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Bruselas continúa sin acuerdo sobre el hidrógeno nuclear y deja todo para la negociación final

Tras un intenso miércoles de negociaciones todavía no se sabe si el hidrógeno "rosa" estará incluido en la Directiva de Renovables

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Bruselas continúa sin llegar a un punto en común sobre el hidrógeno de origen nuclear y se la juega todo a las decisiones que se tomen en el Parlamento Europeo, último escalón del proceso de negociación.

Tras un intenso miércoles de negociaciones entre los Estados miembro a nivel de embajadores y el Parlamento Europeo, sigue sin haber acuerdo respecto a si incluir o no el hidrógeno "rosa" en la Directiva de las Renovables.

Uno de los objetivos clave de la política de energías renovables es que todos los países de la UE utilicen una cierta cantidad de combustibles "renovables", como el hidrógeno, como fuente de energía en la industria para 2030.

Dado que para producir hidrógeno con bajas emisiones de carbono se necesita electricidad, la batalla que se libra ahora en la UE es qué fuentes de energía deben autorizarse para su producción, si se quiere que cuente para los objetivos de energías renovables.

Sin embargo, la Directiva de Renovables todavía no es definitiva y está siendo negociada entre los Estados miembros y el Parlamento Europeo antes de convertirse en jurídicamente vinculante.

Bandos

Es aquí donde ha surgido la lucha política: un grupo de países, liderado por Francia, presiona para que el hidrógeno de origen nuclear cuente igualmente para los objetivos renovables en el transporte y la industria. Bulgaria, Croacia, la República Checa, Francia, Hungría, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia apoyaron esta petición en una carta conjunta enviada a principios de febrero.

Los países hablan de hidrógeno bajo en carbono, una referencia "encriptada" a la energía nuclear, y defienden la "neutralidad tecnológica" y la soberanía nacional para diseñar sus respectivas combinaciones energéticas. Pero su petición se encontró con una feroz oposición en otra carta, firmada a mediados de marzo por Austria, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Luxemburgo, Portugal y España.

Según la legislación actual de la UE, la energía nuclear no se considera renovable porque los reactores funcionan con uranio, un elemento químico metálico que sufre fisión nuclear y se convierte en residuos radiactivos que siguen siendo peligrosos durante miles de años. Sin embargo, las centrales nucleares se consideran bajas en carbono porque, a diferencia de las centrales de gas y carbón, emiten vapor de agua y no CO2 a la atmósfera.

Los Estados pronucleares utilizan este detalle para defender esta tecnología como una tecnología de futuro que puede reforzar la independencia energética, reducir drásticamente la contaminación y garantizar que los países dispongan siempre de una fuente de reserva en caso de que los fenómenos meteorológicos reduzcan la producción de energía solar, eólica e hidroeléctrica. Pero esto no ha logrado convencer al grupo antinuclear, que insiste en que el sector no debe desempeñar ningún papel en una sociedad climáticamente neutra.

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