El Valle de Tobalina, donde se sitúa Santa María de Garoña, la central nuclear que fue cerrada en 2017, ha comenzado su proceso de transformación. Y en ese proceso quien ha tomado los mando ha sido la energía solar fotovoltaica.
Dos proyectos se han lanzado junto a la central nuclear. Se trata de las plantas solares fotovoltaicas, «Barcina Garoña Vega I» y «Barcina Garoña Vega II» de 69 MWp cada una, y su infraestructura de evacuación.
La empresa promotora es Édora, una compañía que tiene prevista una cartera de 5 GW de renovables en España. Sus primeros proyectos son seis fotovoltaicos en Castilla y León donde prevé invertir unos 800 millones, y entre los que se encuentran estos dos junto a la central nuclear de Garoña.
Justo estos proyectos se presentan en el momento en el que Enresa va a iniciar las labores de desmantelamiento de la central, unos trabajos que durarán varios años en los que se contará prácticcamente con toda la plantilla de la central.
Las plantas de Édora suman en total 138 MW de potencia pico, y aunque sean menos que los 460 MW y produzcan menos energía que Santa María de Garoña, al menos inyectará alegría a la economía de la zona.
Ambas plantas con más de 104.000 módulos fotovoltaicos cada una, estarán conectadas a la subestación donde evacuaba la central nuclear.
En definitiva, Garoña y sus alrededores comienzan a ver la luz tras el apagón en 2012 y posterior cierre en 2017 de la central que ha mantenido viva a la comarca. Ahora será la fotovoltaica quien se encargue de iluminar la zona con nuevos empleos y mejoras económicas para las localidades colindantes.
Cir
18/02/2022