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¿Qué hay detrás de la recrudecida ofensiva de Trump contra la eólica y los crecientes precios eléctricos?

Europa aspira a desplegar casi el triple de potencia offshore en el mismo horizonte temporal, consolidando así un liderazgo renovable que contrasta con el freno al otro lado del Atlántico

2 comentarios publicados

Han pasado casi dos décadas desde que Donald Trump iniciara su cruzada (personal) contra los molinos de viento, primero en Escocia, para proteger las vistas del campo de golf que concibió en homenaje a su madre, Mary Anne MacLeod Trump, y ahora en la Casa Blanca, convertido en política de Estado. Su segundo mandato ha recrudecido la ofensiva: paralización de proyectos ya en marcha como Revolution Wind en Rhode Island, el freno temporal a Empire Wind en Nueva York o la amenaza de bloqueo al parque de Maryland, además de la reciente cancelación de 679 millones de dólares destinados a modernizar puertos para acoger la eólica marina.

Todo ello llega en un momento delicado: Trump prometió bajar la luz a la mitad, pero las facturas se disparan, los aranceles encarecen la modernización de una red envejecida y la demanda eléctrica crece como nunca. Al mismo tiempo, las decisiones del presidente benefician a la industria fósil que financió su campaña, lo que revela que detrás de esta compleja guerra contra la eólica se esconden muchos factores mientras Europa acelera su apuesta, potencia su liderazo y aprovecha la oportunidad para captar inversión.

Lo último en la ofensiva contra la eólica marina

El ataque más reciente ha sido la cancelación de 679 millones de dólares en fondos federales para modernizar puertos clave de la industria offshore. Doce proyectos, desde California a Virginia, se han quedado sin apoyo; en Humboldt Bay (California) el golpe ha sido mayor, al perder más de 426 millones destinados al mayor proyecto logístico de la región en un siglo.

A ello se suma la paralización de Revolution Wind, frente a Rhode Island y Connecticut, ya ejecutado en un 80 % y capaz de alimentar a 350.000 hogares en 2026. En abril, Interior también detuvo temporalmente Empire Wind en Nueva York, y ahora el foco está en Maryland, cuyo parque marino aprobado en 2023 podría ser el próximo en caer. En abril, Interior también detuvo temporalmente Empire Wind en Nueva York, y ahora el foco está en Maryland, cuyo parque marino aprobado en 2023 podría ser el próximo en caer.

“Los molinos están volviendo locas a las ballenas”, declaraba el presidente. La afirmación fue desmentida por NOAA Fisheries, que aseguró que no existe evidencia científica de que las prospecciones o parques eólicos marinos estén vinculados a muertes de cetáceos. Los principales riesgos para las ballenas son los choques con barcos, el enredo en artes de pesca y el impacto del cambio climático en sus fuentes de alimento.

Visualización del parque eólico Empire Wind 1 de Equinor. Foto: Equinor

“Se está utilizando la burocracia como arma para socavar la producción renovable estadounidense”, señalan desde la Conservation Law Foundation.

Detrás de este giro hay grandes intereses económicos. Por ejemplo, Kelcy Warren, cofundador y principal accionista de Energy Transfer Partners (ETP), fue uno de los grandes donantes de Trump en 2024, aportando más de 5 millones de dólares y coorganizando un acto de recaudación en Houston.

La victoria republicana ha coincidido con una cascada de decisiones favorables a la compañía: la eliminación de la moratoria sobre exportaciones de GNL; una extensión de 3 años para un proyecto clave en Lake Charles; y la firma de un contrato a 20 años para suministrar hasta un millón de toneladas de GNL a Japón.

Así mismo, la designación de altos cargos con vínculos a la industria fósil en el Departamento de Energía y en Interior ha reforzado este alineamiento.

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Un cóctel que encarece la factura

Las consecuencias económicas empiezan a sentirse. Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de reducir a la mitad las facturas de la luz en su primer año. Sin embargo, a cuatro meses de cumplirse ese plazo, el escenario es el contrario: las tarifas suben al doble del ritmo de la inflación y se esperan incrementos mayores en 2026.

Tres factores explican el encarecimiento:

  1. Red eléctrica envejecida: el 70 % de las líneas de transmisión tiene más de 25 años. Modernizarlas es imprescindible y costoso, y las eléctricas repercuten el gasto en los consumidores.
  2. Boom de la demanda: el auge de los centros de datos para inteligencia artificial, los vehículos eléctricos y la industria está disparando el consumo. Se calcula que la inversión en nueva generación superará los 212 000 millones de dólares en 2025 y alcanzará los 228 000 millones en 2027, lo que podría elevar las tarifas residenciales entre un 15 % y un 40 % en cinco años.
  3. Política arancelaria y anti renovables: los aranceles impuestos por la Casa Blanca encarecen transformadores y componentes importados (el 80 % procede del extranjero), justo cuando la red necesita renovarse. Al mismo tiempo, bloquear la eólica —una de las fuentes más rápidas y baratas de desplegar— reduce la capacidad de amortiguar precios.

