La reciente aprobación de la prohibición de los motores de combustión para 2035 provoca que los propios fabricantes no se pongan de acuerdo en sus opiniones
Vivimos momentos convulsos dentro del sector del automóvil, de eso no cabe duda. Sin entrar de nuevo en ellas, el principal resumen de los últimos meses viene determinado por los problemas de suministro, el alza de los precios, la guerra de Ucrania. Pues bien, ahora la Eurocámara acaba de aprobar la prohibición de la comercialización de motores de combustión para el año 2035. Una resolución que se esperaba en los últimos meses y que ahora ha sido ratificada al menos para el continente europeo.
Pero ojo, porque esta decisión no ha sido resuelta con una mayoría aplastante sino que los síes y noes han estado más cerca de los que en un principio se podrí prever. Tanto que solo ha habido una diferencia de 61 votos entre ellos a lo que habría que sumar 21 abstenciones. Por tanto, la medida ha acabado resolviéndose con 340 votos a favor y 279 en contra reflejando que la división y las discrepancias están presentes. Solo quedaría el visto bueno formal por parte de los Veintisiete para que estas nuevas reglas puedan entrar en vigor.
Discrepancia política...
Pero como decimos lo que es evidente es la división que existe en la propia Eurocámara ya que mientras que partidos como el PSOE se muestra a favor para “reducir las emisiones de CO2 y tener una movilidad asequible, sostenible y limpia que transforme nuestra industria” en palabras del vicepresidente de la comisión de Medio ambiente de la Eurocámara, César Luena, a ojos del PPE y según ha explicado su portavoz en la negociación de la norma, Jens Gieseke, “la prohibición de los motores de combustión supondrá nuevos coches más caros a lo que se sumará una pérdida de miles de puestos de trabajo y llevará a la industria europea al declive”, rematando su afirmación con un rotundo “Europa está conduciendo su industria automovilística hacia un callejón sin salida”.
Más voces a favor vienen desde otros grupos políticos como Ciudadanos, donde la eurodiputada Susana Solís ha advertido también de la necesidad de prever medidas de acompañamiento para la transformación de la industria, en especial en regiones que dependen del sector, como Castilla y León, Navarra, Aragón o Galicia.
…y en los propios fabricantes
Los políticos no son los únicos que viven enfrentados ante esta medida de prohibición ya que muchos de los implicados, véase los fabricantes, han mostrado su preocupación pero, sobre todo, su enfrentamiento ante el próximo escenario. Mientras que Ford y Volvo encabezan una coalición para que en 2035 solo se vendan coches eléctricos para así “evitar los peores efectos del calentamiento global”, otros como Toyota, pionera en la electrificación de sus modelos pero cauta a la hora de haber presentado una gama cero emisiones, es una de las que más alto ha alzado la voz. Lo ha hecho a través de Gill Pratt, científico jefe quien ha confirmado que la mejor transición se realizaría combinando múltiples tecnologías. De hecho se mantiene convencidos de es que está “será la corriente que domine en todo el mundo porque la ciencia dice que te equivocas”.
BMW también se ha manifestado en contra y la firma bávara está trabajando en múltiples tecnologías como han demostrado con el hidrógeno, el cual ya es una realidad en su BMW iX5 Hydrogen que ha comenzado a producirse. Una tecnología, en cambio, que no resulta de momento asequible para todo el mundo, algo que también se le achaca al vehículo eléctrico con un ticket medio actual en nuestro mercado superior a los 40.000 euros. Carlos Tavares, CEO de Stellantis ya avisó en 2021 que “lo que se ha decidido es imponer a la industria del automóvil una electrificación que conlleva un 50% de costes adicionales frente a un vehículo convencional y la mayoría de la clase media no podrá pagarla”. Para que esto pueda llevarse a cabo, muchos fabricantes han propuesto una solución: la economía circular que les permita coger modelos antiguos o con mecánicas más contaminantes y actualizarlos o reacondicionarlos para que sean más eficientes.
No están muertos
En este clima de división, la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES) considera que se ha malinterpretado dicha resolución pues mantiene abierta la puerta a todas las opciones para lograr la neutralidad de emisiones en el transporte más allá de 2035 sin que por ello suponga la muerte del motor de combustión. En un comunicado, CEEES explica que la puerta sigue abierta “siempre y cuando estos estén propulsados únicamente por combustibles neutros en CO2”.
Igualmente consideran importante el hecho de que el Parlamento Europeo cite expresamente que la transición hacia el objetivo de movilidad sin emisiones ha de ser “necesariamente económicamente viable y socialmente justa, lo que evidencia que sus señorías son muy conscientes de que el modo en el que se está pretendiendo llevar a cabo esta transición supone de hecho una amenaza para la economía y la justicia social en el seno de la Unión Europea”, describe.
Además, el Parlamento Europeo aprobó ayer la eliminación del mecanismo de incentivos para los vehículos de emisión cero o de baja emisión a partir del 1 de enero de 2030. En este sentido, cree que resulta curioso analizar qué ha sucedido en algunos países que han dejado de subvencionar a los vehículos eléctricos. Este es el caso de Noruega que, si bien no es miembro de la Unión Europea, suele citarse como ejemplo al hablar de la penetración de los coches eléctricos. Allí, el fin de exención del IVA a los eléctricos han provocado una caída de las ventas del 76% en el mes de enero.
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