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El sector energético mundial está viviendo una etapa trepidante, en la que los cambios se suceden a una velocidad de vértigo. La transición energética avanza imparable y los expertos vaticinan que la demanda de combustibles fósiles tocará su máximo en 2030 y luego iniciará la cuesta abajo, incluso aunque las reservas permanezcan.

El cambio climático es una amenaza real. El Acuerdo de París, en el que por primera vez en la historia la mayoría de los países se ha puesto de acuerdo para combatirlo, ha supuesto el banderazo de salida de la transición energética mundial. La transición  está en marcha y países, empresas y consumidores, lo quieran o no,  se van a ver afectados - o quizás habría que decir que ya se están viendo afectados- por los numerosos cambios que entraña la transición hacia un mundo y una economía más sostenibles. Nadie -tampoco Donald Trump- puede permanecer impasible ante esta inexorable realidad, porque el que no se suba a este tren, el que no se adapte a los nuevos tiempos, acabará perdiendo.

El petróleo ha dejado de ser una preocupación. Ya nadie se pregunta cuándo se agotará, sino cuándo llegará el momento en que su consumo sea residual. Ese horizonte todavía está muy lejos, pero los tiempos se acortan una barbaridad.

La reducción de los costes de las energías renovables y el almacenamiento hacen vislumbrar un rápido despegue de los coches eléctricos, cuya paridad en costes con los de combustión interna ya se sitúa en el horizonte de 2025. Las petroleras ya le han visto las orejas al lobo y no han dudado –a excepción de las estadounidenses- en ir tomando posiciones más importantes en gas y, por qué no, también en las energías renovables, que se perfilan como el binomio que dominará el mix energético del futuro.

Las energías renovables no dejan de sorprender a propios y extraños. Hace muy pocos años nadie daba un duro por que pudieran salir adelante sin ayudas. Hoy, la energía eólica y la solar ya han demostrado que son competitivas sin subsidios y han alcanzado la paridad de red en la mayoría de los países. Los contratos a largo plazo por debajo de los 30 euros el MWh son una realidad en algunos mercados. Y los costes siguen cayendo. El último informe de GTM Research señala que los costes de la fotovoltaica bajarán un 27% hasta el 2022, a razón de un 4,4% cada año.

Mientras en los últimos 50 años apenas se ha logrado reducir un 5% la dependencia de los combustibles fósiles como fuente primaria de energía (actualmente suponen todavía un 85% del mix energético), hasta 2060 se espera que su importancia decrezca, aunque seguirán teniendo un papel fundamental. **El consumo de petróleo —actualmente en torno a los 96 millones de barriles diarios— continuará ascendiendo hasta 100 millones en 2030, momento en el que se estabilizará para después comenzar el descenso. **

Una de las cuestiones que permitiría reducir esta dependencia de los combustibles fósiles es el desplazamiento del consumo energético hacia la electricidad, que puede ser generada de maneras diversas, incluidas las fuentes renovables. La demanda de electricidad se doblará de cara a 2060, pero las previsiones del World Energy Council es que para entonces entre el 20% y el 40% de ella será generada por energía solar y eólica y que hasta un tercio de los automóviles  funcionarán con electricidad o sistemas híbridos.

El mundo avanza hacia una sociedad digital a un ritmo frenético. Las nuevas tecnologías e Internet no solo influirán en la economía sino también en el sector energético. El avance hacia una sociedad digital nos encamina hacia el Internet de las cosas, todo un área de desarrollo que tiene que ver con las casas inteligentes, el smart manufacturing (fabricar de otra forma), las smart cities, los coches automatizados y la smart energy, donde se incluyen los contadores digitales, las centrales teledirigidas, las redes inteligentes, etc.”

El mundo tecnológico evoluciona de una manera trepidante y la revolución ha llegado también a la energía. Lo que hace unos pocos años era impensable hoy es una realidad, incipiente pero torticera, y en pocos años vamos a ser testigos de una gran transformación. En apenas tres años de vida, El Periódico de la Energía ha asistido a grandes e importantes cambios y en los próximos años vamos a ver como estos se multiplican y de una manera mucho más rápida de lo que pensamos. La transición energética avanza de forma imparable  y desde estas páginas virtuales seguiremos contándoles puntualmente todos los cambios que, a buen seguro, irán produciéndose.

José Antonio Roca es periodista y editor de El Periódico de la Energía.

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