El resultado es un sistema más caro, más inestable y más dependiente de combustibles fósiles cuyo coste, además, se ha multiplicado desde 2022. Además, la presión sobre el coste de la vida será determinante en las legislativas de 2026. Si las facturas no bajan, Trump afrontará un coste político alto.

El encarecimiento eléctrico por aranceles contraproducentes, red obsoleta y menos renovables podría acarrear un alto coste político para Trump en las legislativas de 2026.

En declaraciones al Periódico de la Energía, el director general de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), Juan Virgilio Márquez, ha subrayado que las recientes decisiones en Estados Unidos que han ralentizado algunos proyectos de eólica marina “no deben interpretarse como un freno a largo plazo, ni allí ni en otros mercados”. Según Márquez, en Europa la situación es muy distinta: la eólica offshore se ha consolidado como una prioridad estratégica, respaldada por compromisos firmes de los gobiernos para avanzar en la transición energética.

“Europa conoce bien la realidad sobre la eólica marina y sus aportaciones estratégicas al progreso y resiliencia de la economía y sociedad europeas”, destacó Márquez.

El director de la AEE considera, además, que la incertidumbre en EE. UU. no debe sino generar el efecto contrario en Europa: acelerar su despliegue y apoyarnos en nuestra industria para ello. “Las empresas europeas que han apostado por el mercado estadounidense buscarán nuevos países de inversión con mayor estabilidad regulatoria y esperemos que España sea uno de ellos en breve”, afirmó.

Según comenta para este periódico un portavoz de WindEurope, la institución representante del sector eólico europeo, “Estados Unidos es solo uno de los muchos mercados de energía eólica marina a nivel mundial”.

Actualmente, este país tiene menos de 1 GW de capacidad instalada, mientras que Europa cuenta con 37 GW y alcanzará al menos 80 GW para 2030. China es el mayor mercado, con más de 40 GW, y países como Vietnam, Japón o Australia también planean instalar volúmenes significativos.

“Estados Unidos no es Europa. La aceptación pública de la transición energética de los combustibles fósiles a las renovables sigue siendo alta en Europa. La gente entiende que las renovables ayudan a reducir las facturas de electricidad, disminuyen la dependencia de países exportadores de combustibles fósiles y son la mejor respuesta al calentamiento global y sus efectos devastadores, incluidos los incendios forestales y las sequías crecientes, que ya afectan a millones de europeos”, destaca el organismo basado en Bruselas.

En una encuesta reciente en Alemania, el 80 % de los encuestados se mostró a favor de más renovables, pese a que el país ya cuenta con unas 30.000 turbinas eólicas. No obstante, WindEurope observa un aumento de campañas anti-eólicas y de desinformación intencionada, similar a lo que está bien documentado en Estados Unidos.

Mientras tanto, en la UE

Europa aspira a desplegar casi el triple de potencia offshore en el mismo horizonte temporal, consolidando así un liderazgo renovable que contrasta con el freno al otro lado del Atlántico. Mientras la Unión Europea se ha fijado como objetivo instalar entre 86 y 89 GW de capacidad eólica marina en 2030 (356–366 GW en 2050), el plan federal estadounidense bajo la administración Biden se limitaba a 30 GW para 2030, meta que ahora se tambalea tras las suspensiones y cancelaciones decretadas por Trump.

Para ello, Bruselas ha lanzado el Wind Power Package, que acelera permisos, mejora el diseño de subastas y facilita acceso a financiación. El plan REPowerEU ya está dando frutos: en 2024 se instalaron 78 GW de renovables (récord histórico), y la electricidad generada por estas fuentes alcanzó el 48 % del total. Además, el Clean Industrial Deal, publicado en 2025, busca reforzar la competitividad europea mientras se abaratan costes energéticos a empresas y hogares.

En 2024, la eólica superó por primera vez a la nuclear y se convirtió en la principal fuente de electricidad en España, con más de una cuarta parte del mix energético. Este liderazgo tecnológico ofrece al país la posibilidad de capitalizar su ventaja industrial.

Empresas como Iberdrola, Naturgy o Siemens Gamesa parten de una posición privilegiada para impulsar el despliegue global si Estados Unidos se queda rezagado.

Esta coyuntura puede redirigir hacia Europa una inversión en renovables que busca mercados estables y predecibles. Pero el efecto político también importa: la crisis de precios en EE. UU. anticipa debates similares en Europa, donde el coste de la vida sigue siendo una preocupación electoral central. En España, con un mix cada vez más renovable, el reto será contener los costes de red y garantizar respaldo suficiente para que la intermitencia no se traduzca en subidas abruptas de la factura. Existe el riesgo de que el relato anti-energía verde de Trump cale en parte de la opinión pública europea o en algunas agendas políticas.

