La Cumbre del Clima de Katowice (COP24) encara a partir de mañana la ronda final de unas negociaciones que deben establecer una hoja de ruta hacia los compromisos del Acuerdo de París de 2015, un debate en el que países desarrollados y en desarrollo tendrán que superar sus diferencias para afrontar juntos el cambio climático.
"Esta cumbre será un éxito si se consigue que los países asuman por escrito sus compromisos para tener antes de 2020 sus contribuciones nacionales revisadas", especialmente en materia de reducción de emisiones y financiación, explicó a Efe la subdirectora global del clima del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Vanesa Pérez.
"Tenemos que salir de Katowice con la máxima concreción posible", añadió Pérez, en relación a la ronda que acoge esta ciudad polaca.
En 2015, la COP21 se cerró con el histórico Acuerdo de París, donde casi 200 países se comprometieron con el objetivo demantener el calentamiento global a final de siglo por debajo de 2º centígrados sobre los niveles preindustriales y, si es posible, por debajo de los 1,5º.
El Acuerdo de París entrará en vigor en 2020, por lo que la COP24 tiene la tarea crucial de lograr que los países acuerden unas reglas para implementar los compromisos marcados en París, ya que cualquier retraso podría demorar su aplicación, algo que para la comunidad científica tendría efectos catastróficos para el planeta.
El Acuerdo de París establece que cada país puede proponer sus propios objetivos de reducción del cambio climático, lo que se llama Contribuciones Determinadas Nacionales (NDC, por sus siglas en inglés).
Es fundamental, sin embargo, que en Katowice se llegue a un compromiso sobre esos objetivos y, muy importante, sobre cómo permitir que la comunidad internacional pueda monitorizarlos.
Durante la semana que hoy se cierra, las delegaciones nacionales se han esforzado para elaborar borradores de acuerdos que los ministros de cada país deberán discutir durante la semana que comienza mañana.
La financiación, el aumento de los objetivos de reducción de emisiones y la transparencia para que se pueda medir lo que está haciendo cada país son las cuestiones más espinosas que han quedado en la agenda para los ministros.
Se han hecho algunos avances, pero aún quedan muchas decisiones por adoptar, especialmente las más importantes, que han quedado sin concretarse, indicaron a Efe fuentes de una delegación hispanoamericana, según las cuales en la ronda final se precisará "mucha generosidad" para alcanzar acuerdos ambiciosos.
Por ahora sólo han hecho acto de presencia en Katowice una cincuentena de jefes de Estado y de Gobierno, con el presidente español, Pedro Sánchez, como el más destacado, por lo que la visita a la Cumbre de los dirigentes de alguno de los países más importantes podría servir de impulso a las negociaciones, añade esta fuente.
No obstante esto parece poco probable, ya que desde la organización de la COP24 se adelantó que no se espera la visita del francés Emmanuel Macron, la alemana Angela Merkel o el ruso Vladimir Putin, por poner tres ejemplos de algunos de los líderes mundiales.
El dinero y las reglas para financiar las medidas contra el cambio climático siguen "dividiendo" a los países desarrollados y no desarrollados, continúa este delegado hispanoamericano.
En Katowice se deberían establecer las reglas para que los países más desarrollados ejecuten el compromiso de París de aportar 100.000 millones de dólares estadounidenses al año para programas climáticos.
Los países en desarrollo quieren tener garantías claras sobre el dinero con el que podrán contar y en qué forma lo recibirán, y defienden que cuánto más claro esté esta ayuda, más podrán profundizar en medidas contra el cambio climático.
La Unión Europea (UE) y el Banco Europeo de Inversión son quienes más fondos aportan hoy por hoy a la lucha contra el cambio climático, y en 2017 desembolsaron 20.400 millones de euros.
Otra cuestión espinosa son las Contribuciones Nacionales, ya que los países en desarrollo quieren estar sujetos a reglas menos estrictas que los desarrollados, mientras que éstos quieren unas reglas comunes para todos.
En esta línea, países como Noruega y Estados Unidos se han opuesto a volver al antiguo sistema en el que se establecen dos niveles de responsabilidad a la hora de asumir e informar sobre la acción climática.
Por su parte, Arabia Saudí, Irán o China lideran el grupo que pide la máxima flexibilidad para los países en desarrollo.
Este es el panorama que espera a los negociadores durante la segunda semana de una cumbre de la que Estados Unidos sigue siendo un actor clave, a pesar de que en 2017 su presidente, Donald Trump, anunció su retirada del Acuerdo de París, algo que no se materializará hasta 2020.
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