Política energética

“Ningún gobierno de EEUU va a poner en peligro el crecimiento económico por impulsar un tipo de energía como las renovables"

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La editorial Ediciones Internacionales Universitarias (EIUNSA) acaba de publicar el último libro de Jorge Díaz-Cardiel, que lleva el título “La victoria de América. Crónica de la recuperación económica”. Un libro imprescindible para entender cómo Estados Unidos ha vencido a la crisis y vuelve a crecer de la mano de Obama, escrito por uno de los periodistas que probablemente conoce mejor al presidente de Estados Unidos y los entresijos de la Casa Blanca.

La victoria de america

En “La victoria de América”, Díaz-Cardiel, hace una crónica sobre cómo Estados Unidos tras caer en la crisis económica más fuerte desde la Gran Depresión de 1929, ha sido capaz de vencer a la crisis y volver a crecer y crear empleo. Una feliz circunstancia que ha sido posible, entre otras cosas, a la política energética de Obama, sobre la que le preguntamos al autor.

¿Qué papel juega la política energética de Obama en la recuperación económica americana?

Desde que el presidente Obama tomó posesión por vez primera en enero de 2009, la política económica norteamericana ha tenido muy en cuenta la energía. El paquete de estímulo de 787.000 millones de dólares de febrero de 2009 que contemplaba salvar sectores enteros de actividad (bancos, aseguradoras, empresas automovilísticas, etc) tenía dos principios clave en materia de energía: primero, conseguir la independencia energética. Segundo, un remozamiento de las estructuras energéticas norteamericanas, en muchos casos anticuadas, empezando por la renovación en el sector público y la apuesta por energías renovables y más limpias, como el gas natural.

¿Ha sido el fracking la clave de dicha recuperación?

El fracking ha jugado un papel esencial en el objetivo –que ya se propuso el presidente Richard Nixon a principios de los años setenta- de acercarse a la llamada independencia energética. Estados Unidos, en estas décadas, ha querido dejar de depender de terceros países en lo que a su provisión de energía se refiere. Especialmente, Norteamérica ha querido independizarse de la ligazón que le unía a países productores de petróleo del Golfo Pérsico. Gracias al fracking, Estados Unidos ha conseguido –especialmente desde 2010- acceder a mucha más energía a un precio mucho más barato que las técnicas de extracción de gas y petróleo tradicionales.

¿Cómo ha afectado la caída del precio del petróleo a la industria del fracking?

Lo ha hecho de una manera fundamental. Antes decíamos que el fracking ha ayudado a la economía norteamericana a remontar el vuelo. Se han creado miles de puestos de trabajo. El precio del petróleo ha alcanzado mínimos históricos. Esto es algo que países como Arabia Saudí, por ejemplo, han propiciado para parar la tendencia que convertía a Estados Unidos en exportador, versus su papel tradicional de importador. Con el precio del petróleo tan barato, muchas explotaciones de fracking han dejado de ser rentables, especialmente, en Estados Unidos donde muchas compañías han parado en seco proyectos y algunas, incluso han quebrado.

¿Cree que la apuesta de Obama por las renovables va a suponer que EEUU cumpla con sus objetivos de reducción de emisiones?

La respuesta adecuada reside en que los objetivos que la Administración norteamericana se ha propuesto para reducir emisiones son asequibles. El problema es que fueran imposibles de alcanzar, por no ser realistas. Hay que tener en cuenta una cosa: para los norteamericanos, la primera preocupación es siempre la economía –después, la seguridad nacional, a veces, en primer lugar- y ningún gobierno estadounidense va a poner en peligro el crecimiento económico del país por impulsar un tipo concreto de energía, como son las renovables. Los objetivos de reducción de emisiones se cumplirán, y las energías renovables serán una pieza más del engranaje que lo consiga.

¿Qué cree que va a pasar con el gasoducto Keystone XL?

Estados Unidos vive el momento de polarización política más fuerte desde la Guerra Civil americana. Hoy, la Casa Blanca está en manos demócratas y el Congreso (Senado y Cámara de Representantes) está dominado por una mayoría republicana. El enfrentamiento entre el poder ejecutivo y el legislativo afecta a todo: reforma de la inmigración, aprobación del presupuesto, lucha contra el terrorismo, etc. El gasoducto Keystone XL es un ejemplo más de esa polarización. La Casa Blanca lo veta, mientras que los republicanos lo ven como un revulsivo económico y de creación de empleo. Lo lógico es que se llegue a una solución de compromiso, aunque llevará tiempo.

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