En la carrera global por la descarbonización, Europa lidera el impulso por el hidrógeno renovable. De los aproximadamente 1.700 proyectos de hidrogeno activos en la actualidad, el 53% se encuentran en la Unión Europea, según datos de la base de datos Global Energy Infrastructure (GEI).
Este porcentaje sitúa al bloque comunitario a la vanguardia de la transición energética, por delante de la región Asia-Pacífico (22%) y Norteamérica (12%). La apuesta europea por el hidrógeno responde a una estrategia a largo plazo para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y alcanzar los objetivos climáticos establecidos en el Pacto Verde Europeo.
El hidrógeno verde representa un 70% de los proyectos en marcha, y su producción depende en gran medida del proceso de electrólisis del agua. A nivel global, el 80% de la capacidad instalada de electrólisis corresponde a la tecnología alcalina, mientras que el 20% es de membrana de intercambio protónico (PEM) y menos del 1% emplea electrólisis de óxido sólido. La membrana de intercambio aniónico, por su parte, tiene una presencia residual debido a su baja durabilidad.
Capacidad de electrólisis
Para alcanzar la neutralidad climática en 2050, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) estima que la capacidad de electrólisis debe aumentar exponencialmente. Su proyección establece un objetivo de entre 550 y 700 GW de capacidad instalada para 2030. No obstante, según distintos escenarios, se prevé que la capacidad efectiva para ese año oscile entre los 175 y 420 GW. La diferencia en las cifras se debe a la incertidumbre en torno a las inversiones necesarias, la evolución de la demanda y los avances tecnológicos en la reducción de costos.
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