Como resultado de las importantes transformaciones que tendrán lugar en el sistema energético global en las próximas décadas, las energías renovables y el gas natural serán los grandes triunfadores en la carrera para satisfacer el crecimiento de la demanda hasta 2040. Esta es una de las principales conclusiones de la última edición del World Energy Outlook (WEO 2016), la publicación emblemática de la International Energy Agency (IEA).
El WEO 2016 también afirma que un análisis detallado de los compromisos adquiridos en el marco del Acuerdo de París sobre el cambio climático revela que la era de los combustibles fósiles esta todavía lejos de su fin, lo que subraya la magnitud del reto que supone alcanzar metas climáticas más ambiciosas. Sin embargo, en los próximos 25 años, las políticas gubernamentales, así como las reducciones de costes en todo el sector energético, permitirán duplicar tanto el uso de las energías renovables –que son objeto de un análisis pormenorizado en el informe (cuatro capítulos sobre un total de doce, uno de ellos, por cierto, dedicado al tema de la relación entre agua y energía)- como las mejoras en la eficiencia energética. De acuerdo con el WEO 2016, el gas natural continuará expandiendo su participación en el mix energético global mientras que los porcentajes correspondientes al carbón y petróleo retroceden.
En palabras de Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, “Vemos ganadores claros durante los próximos 25 años -el gas natural, pero especialmente las renovables eólica y solar- que reemplazarán al campeón de los últimos 25 años, el carbón". "Pero no hay una sola vía posible en el futuro de la energía global: en la práctica, las políticas gubernamentales determinarán que dirección tomamos”
La transformación del mix energético global descrita en el WEO-2016 implica que los riesgos para la seguridad energética también evolucionan. Las preocupaciones tradicionales relacionadas con el suministro de petróleo y gas permanecerán y, de hecho, se verán reforzadas por las actuales caídas récord en los niveles de inversión. En esta línea, el informe destaca que otro año de inversiones petroleras bajo mínimos en 2017 generaría dentro de unos años un riesgo significativo de déficit en el nuevo suministro convencional.
Según el WEO 2016, a largo plazo, la inversión en petróleo y gas sigue siendo esencial para satisfacer la demanda y reemplazar la producción en declive, pero el crecimiento de las energías renovables y la eficiencia energética disminuye las necesidades de importación de petróleo y gas en muchos países. El aumento de los envíos de GNL también cambia la percepción de la seguridad de suministro en el caso del gas. Al mismo tiempo, la naturaleza variable de las energías renovables, especialmente la eólica y solar, en la generación de electricidad abren un nuevo capítulo en el ámbito de la seguridad del suministro eléctrico.
Respecto a las renovables y al suministro eléctrico, resulta interesante la siguiente reflexión de Fatih Birol en la presentación del informe: "Las energías renovables experimentaran grandes avances en las próximas décadas, pero sus logros se mantienen en gran medida circunscritas a la generación de electricidad" y "la próxima frontera en la historia de las renovables es ampliar su uso a los sectores industrial, de los edificios y del transporte, donde existe un enorme potencial de crecimiento".
El WEO 2016 pronostica que la demanda mundial de petróleo seguirá creciendo hasta 2040, debido principalmente a la falta de alternativas fáciles al petróleo en el transporte de mercancías por carretera, la aviación y la petroquímica. Sin embargo, la demanda de petróleo para los automóviles de pasajeros, cuyo número se duplicara en el próximo cuarto de siglo, se reducirá gracias principalmente a las mejoras en la eficiencia, pero también a los biocombustibles y al aumento del parque de vehículos eléctricos.
Por lo que respecta al carbón, su consumo apenas crecerá en los próximos 25 años, ya que la demanda en China comienza a retroceder gracias a los esfuerzos para combatir la contaminación del aire y de diversificar el mix de combustibles.
El mercado del gas también experimentará una importante transformación, con el gas natural licuado (GNL) superando en porcentaje a los gasoductos como principal forma de transporte a larga distancia, de forma que el GNL representara ya más de la mitad del comercio mundial de gas en 2040, frente al 25% en el año 2000. En un mercado ya bien abastecido, el nuevo GNL de Australia, Estados Unidos y otros países, forzará un cambio hacia mercados más competitivos y cambios en los términos contractuales y en los precios.
En cuanto a las emisiones de carbono relacionadas con la energía, el WEO 2016 considera que aunque el Acuerdo de París (que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016), constituye un importante paso adelante en la lucha contra el calentamiento global, alcanzar metas climáticas más ambiciosas constituye un enorme desafío y requerirá de un cambio radical en el ritmo de descarbonización y de mejora de la eficiencia.
En su informe, la IEA constata que la aplicación de los compromisos internacionales actuales tan sólo ralentizará el aumento proyectado de las emisiones citadas, desde un promedio de 650 millones de toneladas anuales en el año 2000, a alrededor de 150 millones de toneladas anuales en 2040. Y si bien esto constituye un logro significativo, queda lejos de ser suficiente ya que sólo limitaría el aumento de las temperaturas medias globales medias a 2,7° C en 2100.
El objetivo de limitar el aumento de las temperaturas medias globales a los 2°C es difícil, pero todavía podría lograrse si se implementaran políticas para acelerar el despliegue de tecnologías bajas en emisiones de carbono y de mejora de la eficiencia energética en todos los sectores. Para hacerse una idea del esfuerzo necesario, en su escenario “WEO-2016 2° C” (el informe contempla cinco escenarios diferentes, dos de ellos derivados del Acuerdo de Paris) la IEA concluye que en 2040 el número de coches eléctricos debería superar los 700 millones, desplazando más de 6 millones de barriles por día en la demanda de petróleo.
El objetivo de 2ºC exigiría que las emisiones de carbono alcanzaran su punto álgido en los próximos años, para después emprender un camino descendente que hacia finales de siglo debería llevarnos a una nueva economía de suma cero en emisiones de carbono (carbon neutral). Obviamente, limitar aún más el aumento medio de temperatura, situándolo por debajo de los 2° C, requeriría de esfuerzos aún mayores.
Mariano Marzo es catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona y miembro del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía.
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