Suena romántico, pero volver a utilizar el viento para mover los barcos actuales ya es una opción muy interesante desde el punto de vista económico y práctico. Al menos así lo demuestra el buque de mercancías holandés MS Estraden.
A primera vista parece un buque de carga normal. Uno más de los 50.000 barcos de transporte de prácticamente todo lo que se puede comprar, vender y consumir en el mundo. Pero si se mira más detenidamente, se pueden observar dos grandes cilindros que se elevan desde la cubierta. Y ahí radica la diferencia. Se trata de dos dispositivos que, girando, capturan el viento y ayudan a impulsar el barco.
Una tecnología que se ha utilizado desde el origen de los tiempos hasta los inicios del siglo pasado pero que ahora no se entiende como uso comercial. ¿O sí?
Durante el último año y medio, la MS Estraden, que pertenece a la compañía naviera holandesa Bore, ha estado probando los cilindros en su ruta regular entre Rotterdam y Teesport, en la costa noreste del Reino Unido. Y el resultado ha sido muy alentador: se ha reducido el gasto en combustible un 6%.
"Es difícil generalizar porque a diferencia de muchas otras tecnologías, los ahorros dependen de la ruta por la que se navegue (y las condiciones climáticas específicas de esa ruta), pero los ahorros en los grandes petroleros y graneleros podría ser superior al 10%", dice Tristan Smith, naviero y experto en cambio climático por la Universidad de Londres (UCL).
Smith ha estado estudiando el funcionamiento de los cilindros del buque MS Estraden con interés mientras otras compañías exploran otras vías para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Es una tarea ingrata, a veces, hablar de cómo afecta al cambio climático el transporte marítimo, y por eso, muchas veces no sale en los medios de comunicación ni se trata entre la clase política.
El 90% de las mercancías circulan por mar
Prácticamente todo lo que compramos y consumimos nos llega a través del mar, el 90%, y sin embargo, la mayoría de nosotros permanecemos ciegos al papel que desempeña el transporte marítimo en nuestras vidas y su contribución a las emisiones globales del clima, que en la actualidad supone en torno al 3%. Pero quizá lo más preocupante es que la industria del sector no tiene metas para reducir esas emisiones; de hecho, en las negociaciones sobre el clima en París el año pasado se advirtió que limitar las emisiones de CO2 en el transporte marítimo provocaría un tapón en el comercio y por tanto en el crecimiento global.
Según las previsiones actuales, el sector podría contribuir a un aumento del 6% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero de cara a 2050.
Las compañías navieras echan la culpa a factores que se escapan de su control, como por ejemplo que la demanda en el transporte marítimo se ha triplicado en los últimos 40 años. "Es una industria conservadora" dice Tuomas Riski, CEO de Norsepower, la empresa finlandesa que ha desarrollado los cilindros eólicos usados en MS Estraden. "A pesar de que ha generado interés en otras compañías de transporte marítimo de Europa y Asia, la realidad es que ha sido la financiación de fondos de capital riesgo la que ha propiciado su investigación".
MS Estraden no es el único ejemplo de utilizar la eólica para impulsar los barcos. La empresa alemana SkySails utiliza otra tecnología basada en el viento. Ha equipado cinco barcos con cometas automatizadas para ayudar a impulsarlos y reducir el consumo de combustible. A pesar de que consigue ahorros medios de combustible de entre 2-3 toneladas por día, sigue siendo difícil atraer el interés de otras compañías marítimas por estas nuevas modalidades.
Dabama
28/08/2016