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‘Verdes’ sobre el papel, deficientes en la realidad: por qué los edificios siguen sin cumplir los objetivos de sostenibilidad

La demanda estancada, los retornos poco claros y una medición deficiente mantienen a los edificios fuera de rumbo, aunque los expertos sostienen que la optimización basada en IA puede cerrar las tres brechas a la vez.

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El Royal Institution of Chartered Surveyors (RICS) ha publicado recientemente su Informe de Sostenibilidad 2025, y el panorama para los edificios verdes se está debilitando. La demanda de inmobiliario sostenible se está enfriando en la mayoría de las regiones, muchos proyectos se paralizan debido a los altos costes iniciales y a un retorno incierto, y casi la mitad de los profesionales de la construcción sigue sin medir el carbono en sus proyectos, una proporción que incluso ha aumentado en el último año.

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Expertos en eficiencia energética de Exergio, una empresa que desarrolla herramientas de IA para la eficiencia energética en el sector inmobiliario, afirman que el sector no está bloqueado por falta de ambición, sino porque tres fallos sistémicos —demanda estancada, valor financiero poco claro y una débil aplicación operativa— siguen sin resolverse.

Donatas Karčiauskas, CEO de Exergio, añade que, sin una optimización escalable de las operaciones diarias impulsada por IA, incluso los edificios certificados o renovados seguirán sin alcanzar los objetivos climáticos y de rendimiento.

Desciende la demanda de edificios sostenibles

La demanda global de edificios sostenibles lleva varios años descendiendo, y el último informe de RICS muestra una nueva caída del 41% al 30%. Inversores y promotores culpan principalmente a la falta de claridad en los retornos: entre el 35% y el 46% citan la incertidumbre sobre el ROI, los periodos de amortización o los ahorros operativos como su principal barrera para invertir.

“Los inversores no están en contra de construir de forma sostenible; simplemente necesitan pruebas de que compensa. Si un proyecto requiere materiales, equipos y certificaciones costosos, pero el rendimiento en el mundo real no se traduce en ahorros medibles, ¿por qué alguien lo escalaría? Hasta que los edificios puedan demostrar retornos claros y verificables, la demanda seguirá cayendo”, afirmó Donatas Karčiauskas.

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Mediante el uso de IA para optimizar los sistemas existentes, Exergio suele reducir el consumo energético en grandes edificios comerciales hasta en un 30%, lo que se traduce en más de un millón de euros de ahorro anual: el tipo de prueba que buscan los inversores. Pero el dinero no es el único problema, según muestra el informe.

Los datos de RICS revelan una brecha creciente entre lo que valoran los ocupantes y lo que priorizan los inversores. Los ocupantes favorecen el rendimiento: el 94% cita la calidad ambiental interior y el 88% señala la eficiencia energética como prioridades principales, mientras que los inversores siguen centrados en la certificación (86%) y en las características de resiliencia (78%).

Concepto único, objetivos diferentes

Según Karčiauskas, el mercado habla de la sostenibilidad como si fuera un concepto único, pero en la práctica los distintos actores persiguen objetivos diferentes.

“A los ocupantes les importa cómo funciona un edificio; a los inversores, cómo está etiquetado. Hasta que el rendimiento y la certificación apunten en la misma dirección, seguiremos construyendo activos que parecen sostenibles sobre el papel, pero que no lo son en la práctica. La verdadera solución es medir lo que ocurre dentro del edificio, cada día; ahí es cuando ambos grupos obtienen por fin aquello por lo que están pagando”, explicó Karčiauskas.

El informe de RICS muestra que este tipo de medición sigue siendo la excepción y no la norma. En todas las regiones, aproximadamente la mitad de los encuestados no mide en absoluto el carbono incorporado, y solo alrededor del 16% afirma que sus evaluaciones influyen en las decisiones de diseño. Apenas el 17% cree que el sector cuenta con suficientes conocimientos en sostenibilidad, y solo el 10% está muy familiarizado con los métodos de carbono a lo largo de todo el ciclo de vida.

Karčiauskas cree que esto se debe a que los encuestados no saben cómo medir las emisiones: “No se puede mejorar lo que no se mide, y no se puede medir lo que no se tienen las competencias para evaluar. En este momento, la mayoría de las decisiones sobre carbono se basan en suposiciones en lugar de en evidencias reales”.

En su opinión, la combinación de datos de carbono inexistentes, conocimientos limitados y una medición incoherente es precisamente el punto en el que la IA puede acelerar el progreso. Los sistemas de IA pueden recopilar datos de rendimiento de forma automática, interpretarlos sin necesidad de formación especializada y ajustar continuamente los sistemas del edificio, algo que los equipos humanos no pueden hacer a gran escala.

“La IA cierra la brecha que la industria no puede cerrar por sí sola. Demuestra el ROI con datos reales de rendimiento, alinea lo que quieren los ocupantes con aquello por lo que pagan los inversores y automatiza una optimización que hoy requiere una experiencia escasa. Si queremos que los objetivos de sostenibilidad se conviertan en resultados reales, esta es la única palanca lo suficientemente grande como para funcionar a escala”, concluyó Karčiauskas.

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