Ningún comentario Una planta piloto del tamaño de un contenedor de camión podría convertirse en un punto de inflexión para la lucha contra el cambio climático. Se trata de la Austrian Pilot Unit 1 (APU1), una instalación recientemente puesta en marcha que es capaz de extraer 50 toneladas de dióxido de carbono (CO2) del aire cada año, utilizando menos de 2.000 kilovatios-hora por tonelada capturada, una cifra considerada récord en el sector.
La clave de esta innovación reside en su diseño compacto y modular. Cada unidad puede funcionar de manera independiente, lo que abre la puerta a su uso por pequeñas empresas o incluso iniciativas privadas. A su vez, compañías más grandes podrían combinar múltiples módulos para crear instalaciones de mayor escala. El objetivo inmediato es desarrollar una planta de 1.000 toneladas anuales, paso previo hacia módulos con capacidad comercial.
Un desafío central para el futuro climático
Los expertos insisten en que capturar CO2 no debe interpretarse como una licencia para seguir emitiendo gases de efecto invernadero. La reducción de emisiones sigue siendo imprescindible. Sin embargo, los modelos climáticos actuales indican que también será necesario retirar parte del CO2 que ya se encuentra en la atmósfera.
El problema es que esta tecnología, aunque considerada esencial, aún no está disponible a gran escala. Si no se logra desplegarla masivamente en las próximas décadas, advierten los científicos, el calentamiento global podría seguir un rumbo más grave del previsto. Por eso, la captura directa de aire (DAC, por sus siglas en inglés) se ha convertido en un tema clave para la política climática mundial.
El secreto está en el filtro
El funcionamiento de APU1 se basa en materiales como las aminas, capaces de captar CO2 del aire. Estos compuestos se presentan en forma de pequeños granos adheridos a un soporte sólido a través del cual se hace circular aire. El CO2 queda retenido hasta que el material se satura y debe regenerarse.
Para liberarlo, el material debe calentarse—aquí es donde las tecnologías de captura suelen consumir más energía. El problema de los sistemas convencionales es que calientan no solo el material filtrante, sino también todo el equipo a su alrededor, lo que genera pérdidas térmicas significativas.
APU1 soluciona este punto mediante un proceso denominado “de dos zonas”. El material filtrante se mueve automáticamente entre un contenedor frío, donde captura CO2, y un contenedor caliente, donde se regenera. La unidad de filtrado nunca se somete a altas temperaturas, y solo el material saturado se traslada a la zona caliente. Esta separación reduce drásticamente la energía necesaria para la operación.
Además, la planta incorpora varios regeneradores dispuestos de forma estratégica para maximizar la eficiencia térmica. Con este sistema, se logra reducir el consumo total por debajo de los 2.000 kWh por tonelada de CO2, una cifra que supera el rendimiento de la mayoría de soluciones actuales.
Un uso más inteligente del calor
El diseño también permite aprovechar fuentes de calor residual por debajo de los 100 °C, un tipo de energía que suele desperdiciarse. Esto hace que APU1 sea especialmente adecuada para integrarse en instalaciones industriales o energéticas que generen calor de baja temperatura.
Los responsables del proyecto y sus inversores creen que este enfoque distribuido—con unidades adaptadas a necesidades específicas—hará viable el modelo económico. En vez de una sola megainstalación centralizada, imaginan una red de pequeños módulos instalados donde más se necesiten, de manera similar a cómo hoy se despliegan sistemas de energía solar personalizados.
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