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Acaba de concluir en Lima, Perú, la 20ª Conferencia de las Partes (COP 20) sobre cambio climático. Es la última COP antes de la cumbre de París que se llevará a cabo en diciembre de 2015, cuando se espera que se firme un acuerdo global que estaría vigente a partir de 2020.

En este primer artículo explico porqué un acuerdo en París es probable.  En un segundo, expongo ciertas reflexiones sobre algunos de los temas espinosos que tienen que ser resueltos antes de París y lo que se debería hacer después, reconociendo que cualquier acuerdo distará mucho de lo requerido según la ciencia. Antes y después de París, el papel de la sociedad civil será crítico.

A pesar de que hay un alto nivel de escepticismo sobre las negociaciones,  hay siete motivos para esperar un acuerdo en París. Primero, la ciencia es cada vez más convincente acerca de que el cambio climático afecta al bienestar de millones de personas, que el hombre es responsable en gran parte por este proceso y que es urgente actuar.

Segundo, ningún país quiere ser acusado de ser el responsable de un fracaso en París.  En el caso de la COP de Copenhagen (2009), muchos acusaron a China del fallo de la misma. Ningún país quiere salir con esta etiqueta de París.

Tercero, en octubre de este año, los países responsables de más del 50% de las emisiones globales de CO2, hicieron públicos sus compromisos de reducir emisiones.  En una reunión entre los presidentes de China y EEUU, el gigante asiático se fijó el año 2030 como fecha límite para empezar a reducir sus emisiones de CO2, y EEUU se comprometió a una reducción entre 26-28% (comparado con los niveles de 2005) en 2025.  Además, la UE acordó reducir sus emisiones en un 40% (comparado con los niveles de 1990) en 2030.  La importancia de estas decisiones no está en las cifras, sino en el mensaje: hay voluntad de llegar a un acuerdo en París.

David Robinson, director del estudio 'El efecto tijera'.
David Robinson, director del estudio 'El efecto tijera'.

Cuarto, 27 países (incluyendo 7 países en vía de desarrollo) se han comprometido a contribuir más de $10.000 millones al nuevo instrumento de financiación de acciones en los países en desarrollo, el Fondo Verde Para el Clima. Los países que salen beneficiados no querrán arriesgar el acceso a estos fondos.

Quinto, en la COP 20 se acordó “La Llamada de Lima a la Acción Climática” que ofrece una plataforma para negociar el acuerdo.  Deja muchas alternativas sobre la mesa como “opciones” y no cierra los temas espinosos. No obstante, es un paso más en el camino hacia París.

Sexto, hay un consenso sobre la arquitectura del acuerdo.  Cada país hará un compromiso nacional voluntario al que se le ha denominado INDC por sus siglas en inglés (Intended Nationally Determined Contributions).  No habrá penalización por incumplimiento, aparte de poder “nombrar y humillar” a aquellos países que no cumplan con sus propios compromisos. Este proceso facilitará un acuerdo por varios motivos, sobre todo si permite que los países no tengan que ratificar el acuerdo en sus congresos y puedan no cumplir con su INDC sin tener que salir del acuerdo. Esto es importante especialmente en el caso de  EEUU, dada la falta de apoyo que tiene Presidente Obama en el Congreso y la posibilidad de que un futuro presidente pueda decidir no cumplir con la INDC de EEUU.

Séptimo, el papel de la sociedad civil es cada vez más importante en las negociaciones. Es notable que los organizadores de las conferencias en Lima y París han identificado la presencia de 400,000 personas en las calles de Nueva York durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático en septiembre de este año como una llamada de atención a los negociadores.

Aunque no hay garantía de un acuerdo en París, veo muy probable que este se dé. Más problemática es la falta de ambición del potencial acuerdo, requiriendo más adelante un enorme esfuerzo adicional para evitar una subida de temperatura global por encima de 2ºC.  En el segundo artículo, analizaré algunos de los temas claves a resolver para llegar a un acuerdo en París y algunos de las tareas que quedan pendientes después de un supuesto acuerdo.

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