Petróleo & Gas

Los seísmos levantan una nueva ola 'antifracking'

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A la industria del fracking se le ha aparecido un nuevo fantasma, una nueva piedra en el camino: los seísmos. A la contaminación de las aguas, perjudiciales para el ser humano y el medio ambiente, se le unen ahora los seísmos a esta polémica tecnología. La fracturación hidráulica tiene sus riesgos, pero la industria no da a torcer su brazo tan fácilmente. Entre otras cosas, las empresas realizan grandes inversiones en sistemas de seguridad para que no se produzcan escapes de gas durante la fracturación que contaminen el agua y las tierras cercanas. Pero también realizan estudios para no pinchar en zonas donde se pueden producir pequeños terremotos.

Esta semana se ha conocido un nuevo estudio en EEUU en el que se asegura que se produjeron varios seísmos durante la fracturación hidráulica en la localidad de Poland Township en el estado de Ohio en marzo del año pasado.

Según la investigación, entre el 4 y el 12 de marzo se detectaron un total de 77 terremotos con magnitudes de entre 1 y 3 en la escala de Richter. La población sólo sintió uno de ellos, de magnitud 3.

Cinco de estos seísmos (con magnitudes de entre 2,1 y 3 en esa escala) se registraron a un kilómetro del lugar en el que la compañía Hilcorp Energy llevaba a cabo la extracción de gas y petróleo mediante esta técnica, que consiste en inyectar a alta presión grandes cantidades de agua y productos químicos para romper la roca y liberar los hidrocarburos que contengan.

El estudio señala también que el seísmo de magnitud 3 se produjo sobre una falla desconocida, y que si se hubiese conocido la existencia de la misma no se hubiese fracturado la roca madre.

El seísmo ha desatado una ola de ataques contra el fracking. Si la oposición ciudadana ya era dura y el principal escollo de la industria para desarrollar la tecnología, ahora se suman los seísmos. Las empresas velan armas y no han tardado mucho tiempo en salir a dar explicaciones. Los terremotos han puesto en alerta a las compañías petrolíferas, principales impulsores del fracking en EEUU y otras regiones.

En el caso de España, la asociación de empresas Shale Gas España señala que en España, desde diciembre de 2013, todos los trabajos de exploración de gas no convencional que prevean la utilización de la técnica de la fracturación hidráulica deberán pasar la criba del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) obligatorio que incluye, entre muchos otros, un estudio de sismicidad. Este requerimiento (que no es obligatorio en otros países) es vital para definir dónde explorar y producir de manera segura.

Según la asociación, una de las claves para gestionar la sismicidad inducida producida por los trabajos de exploración de gas no convencional es evitar las áreas donde haya fallas o estructuras que muestren actividad sísmica. Además, afirma que la interpretación sísmico-estructural en los estudios previos a cualquier trabajo de exploración permite determinar cuáles son las áreas adecuadas para perforar y asegura que el monitoreo de la actividad sísmica antes, durante y tras los trabajos es igualmente esencial.

"La sismicidad inducida no es un fenómeno nuevo o desconocido. Comparada con otras fuentes de sismicidad inducida, tal como minería o el llenado de embalses, la fracturación hidráulica produce una menor sismicidad inducida. Lo más importante es que la industria en España cuenta con el conocimiento y las técnicas para gestionar y mitigar dicha sismicidad inducida", aseguran desde Shale Gas España.

Para defenderse de las acusaciones de provocar terremotos en las localidades cercanas de donde se perfora, la industria del fracking muestra un estudio en el que la fracturación hidráulica sale bien parada en comparación con otro tipo de actividades humanas. Así, los datos científicos indican que la sismicidad inducida por fracturación hidráulica ha sucedido en magnitudes muy bajas, que generalmente caen en el rango de microseísmos: temblores detectables sólo por sismógrafos. Para poner esta cifra en contexto, los seísmos menores de 3 en la escala de Richter son imperceptibles por las personas y ni siquiera el Instituto Geográfico Nacional (IGN) es capaz de distinguirlos del tráfico rodado en áreas urbanas.

Según el mismo estudio, se tiene constancia de unos cuatro eventos sísmicos percibidos por seres humanos. Si tenemos en cuenta que la técnica de la fracturación hidráulica se ha utilizado más de un millón de veces en todo el mundo, estos datos corroboran que este tipo de eventos son excepcionales y que el riesgo de que se produzcan es extremadamente bajo.

“Las magnitudes más altas de sismicidad inducida registradas son las siguientes: llenado de embalses (máx. M = 7.9), agotamiento de yacimiento de petróleo y gas (7.3), minería (5.6), eliminación subterránea de desechos (5.3), inyección de agua en yacimientos de petróleo (5.1), generación de energía geotérmica (4.6), fracturación hidráulica de gas de esquisto (3.8), pozos de exploración (3.1)”, dice el estudio.

En definitiva,

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