La eólica en el punto de mira del debate en Reino Unido

La ofensiva retórica de Trump ha resonado también al otro lado del Atlántico, donde ha culpado a la eólica de disparar los precios en el Reino Unido.

Como la BBC se apresuró a desmentir tras las declaraciones de Trump, la eólica no es la principal causa del incremento de los precios de la electricidad en UK.

En 2019, la factura eléctrica media de un hogar británico rondaba las 630 libras. Hoy, en 2025, se sitúa en torno a 950. El aumento se explica sobre todo por el encarecimiento del gas tras la guerra de Ucrania, que pasó de representar apenas un tercio de la factura a convertirse en el principal responsable de las subidas. Los costes ligados a las renovables y a la red también han crecido, pero siguen siendo menores en comparación.

La eólica aporta ya cerca del 30 % de la electricidad británica, frente al 21 % de hace apenas cinco años, y el país lidera en Europa la capacidad instalada en alta mar, con más de 15 GW operativos y el objetivo de alcanzar 50 GW en 2030. Es cierto que esta expansión del viento no está exenta de costes indirectos: además de los subsidios, implica reforzar la red para gestionar una fuente intermitente, invertir en almacenamiento, generación de respaldo y nuevas infraestructuras. Sin embargo, la mayoría de analistas insisten en que, a largo plazo, el viento sigue siendo más barato que mantener la dependencia del gas, cuya volatilidad ha sido el gran motor del encarecimiento reciente.

Transición energética convertida en geopolítica

Lo que sucede hoy en Estados Unidos con la eólica marina no es solo un pulso doméstico: es la disputa por el liderazgo energético mundial y la definición de la agenda dominante. Las trabas impuestas por la administración Trump pueden retrasar la modernización de su red eléctrica y encarecer aún más la factura para industria y hogares, pero también están enviando señales contradictorias a los mercados internacionales en un momento de auge de la inversión verde. Europa, China y buena parte de América Latina avanzan en sentido contrario, ampliando su capacidad renovable y creando clústeres industriales que mañana serán estratégicos.

Si la primera economía del mundo se atrinchera en los combustibles fósiles, ralentiza el ritmo global de descarbonización justo cuando la ciencia urge a acelerar. La batalla de Trump contra la eólica es pone el foco en una dicotomía entre prolongar la dependencia del gas y el petróleo o fomentar una transición renovable capaz de generar empleo, estabilidad y soberanía energética.

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2 comentarios

  • galan

    galan

    03/09/2025

    Creo que el articulo, hace un analisis de la situacion energetica actual en EE UU, muy acertada.

    Cuando veo lo que esta pasando en EE UU con la energia, me parece que es cosa de un cuento.

    Por mucho gas y petroleo que tenga EE UU, son, comparadas con las renovables energias caras.
    Si EE uu, quiere basar su consumo de energia en el gas y en el petroleo, pues que se quede para el con todo.
    Tenemos la oportunidad en Europa de tener una energia barata durante muchos años si apostamos por las renovables., "tanto para el transporte, como para la industria y las viviendas".
    EE UU, ha tenido energia barata durante mucho tiempo, ahora nos toca tambien a nosotros los europeos.

    Yo creo que Europa-UE, China-Asia, incluso algunos paises de America Latina, lo estan haciendo bien.
    No es muy inteligente dar la espalda a las nuevas tecnologias.

    Sin embargo, no creo que la situacion dure mucho.
    En cuanto, tomen las riendas de EE UU, otras prsonas menos egoistas y mas inteligentes, creo que la situacion cambiara.
    Todavia EE UU, tiene un poder de investigacion e invención, muy superior a algunos paises.
    Lo digo porque aunque haya oposicion, hay empresas que siguen mejorando sistemas renovables muy acertadamente.
    Las noticias estan hay, empresas mejorando las baterias de electrolito solido, de fotovoltaica, sistemas de IA, etc.
    Esperemos que el gigante dormido se despierte, y ayude a mejorar las renovables.









  • naughty

    naughty

    08/09/2025

    Sobre el recorte de fondos federales en California para la eólica. Al estado de California le sobran el dinero, los cargos políticos demócratas y todo el greenwashing político del universo conocido, para meter los 600 millones de dólares ellos mismos, rebajar a medio y largo la factura de sus habitantes (que ya lo pagan todo a precio de oro haute couture) quedar como la potencia económica más verde del planeta y ganar todavía más votantes. Pero no se hace porque igual los demócratas están también pillados por donaciones de frackers y oil drillers y los votos de las comunidades que viven de eso. Por otro lado, las babosadas de Trump dirigidas al moron estadounidense medio como la tontería de las ballenas me han traído a la mente el recuerdo las quejas sobre el ruido de los molinos "cuando hace viento" o sus efectos sobre las aguas subterráneas de bloqueiros y brotados psicóticos del ecologismo contra los parques eólicos y especialmente las repotenciaciones (menos molinos, menos ingresos para ciertos concellos) en Galicia. Como no te lo tomes a chiste...

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