La energía nuclear no puede competir en costes con el gas natural o las renovables y, por lo tanto, necesita la ayuda de legisladores que estén dispuestos a promover su generación de energía de baja emisión como una forma de luchar contra el cambio climático, según un nuevo estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en colaboración con el Laboratorio Nacional de Idaho y la Universidad de Madison-Wisconsin.
Para frenar el calentamiento global a mediados de siglo, los líderes mundiales necesitan implementar políticas que reduzcan los gases de efecto invernadero emitidos por los productores de energía en más del 90%, según los científicos del MIT. La forma más clara para lograrlo puede ser poner un precio a las emisiones de carbono y apoyar las tecnologías limpias.
“A partir de hoy y en las próximas décadas, el principal valor de la energía nuclear radica en su contribución potencial a la descarbonización del sector energético”, se lee en el informe de 246 páginas publicado este lunes bajo el título The future of nuclear energy in a carbon-constrained world. “El costo es la principal barrera para realizar este valor. Sin reducciones de costes, la energía nuclear no desempeñará un papel importante “.
El estudio arroja dudas sobre si los intentos del presidente Donald Trump de rescatar los reactores estadounidenses que pierden dinero mientras deshacen las políticas climáticas pueden tener éxito. Un camino más directo para apoyar a la industria nuclear sería seguir el ejemplo de otros países que han puesto precio a las emisiones, ya sea a través de impuestos directos o mercados de comercio de carbono. Eso daría a los operadores atómicos más espacio para competir contra el gas barato, la eólica y la solar.
Para estabilizar el cambio climático y mantener la temperatura muy por debajo de 2 grados Celsius para 2050, las empresas deben reducir las emisiones de dióxido de carbono a un promedio de alrededor de 10 gramos de 500 gramos por kilovatio-hora, según el estudio. La falla en el despliegue nuclear podría significar perder enormes ahorros en los costes, especialmente en mercados emergentes como China, que aún dependen en gran medida de la quema de carbón para la electricidad.
“El papel del gobierno será crítico”, dijo John Parsons, codirector del estudio del MIT, en un comunicado. “Los funcionarios del gobierno deben crear nuevas políticas de descarbonización que coloquen todas las tecnologías energéticas bajas en carbono en pie de igualdad, al tiempo que exploran opciones que estimulen la inversión privada”.
La evaluación del MIT de la industria nuclear apareció por primera vez en 2003 y se actualizó en 2009. Las versiones anteriores también promocionaban la energía nuclear como respuesta a la lucha contra el calentamiento global.
El informe critica a las industrias nucleares europeas y estadounidenses por promover estimaciones de costes “completamente irreales” durante la década de 2000, lo que contribuyó al cambio de inversión hacia nuevos mercados en Asia, Rusia y Oriente Medio. Las elevadas preocupaciones de seguridad tras las crisis de 2011 en la planta de Fukushima en Japón también han obstaculizado el desarrollo.
Una nueva generación de pequeños reactores modulares que pueden construirse con diseños estandarizados y características de seguridad podría significar alivio para la industria en América y Europa, según el estudio, que aconsejó a los reguladores que destinen ubicaciones para que los inversores prueben tecnologías prototipo.