La futura Comisión Europea quiere que los productos de la industria contaminante de terceros países o la electricidad producida fuera de la UE también pague por emitir CO2 a la atmósfera. De ser así, las empresas europeas dejarían de perder competitividad o sus productos no serían tan caros respecto a esos países por tener que comprar derechos de emisión del Comercio de la UE (EU ETS).
Esa decisión podría señalar con el dedo a la compra, por parte del mercado mayorista español, de electricidad generada con carbón desde Marruecos desde noviembre de 2018 y que desveló El Periódico de la Energía.
https://elperiodicodelaenergia.com/espana-comienza-a-comprar-electricidad-a-marruecos-justo-cuando-activa-una-central-de-carbon-de-14-gw/
La nueva Comisión Europea tiene la ambición de hacer una propuesta para introducir un impuesto al CO2 sobre lo producido fuera de Europa. Según Ursula von der Leyen, la presidenta de la institución a partir del próximo mes de diciembre, la UE tendrá un impuesto al carbono para los próximos años.
Es decir, los productos de terceros países estarán sujetos a un arancel o impuesto adicional, que corresponde a la cantidad de emisiones de CO2 que se hayan producido para su fabricación o generación.
Cada uno de los nuevos comisarios que formarán parte de la 'Comisión Von der Leyen', ha recibido una carta y según el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, se propone que habrá que trabajar para introducir un impuesto sobre el CO2 para terceros países. "Es una herramienta importante para evitar fugas de CO2 y garantizar que las empresas de la UE puedan competir en igualdad de condiciones", escribe Ursula von der Leyen en la carta.
La futura presidenta de la CE reconoce que es una tarea un poco difícil pero "en teoría, un impuesto fronterizo de CO2 permitiría a la UE llevar a cabo una política climática más ambiciosa con la garantía de que los proveedores extranjeros no perjudicarán injustamente la acción nacional", escribe en un análisis Sam Lowe, investigador del centro de pensamiento proeuropeo European Centre for Reform, "en la práctica, implementar un impuesto fronterizo eficiente al CO2 será difícil, costoso y ciertamente provocará desafíos legales".
El camino hacia un impuesto fronterizo de CO2 será largo. Según Sam Van der plas, director político de Carbon Market Watch, no figurará entre las propuestas que hará la Comisión Europea en sus primeros 100 días, y ya en la fase inicial, es probable que el proyecto encuentre resistencias, ya que hay desacuerdo sobre si es necesario o no. Sin embargo, en su opinión, aunque "se dice hoy que el sistema de cuotas de CO2 contiene riesgos importantes para la competitividad de las industrias intensivas en energía, no creemos que esos riesgos sean tan grandes".
Sam Van der plas está respaldado por Sam Lowe, quien dice que hoy por hoy no hay evidencia de que las empresas se vean afectadas por la competitividad debilitada debido a los crecientes requisitos climáticos.
El desafío estará en lograr un diseño adecuado de este impuesto para que todos salgan ganando. En su forma más simple, un país podría decidir cuanto deberían costar las emisiones de CO2 por tonelada emitida, y para que la industria no pierda competitividad, también podría imponer un impuesto a los bienes importados de países que no tienen un impuesto equivalente.
Sin embargo, Sam Lowe asegura que, hoy por hoy, las discusiones a nivel interno en la nueva Comisión Europea se centran en la idea de gravar los bienes importados, lo que beneficiaría a la industria europea cuyos costes son superiores al tener que comprar derechos de emisión de CO2.
Otra cuestión importante, si se aprueba el impuesto al CO2 a terceros, es que otros países pueden quejarse ante la Organización Mundial del Comercio. Un impuesto o arancel sobre las importaciones puede verse fácilmente como una medida proteccionista de la UE y por tanto, otros países pueden presentar quejas ante la OMC.
En 2013, Jennifer Hillman, una investigadora del Fondo Alemán Marshall de los Estados Unidos, escribió en un análisis que creía que era más factible crear un impuesto de CO2 porque puede ser aceptado por la OMC, "la clave es estructurar una medida fronteriza que lo acompañe como una extensión directa de la política climática nacional".
Incluso si los funcionarios de la Comisión Europea logran diseñar una medida que sea legalmente sólida, puede encontrar resistencia cuando sea necesario implementarla, según Morten Helveg Petersen, parlamentario europeo por la Izquierda Radical.
Dependiendo de cómo se presente la propuesta, debe ser aprobada por los estados miembros de la UE en el Consejo de Ministros y por el Parlamento Europeo. Hasta ahora el Consejo de Ministros hay un interés limitado por introducir nuevos impuestos, y el Parlamento está recién formado y es difícil aventurar su postura. "Estoy expectante sobre la posición del Parlamento, porque no tengo ni idea. Todavía es pronto y no está claro cuál cómo va a ser de verde en sus decisiones", dice el europarlamentario de izquierdas.
Se espera que la comisión de Ursula Von der Leyen asuma el cargo el 1 de diciembre, y solo entonces trabajará en el diseño del nuevo impuesto límite de CO2.
Ignacio
31/10/2019