que salir a la palestra en numerosas ocasiones los miembros del Gobierno a explicar un poco la medida.
El caso es que se consiguió templar las gaitas. Los humos se fueron apagando poco a poco. "El texto como tal se va a cambiar, no se preocupen", les vinieron a decir. Y el borrador de la Ley de Cambio Climático quedó en el olvido. Se hizo otro nuevo texto, y se volvió a filtrar antes de su presentación con una modificación. Más o menos venía a decir lo mismo pero con otras palabras. La confusión reinaba. La subida al diésel se anunciaba a bombo y platillo. Y nadie estaba de acuerdo.
Hasta Pablo Iglesias, líder de Podemos, estaba en contra porque afectaba a las clases trabajadoras. Hubo elecciones y Pedro Sánchez ganó pero necesitaba del apoyo de Podemos y otros partidos. Todo el mundo ya se conocen las negociaciones que hubo. El caso es que de la subida al diésel ya no se hablaba. Desapareció del acuerdo de gobierno para así contentar a Unidas Podemos. "No es el momento".
Pero hoy el cuento ya no es así. Realmente, la subida del impuesto nunca se apagó, se fue cociendo lentamente en el Ministerio de Hacienda. Así lo recomendaba tanto la Comisión Europea como la OCDE. "España tiene que aumentar la fiscalidad ambiental, tiene mucho recorrido". Pero no se hablaba del diésel. Como dice la canción, "no estaba muerto, estaba de p.....".
En 2020 llega el maldito coronavirus y todo se desploma. El castillo de naipes con el que se construyen los impuestos en España se derrumbaba por completo. La recaudación por el Impuesto Especial sobre los Hidrocarburos cae a plomo. Casi 2.000 millones menos de recaudación. Y entonces es cuando en la cocina de Hacienda se pone a hervir de nuevo la subida al diésel. Eso sí, en silencio.
Nadie se entera, y eso que el diésel huele. Nadie lo esperaba. Solo Moncloa, ya con Pablo Iglesias dentro, conocían eso. Negociación entre PSOE y Podemos. La formación morada cree que no es el momento y que mejor dejarlo para otro momento. El PSOE, conocedor de la caída de los ingresos, le explica que es necesario subir el diésel. Iglesias traga pero consigue que sea una subida leve, que no se equipare de golpe con la gasolina.
Llega el día. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias presentan los PGE con una puesta en escena sin precedentes. El tema de los PGE siempre ha sido cosa de los ministros de Hacienda con sus tomos y lomos, pines y lo que haga falta. Todo para hacerse la foto. Sánchez e Iglesias anuncian una serie de medidas fiscales, subidas a los ricos, contra las grandes empresas, etc, para financiar los presupuestos más sociales de la historia. Pero del diésel ni una palabra. Ambos dirigentes no querían cargar con el mochuelo. Para eso está la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que tras aprobarse el proyecto de Ley en Consejo de Ministros anunció la subida al diésel en la comparecencia ante los medios para explicar las grandes líneas de los PGE.
El anuncio de la subida del diésel, a pesar de no ser muy grande, unos 41 euros aproximadamente para el consumidor al año, sorprendió. La gente del sector petrolífero o el de automoción no tanto, como que lo esperaban. Pero otros partidos políticos no. Así fue el caso del PNV que no tardó ni un minuto en salir a la palestra que esa subida no, que podría afectar a la débil industria de la automoción y que por ahí no iban a pasar. Si quería el Gobierno el apoyo de los nacionalistas vascos tienen que suprimir esa subida.
Hasta ahí, todo más o menos. Pero este miércoles el revuelo ha ido a más. Primero Ciudadanos asegura que tiene el compromiso del Gobierno de que en la tramitación de los PGE se eliminará la subida al diésel a través de una enmienda. Al parecer, cosa de Sánchez. Por la tarde, la ministra Montero, durante la presentación de los PGE ya de manera pormenorizada, explicó que nadie de su departamento se había sentado con Ciudadanos para eliminar esa subida. Que están dispuestos a negociar pero que de momento no hay nada de compromisos. El mareo es importante. Ciudadanos saca pecho y Montero les dice que mejor se sienten.
A todo ello, desde la Vicepresidencia que lleva Pablo Iglesias se desliza que ellos no querían, como diciendo que esto es un tema de Sánchez. Pero no. Iglesias forma parte del Gobierno, presentó los PGE junto al presidente y por tanto es igual, ya sea autor o cómplice de esta medida aprobada en consenso entre ambas formaciones.
Por si fuera poco, y para echar más leña al fuego, el diputado Juantxo López de Uralde, reconocido ecologista, afirmó que no tiene justificación alguna que se pida eliminar la subida al diésel por aquello del daño medioambiental. ¿En qué quedamos? ¿No es el momento o sí? El caso es que Montero aseguró después que los PGE iban a ir con el apoyo del PNV sí o sí. Entonces, o traga el PNV con la subida del diésel o el Gobierno acabará quitándolo tal y como aseguró ayer Ciudadanos.
El caso es que la subida al diésel se ha convertido en la gran baza para negociar los PGE de 2021. Es de las pocas cosas en las que no están de acuerdo Gobierno y algunos de sus socios. ¿Quién se llevará el gato al agua? El Gobierno necesita los 500 millones para compensar las pérdidas de este 2020 en el IEH. De paso se sacude de encima a Bruselas y la OCDE que lo presionan para que los suba. El Gobierno confía en que los precios de la gasolina seguirán bajos y por tanto una subida de tres céntimos y medio por litro no se notará tanto.
Pero la situación económica que viven millones de españoles ya no es la misma. La gente ha perdido buena parte de los ingresos, sobreviven como pueden y cuando se acaben las ayudas la cosa irá a peor. El momento es inoportuno, se mire por donde se mire. Las subidas de impuestos tienen mejor encaje por parte de la sociedad cuando la economía va bien. Y por ahora, la mayoría de la gente no piensa en cambiar de coche y menos a un eléctrico por su alto precio. El encaje de bolillos no es fácil. La historia de este despropósito continúa.
Miguel
29/10/2020