China se ha convertido en los últimos años en un socio comercial clave para América Latina. Esta floreciente relación está llamada a ampliarse a más áreas relacionadas con la transición energética.
Las ambiciones compartidas por las naciones latinoamericanas de fomentar actividades económicas de mayor valor y acelerar su transición hacia un futuro de energía neta cero han aumentado el creciente atractivo de la región para las empresas.
América Latina se ha convertido en un mercado atractivo para las empresas mundiales y chinas, alcanzando un hito en la inversión extranjera directa (IED) mundial con la cifra récord de 225.000 millones de dólares en 2022, un 55% más que en 2021, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Además, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que el valor de las exportaciones de la región superó la media mundial, experimentando un aumento interanual del 2,9% a partir del primer trimestre de 2023. Esta importante afluencia de IED y el aumento de los valores comerciales subrayan el creciente interés de los inversores extranjeros en el panorama empresarial de la región.
Se profundizan las relaciones comerciales entre China y América Latina
China ha ascendido hasta convertirse en uno de los principales socios comerciales de América Latina, sólo por detrás de EEUU y Europa, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Además, el comercio bilateral entre China y la región latinoamericana se ha multiplicado por 26 en las dos últimas décadas, hasta alcanzar los 310.000 millones de dólares en 2020, frente a los 12.000 millones de 2000, según un informe del Parlamento Europeo. A la inversa, América Latina es el cuarto socio comercial de China, con un volumen comercial sustancial de unos 450.000 millones de dólares en 2022.
Además de su papel como socio comercial clave, el liderazgo de China en energías limpias también ha reforzado su influencia en América Latina, así como en otros mercados emergentes. Sin embargo, la fortaleza de sus lazos actuales no siempre estuvo asegurada.
La Iniciativa china Belt & Road (BRI, por sus siglas en inglés), una estrategia global de desarrollo de infraestructuras, se introdujo en 2013 con el objetivo de desarrollar nuevas relaciones comerciales e impulsar el perfil y la influencia globales de China. La iniciativa abarca un amplio abanico de proyectos de infraestructuras, tanto nuevos como ya existentes, que abarcan muchas regiones y sectores industriales. En 2023, la BRI se había extendido a 149 países, con inversiones financieras por valor de 67.800 millones de dólares. En un principio, América Latina no estaba incluida en la BRI. Sin embargo, en la segunda reunión de la China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en 2018, China hizo un anuncio especial anticipando una mayor cooperación entre las dos regiones en el marco de la BRI.
Las empresas chinas dirigen sus inversiones a América Latina por tres razones principales: 1) los abundantes recursos naturales y materias primas de la región, especialmente materiales clave para la transición ecológica y la cadena de suministro; 2) la seguridad alimentaria; y 3) el aumento de las tensiones geopolíticas. En consecuencia, muchas empresas chinas han ampliado su presencia, especialmente en los sectores de la energía, el transporte y las infraestructuras.
Desde entonces, América Latina y el Caribe ha sido testigo de un robusto crecimiento de las inversiones BRI, con un notable aumento del 227% desde 2018, según un informe del Green Finance & Development Center de la Universidad de Fudan.
Hacia el Net Zero
Un total de 21 países latinoamericanos se han unido a la BRI a partir de 2023, anticipando una afluencia sustancial de inversión china en infraestructura. Por ejemplo, en 2022, las empresas chinas invirtieron en 32 nuevos proyectos en áreas como electricidad (50%), tecnologías de la información (IT) (25%), fabricación de vehículos eléctricos (6%) en Brasil, un máximo histórico en valor registrado, según la Cámara de Comercio Brasil China.
Surgen dudas
No obstante, el rápido crecimiento de la influencia china en la región latinoamericana suscita interrogantes sobre las posibles implicaciones de tal dominio, sobre si fomenta el beneficio mutuo o simplemente intensifica la dependencia de la región respecto a China. En particular, las empresas chinas han adquirido una parte sustancial de las distribuidoras nacionales de energía reguladas en Chile (comprando participaciones en la Compañía General de Electricidad y Chilquinta Energía) y Perú (mediante la adquisición de Enel SA).
Se observa un patrón similar en las relaciones comerciales entre China y América Latina. China se ha convertido en un importante importador de materias primas de la región, como metales, carne de vacuno y soja. China también ha aumentado su participación en las importaciones de manufacturas de la región, como productos electrónicos, vehículos eléctricos y componentes nucleares.
Los vehículos eléctricos y las energías limpias ganan impulso****
Otro motor del creciente interés de los inversores en América Latina es el impulso mundial a la descarbonización. Se espera que la creciente demanda mundial de vehículos eléctricos aumente la necesidad de litio, un recurso abundante en Sudamérica. La región se está preparando para la fabricación de cátodos de baterías y la exportación de minerales críticos con importantes inversiones chinas. Se espera que el mercado de vehículos eléctricos se acelere en los próximos años, con empresas que planean empezar a producir vehículos eléctricos en México, Brasil y Argentina a partir de finales de 2024.
Fabricantes de automóviles chinos como BYD, Chery y Great Wall Motors pretenden iniciar la producción de VE y autobuses eléctricos (e-bus) en Brasil para 2024, reduciendo potencialmente la diferencia de precio entre los motores de combustión interna y los VE. En Brasil, BYD ya ha iniciado la producción de chasis de e-bus en Campinas, y opera una planta de módulos de baterías de iones de litio en Manaus, como parte de sus esfuerzos de expansión en curso.
BYD se ha fijado como objetivo una producción anual de más de 150.000 VE en Brasil y tiene previsto introducir su primer VE híbrido enchufable de combustible flexible (PHEV), capaz de funcionar tanto con gasolina como con etanol. En México, donde ya existe capacidad de fabricación de vehículos eléctricos, los fabricantes mundiales de automóviles se están centrando en el creciente mercado estadounidense, impulsado por los recientes incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación.
El dominio de China en la fabricación mundial de equipos de energías limpias y en las cadenas de suministro es evidente en la región. Por ejemplo, ocho de los 10 principales proveedores de módulos solares para proyectos en América Latina son chinos, encabezados por Longi, Jinko, Trina y JA, según datos de BloombergNEF. En abril de 2023, el presidente brasileño Luiz Ignacio Lula da Silva y el presidente chino Xi Jinping firmaron una veintena de acuerdos para estrechar aún más sus ya estrechos lazos, especialmente en las áreas de comercio, cambio climático y transición energética.
Lo que cabe esperar****
Se prevé que la inversión china mantenga su trayectoria ascendente, con un fuerte énfasis en las cadenas de suministro asociadas a las energías renovables y los vehículos eléctricos. Esto se alinea con las ambiciones de varios países latinoamericanos como Argentina, Brasil y Chile de desarrollar actividades de mayor valor y acelerar su transición energética.
Aunque la creciente presencia e influencia de China en la región suscita preocupación por los posibles desequilibrios económicos y políticos, BNEF espera que las inversiones y el interés chinos continúen expandiéndose en América Latina. Las crecientes conexiones y flujos de capital entre China y América Latina tienen el potencial de beneficiar a ambas partes, contribuyendo a su objetivo compartido de alcanzar el cero neto.
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